■ Esas actitudes son de mercenarios que buscan llegar a la gente por medio de la religión: Enciso
■ La fe debe ser un asunto privado, sobre todo en los líderes, señala el investigador
El culto guadalupano surge de un mito generado para dar a la religión católica una característica especial para los habitantes de México, logrando que la gente tenga la posibilidad de creer o no en lo que decida.
Esa libertad de creer es un derecho ganado por la generación juarista; al respecto el investigador universitario, José Enciso Contreras, dijo que lo que le preocupa “es que estas creencias sean adoptadas por el Estado y exijan religiones oficiales porque esto contradice el Estado laico”.
Afirmó que se han convertido en fuerzas políticas que operan contra la libertad religiosa y que esto es evidente en el municipio de Guadalupe, donde “el ayuntamiento expropia la fe y la creencia sin respeto a la diversidad religiosa en Zacatecas”.
Opinó que el acercamiento que tienen los políticos con la Iglesia “no es una manifestación de fe, porque la fe es un asunto privado, es uno de los fundamentos básicos del Estado laico, la religión no puede ser un asunto público”.
José Enciso señaló que la nueva generación de jóvenes políticos se creía que daría una renovación por una mejor visión del mundo para mejorarlo, sin embargo, están dando una vuelta atrás.
“De qué les sirve ser católicos si no los ve la gente y lo que están buscando es que los vean; no dudo que pudieran estar en esos espacios por la fe, su asistencia a los templos en días de mayor afluencia sólo demuestra que son unos mercenarios que lo que buscan son votos”, afirmó.
Lamentó que no haya una respuesta crítica de la ciudadanía en México, pues estas actitudes minan el Estado laico.
“El gobernador y Roberto Luévano, alcalde de Guadalupe, son las cabezas de las fuerzas políticas que están atentando contra el Estado laico deliberadamente, porque no son ignorantes de lo que hacen”, reiteró José Enciso.
Aseguró que este atentado contra el laicismo del Estado debería llamar a la reflexión de la ciudadanía, para que pida a los políticos que prediquen con el ejemplo; no pueden reclamar respeto a la ley si permanentemente están violándola.
Expuso que ese tipo de actitudes son de mercenarios que buscan acercarse a la gente por medio de la religión sin entender que atentan contra el Estado, pues son ellos los primeros en infringir la Constitución y de ahí se deriva la violencia y el desacato a las leyes.
Afirmó que todos los mexicanos tienen derecho a creer o no creer, pero la fe y la religión debe ser un asunto privado, sobre todo en los líderes para evitar influir en las personas.
