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miércoles, 8 mayo, 2024
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■ Para Eleazar, Nacho, Pedro, Yesenia y la maestra Coco.

Acuarela potosina

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

Cuando integrantes de un colectivo que en su tiempo fue una comunidad escolar con carácter de internado se juntan, se reúnen; el resultado no puede ser otro que la generación de un sano ambiente. En este clima de estados de ánimo se mesclan sentimientos y actitudes de compañerismo, empatía, solidaridad y hermandad de cofrades pertenecientes al mismo gremio u oficio de maestros de escuela para el que nos formamos. Entre los saludos y abrazos y conversaciones, se vive un clima de alegría y relajación que contagia a los asistentes. No es otra cosa que la encarnación del sentido de identidad que también lo es de pertenencia.

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Eso fue justo lo que se vivió y lo que sentimos desde la tarde del miércoles 2 de agosto hasta el mediodía del domingo 6.

Debemos a Pepe Guízar, el mismo compositor de la canción Guadalajara y de otros lugares famosos de México, la autoría de la canción icónica más que del estado, de la ciudad de San Luis Potosí; “Acuarela potosina”. Composición que, por sus acordes, sus cambios de tono y ritmo me resulta más estética que la de “Pelea de gallos”, solo por compararla con otra melodía también muy representativa.

Al escuchar su letra y su música misma, escrita a finales de la década de los cuarenta del siglo pasado, encontramos que su tono es festivo con pasajes bucólicos y en su romanticismo engloba al mito fundacional de la nación mexicana con aspectos geográficos e históricos. Además de la dedicatoria al territorio y capital potosinos es un reconocimiento de sus estados vecinos.

La canción está envuelta en el diferendo que el autor tenía al momento de componer la Acuarela con Gastón N. Santos, el llamado “Alazán tostado”; aquel cacique dueño de vidas y haciendas que se hizo famoso por su dicho de que “la moral es un árbol que da moras”

Justamente fue en la hermosa y colonial capital potosina en donde egresados de la la Normal de San Marcos nos reunimos, algunos acompañados con nuestros familiares para celebrar la reunión anual de la Generación 75.

Al día siguiente lo dedicamos a recorrer y conocer el centro histórico de la capital potosina. Para este aporreador de teclas que solo conocía la ciudad de entrada por salida resultó muy gratificante que en el primer cuadro de esa ciudad existen tres plazas con sus respectivos templos coloniales todas muy hermosas; la del Carmen donde inicia la mundialmente famosa procesión del silencio con su templo del Carmen de estilo barroco y su interior profusamente ornamentado con chapa de oro; la Plaza de Armas con su catedral basílica, los palacios del Ayuntamiento y de Gobierno, amen de la casa de la virreina que fuera residencia de la esposa de Calleja; el  que en vida fuera nada menos que el azote de los insurgentes. La tercera plaza de ese primer cuadro es la de Los fundadores. Ahí se encuentra lo que fue el convento de la Compañía de Jesús, con su templo y capilla contiguos. Otros templos de otras ordenes mendicantes o de monjes descalzos son los de San Agustín de construcción y fachada austeras, y el de San Francisco con su estilo gótico. En el trayecto también pudimos conocer el famoso y antiguo barrio de San Miguelito, el templo de Guadalupe, la penitenciaria en donde estuvo preso Madero, lugar en donde escribiría el histórico Plan de San Luis llamando a la insurrección armada para derrocar a la dictadura porfirista. El mal sabor que provocó la frustrada visita a Santa María del Rio a donde no se pudo arribar por el monstruoso tráfico, se curó con el festival sociocultural de la noche de ese día. Una replica de los que se hacían en nuestra añorada Normal. Con canciones, bailes, poesías y hasta la danza de los viejitos que celebramos con regocijo.

Para el sábado Eleazar no regalo toda una fiesta al invitarnos a comer a su casa en Mezquitic de Carmona en donde no falto el paseo a la Presa de San José y la foto junto al monumento del soldado Dimían Carmona. Al regresar nos esperaban las tunas y el colonche como aperitivos. Las gorditas de horno, para luego clavarle el diente a la barbacoa y al mole con arroz, sin que faltaran las imprescindibles balas. Al final los postres y unos tragos de mezcal para el desempanze. Todo un banquete. No falto la música del mariachi para homenajear al anfitrión que al día siguiente celebrara su cumpleaños.

Ese mismo día casi para terminar con el jolgorio, por la noche nos reunimos para seguir conviviendo con una cena baile.

El domingo seis acordamos que la siguiente sede de nuestra reunión será la ciudad de Zacatecas. También se hablo de ir preparando el cincuentenario de nuestra generación en el 2025 teniendo por ese Aguascalientes. La reunión potosina resultó todo un éxito en buena parte por la muy buena coordinación y colaboración de los organizadores quienes muy seriecitos, callados pian pinito hicieron una magnifica labor. Nuestra agradecimiento y felicidades para todos ellos.

Son tan reconfortantes nuestras reuniones que cuando alguien me pregunta que como las vivimos mi respuesta es que en esas convivencias se te olvida que ya eres un anciano que pinta canas, que tienes achaques y problemas que nunca faltan. Todo eso queda de lado, se te olvidan. Por lo reconfortante que resultan, por el gusto y alegría que nos producen vernos y porque te olvidas de todo; son un buen ejercicio de salud mental.  

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