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sábado, 27 abril, 2024
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Utopía 8M

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Por: LAURA ELENA RODRÍGUEZ CERVANTES •

Y volvió a tomar las calles la utopía, entendida no como algo artificial, sino como un enorme mosaico de ideas con dirección y movilidad propia. Nos congregamos porque existe claridad de que las grandes transformaciones que el mundo actual requiere se deben operar sobre una base de equilibrios distintos. Somos una fuerza imprescindible, pero también existe la certeza de que, la movilización no es suficiente para lograr estos objetivos. A lo que nos enfrentamos en este mundo globalizado con su inmensa diversidad de retos y actores, muchos en coincidentes cercanías, otros estacionados en una sana distancia compleja. Pero todos nos encontramos inmersos en situaciones y condiciones que nos aplican los modelos de crecimiento económico, los diferentes rostros que adquiere la trivialización y la tribalización de la lucha política con secuelas de precarización, exclusión laboral o salarial, de proletarización, de cancelación de proyectos de vida en jóvenes y angustia e incertidumbre en adultos. Nada escapa al metabolismo de un capitalismo que se fortalece en sus esquemas financieros, desregulación, la división sexual del trabajo y sus niveles de explotación laboral, el saqueo mediante el pago de la deuda, la corrupción dentro de los gobiernos, que lo naturalizamos y aceptamos acríticamente, al grado de asumir que estos rasgos socio-políticos son infinitos y naturales y que los asumimos como una vulnerabilidad más.

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Conforme se reitera un discurso sobre el acceso a una vida colmada de indicadores de bienestar, educación o a un empleo que nos dignifique, pareciera que detrás de esos anuncios se oculta una mayor espiral de fragilidad para todxs, especialmente para las mujeres, lo que incrementa la feminización de la pobreza con escasas respuestas ordenadas para revertirla. Al paso de los años aumenta el deterioro del entorno que impide localizar nichos de realización; las peligrosas migraciones de mujeres, de niñas sin acompañamiento, la crisis económica cuyos efectos caen sobre nuestras espaldas; las tareas de cuidado de adultxs e hijxs, la funcionalidad del hogar, el acoso laboral, el acoso sexual, la cancelación de oportunidades para una integración al mercado laboral libre de prejuicios y estigmas, el embarazo o la menstruación como elementos caricaturescos para incrementar la marginalización. Todo como una burda forma de exportación de pobreza de países pobres a otros en idénticas condiciones. Internamente, nuestro país y estado han hecho poco por cambiar el rostro territorial socio-económico, haciendo bien solo la reiteración de esas condiciones de discriminación. Una real participación política es cuasi nula, los espacios de elección se sustentan en esquemas cerrados y excluyentes, habitados por castas y la paridad se convierte en mito siendo los partidos sus centros operativos. ¿Qué mundo habitamos y cuál heredaremos?

Se debe de atacar, con nuevas radicalidades al modelo de la “economía del desastre” que extingue culturas y grupos indígenas, que destruye comunidades mediante el megaextractivismo, que profundiza la crisis ambiental (especialmente el agua), provoca el declive educativo de las mayorías, procura la cancelación de oportunidades a mujeres jóvenes. Para avanzar en una dirección alentadora se requiere construir un pacto civilizado y de fondo entre nosotras para estar en condiciones para interactuar de diferente manera con la masculinidad.

La utopía, con todos sus desafíos continua. Definamos las tareas en el corto y mediano plazos con objetivos concretos. Atrevámonos a tomar por asalto el cielo. 

Zacatecas, Zac., 10 de marzo de 2024

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