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martes, 7 mayo, 2024
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Toda cifra es positiva, sabiéndola interpretar

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Dicen que hay mentiras chiquitas, mentiras medianas, grandotas, y luego las estadísticas. Éstas, al igual que encuestas, evaluaciones estandarizadas, exámenes de control de confianza, etcétera, pertenecen a esa gran familia de dogmas que escudados en la ciencia, y en la idea de ésta como algo infalible, justifican las decisiones que dictan ideologías, creencias, prejuicios, temores, ambiciones, etcétera.

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Para quien sabe un poco de ellas, y otro poco de retórica, no hay estadística que no pueda esconder la mayor de las desgracias, si se sabe plantear adecuadamente. Por ejemplo, en un país donde una familia tiene dos casas, y otra no tiene ninguna, la estadística dirá que en promedio, hay una casa por familia.

Otro ejemplo, con silogismos bien sembrados, omisiones, generalizaciones, y algún otro truco menor, se puede inducirá a creer que el hecho de que el hombre más rico del mundo sea mexicano, podría significar que este es un país con dinero y oportunidades para que cualquiera de sus ciudadanos llegue a esos niveles.

Todo es según el cristal con que se vea. Por ejemplo, tener el avión presidencial más costoso del mundo, o al mandatario con el salario más alto de América Latina ¿signos de alto esplendor o de ignominiosa desigualdad?

El punto está en la interpretación. Así, algunos consideran a la minería como una gran bendición, por ser la actividad con la que Zacatecas hace la mayor aportación al Producto Interno Bruto del país, (13.59%) aunque ello frecuentemente significa la contaminación de suelos cultivables que permitían a un amplio sector tener ingresos económicos, y a otros tantos tener alimentos baratos. ¡Qué importan los campesinos, si pueden dedicarse a ser mineros! Es la filosofía de quien olvida que los metales no son comestibles, y que las grandes ganancias de la minería se quedan en Canadá.

En ese tenor, los datos de lo que se extrae en Mazapil eran usados para hablar de ese municipio como uno de los más ricos del estado, pero bastó una tragedia como la de hace unos días para desnudar, si es que alguien lo ignoraba, que por más cifras alegres en los reportes de aquel lugar, eso no se ha traducido en beneficios para su población, que apenas tiene una ambulancia, y se queja de la escasa atención médica.

Siguiendo ese mismo esquema, y haciendo uso de los entresijos que deja la interpretación, el gobierno del estado dio a conocer hace unas semanas las cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval) respecto a la pobreza en Zacatecas.

En ellas, aparece que más de la mitad de la población de la entidad está en pobreza, (52.3%) y aún peor, sólo 16% de los zacatecanos, es decir, menos de 250 mil personas pueden sentirse aliviados en cuestiones económicas, porque no están en pobreza, ni vulnerables de caer en ella.

Pero Gobierno del Estado centró el foco de atención en la reducción de la pobreza extrema, no ya porque fuera su mayor preocupación, sino porque fue en este sector donde se presentó, si la expresión cabe, el dato más optimista. En Zacatecas se pasó de 164 mil personas en extrema pobreza en 2010, a 89 mil personas en 2014. Una reducción de 46% que expresaron como “casi 50%”.

Posicionado el logro, sigue ver quién merece la “estrellita”. La regla no escrita dice que los logros son de gobiernos locales, y los fracasos de los federales. Y bajo esa premisa se difundió la información. Sin embargo, funcionarios federales con intereses políticos locales no lo dejaron pasar, y levantaron la mano para decir que también algo habían hecho al respecto.

Bajo la misma regla, hoy que las finanzas estatales se ven tan endebles, se hace todo para inducir la idea de que la culpa de los antecesores (aunque formaron parte de esos gobiernos), o bien, de factores nacionales e internacionales.

No les falta razón. Nadie en su sano juicio consideraría que esos factores no influyen en la situación actual de cosas. Lo curioso es que sólo se explique de esa manera lo que sale mal, mientras que lo que sale bien es atributo de acciones de un gobierno local, o incluso, si la egolatría así lo manda, de una sola persona con nombre y apellido.

Falta menos de un mes para el inicio del periodo electoral, pronto veremos la danza de las cifras con sus respectivas interpretaciones, y con ella, los esfuerzos sin pudores por adjudicarse cada peso “bajado” de arcas federales, y por conferirse cada acierto encontrado. En contraparte, al menos los candidatos del partido oficial sudarán frío tratando de encontrar el equilibrio entre culpar de lo negativo a quien hoy gobierna para desmarcarse, sin ganarse su veto y rencor. ¿Ya tienen listas las palomitas? n

 

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