“Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas”.
Sir Francis Bacon
El odio, la humillación, el rencor, la venganza y otro puñado más de sentimientos encontrados, surgieron en las filas militares tras los lamentables atentados ocurridos el pasado 1° de Octubre en la ciudad de Culiacán Sinaloa; eran las 3:30 horas de la madrugada, del pasado 30 de septiembre, cuando una ambulancia de la Cruz Roja y dos vehículos Humvee del Ejército fueron emboscados en la carretera México 15 en el acceso norte a Culiacán, con saldo de cinco soldados muertos, 10 lesionados y dos ilesos. Los soldados fueron agredidos con armas de gran volumen y potencia de fuego (granadas de fragmentación y fusiles Barret .50, AR-15 y AK-47), por un grupo de la delincuencia organizada que los estaba esperando.
El aparente objetivo de la emboscada fue rescatar a Ortiz Vega, quien era trasladado en la ambulancia. En la operación, los agresores habrían utilizado algún tipo de aditamento explosivo para incendiar las dos unidades donde se transportaban los militares, dos de los cuales fueron consumidos por las llamas. Según la narrativa oficial, en la emboscada participaron alrededor de 40 sicarios que habrían utilizado unas 15 camionetas blindadas.
“Si no están con nosotros (los “ciudadanos-soldados”), entonces están en nuestra contra”. Gral. Cienfuegos.
Estos lamentables hechos dieron pie a lo que será una “guerra implacable” o en sinónimo de “lucha a muerte” que tendrán los militares con el crimen organizado; el código militar moral de los soldados traspasa cualquier código militar penal que se tenga. Las imágenes impresionantes de cómo quedaron los vehículos y sobre todo los cuerpos de los soldados caídos, son elementos que enfurecieron no solo a los altos mandos; sino también a los múltiples cuerpos de seguridad que vieron en aquella nota un mensaje de la crueldad con la que pueden toparse en un día de labor sin aviso alguno. Cuando en la política se dice que la “lucha será sin cuartel”, eso significa que se irá en ella hasta las últimas consecuencias, hasta la liquidación política del adversario, aun cuando éste se rinda o pida tregua.
“Antes de empezar un viaje de venganza cava dos tumbas”. Confucio
Recapitulando un poco la historia, en las sociedades antiguas el método para disuadir a los asesinos era permitir a la familia del asesinado vengarse del asesino, (en este caso, depositamos a la familia en la figura del ejercito); sin embargo, si las familias del asesino y del asesinado estaban en desacuerdo sobre el asesinato, seguramente estarían en desacuerdo también con cualquier medida vengativa, con lo cual podía llegarse finalmente a una pelea sangrienta muy importante. Las vendettas o peleas de sangre, son una secuencia de actos o acciones premeditadas, motivadas por la venganza y llevadas a cabo a lo largo de un tiempo por familias o grupos reclamando justicia, el mensaje del General Cienfuegos fue muy claro, las medidas que se tomarán serán drásticas donde lamentablemente la sociedad civil inocente, quedará entre un encarnizado fuego cruzado.
Para Finalizar:
En un México las víctimas de la guerra contra el narco (alcanzaron desde hace tiempo a los miembros de nuestras Fuerzas Armadas) y su territorio en una gran fosa común. Para que existan condiciones para debatir la responsabilidad compartida de autoridades civiles y militares en el fracaso por nuestra seguridad, se necesita detallar el porcentaje y los elementos que orillaron a tomar dichas decisiones para la incorporación de civiles y ex militares a la filas del crimen organizado; de este modo podremos saber a ciencia cierta donde radica la responsabilidad del fallo táctico y teórico de nuestro sistema de seguridad. Muchos estudios y opiniones profesionales adjudican este fenómeno a la falta de empleo, otro grupo de estudiosos adjudica este problema a la capacidad económica del narco y otros tantos más, responsabilizan a nuestro sistema educativo.
México actualmente es el epicentro de los múltiples problemas que trae consigo el ser uno de los países mas importantes en la producción de droga alrededor del mundo, esta lucha sangrienta de lo material y moral que tiene sumergido a México en una violencia de barbarie; el número de asesinados, desaparecidos, extorsionados, mutilados, amenazados desplazados y victimas de diferente agresión están en cifras de una guerra. El problema de la inseguridad en México cada vez se agudizara con más fuerza; los diferentes grupos criminales ven en la juventud una oportunidad inmejorable para fortalecer sus filas, la nómina de los grupos criminales se vuelven insostenibles y subcontratan en los barrios y calles donde pueden reclutar menores de edad, que con un sueldo, dedican y exponen su vida al narco.
Como las organizaciones religiosas, las militares se distinguen por la continuidad de sus pretensiones en el tiempo y sólo tienen que esperar las condiciones propicias para lograrlas. Ciento catorce soldados muertos en los últimos cuatro años son la contribución trágica para el empoderamiento y otro triunfo político-legal de los militares mexicanos.
Poco o nada se ha dicho, por ejemplo, de las causas por las que más de un centenar de soldados jóvenes han sido víctimas en operativos militares mal diseñados y peor ejecutados por los mandos. Esto es igualmente importante que exigir castigo para sus asesinos.
“Nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se vengan de los crímenes que ellos han cometido”. Sándor Márai ■
