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sábado, 18 mayo, 2024
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Apuntes sobre la UAZ

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Por: LUIS VALDÉS •

Durante las últimas semanas –quizá meses- ha sido mucha la tinta que ha corrido para tratar el asunto de la grave crisis por la que atraviesa la Universidad Autónoma de Zacatecas. A la fecha se han realizado ya diversos análisis de la situación administrativa por parte de miembros de la comunidad universitaria, y se han planteado posibles soluciones, más o menos progresistas, a la situación de crisis estructural de la Universidad. Sin embargo, existen algunos puntos que han sido omitidos en la discusión en el seno de la comunidad universitaria, y que es de importancia señalarlos.

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1.- La universidad como institución educativa, encargada de formar y capacitar a los jóvenes que habrán de ser lanzados al mercado laboral como fuerza de trabajo cualificada, no existe fuera del sistema capitalista, ni es ajena a los cambios ocurridos en el entorno político, económico y social. Los cambios que ocurren en los planes de estudio, en los mecanismos de ingreso y egreso de los estudiantes, y en las estructuras administrativas, reflejan las condiciones políticas que existen en ese momento. Basta dar una ojeada a la historia de nuestra universidad, y de otras similares como la Universidad Autónoma Metropolitana, para comprobar que sus orígenes y la visión que sus fundadores tenían de ella se enraízan en las luchas populares que ocurrían en el momento de su fundación. La idea de una universidad que llevara la educación gratuita, científica y popular a los hijos de los trabajadores del campo y de la ciudad, no nace en el aire, sino que es hija de las movilizaciones populares que durante la década de los setenta, alcanzaron conquistas como el apoyo a los estudiantes de bajos recursos, los comedores universitarios, las casas habitación para estudiantes, todo ello en un contexto de profundas transformaciones sociales en nuestro estado.

Hoy en día la situación es muy diferente. La clase trabajadora es acosada por una ofensiva generalizada de los monopolios que para nuestro caso se refleja en la imposición de criterios empresariales en la gestión de la universidad. Las declaraciones de algún funcionario público días atrás son más que un mero botón. La universidad ve orientadas sus actividades únicamente hacia aquellas carreras que ofrecen egresados susceptibles de ser inmediatamente empleados por el capital. Se exige el cierre escuelas y la reducción de la matrícula allí en donde se considera que no vale la pena invertir recursos económicos a cambio de egresados con sentido social o que terminarán dedicándose a actividades que son considerada como parasitarias por el capital, como el arte, la cultura o la investigación libre –esto en el contexto de un país que no sólo es dependiente en materia económica y política, sino que además es colonizado intelectualmente-. Los grandes monopolios transnacionales exigen mano de obra poco calificada y barata; y la respuesta del Estado es inmediata: se recortan lo recursos destinados a la educación, se restructuran los planes de estudio, aún en la educación media superior, privilegiando aquellos que eliminan el razonamiento, el pensamiento abstracto, la investigación y la crítica –en cuanto a los recortes a la educación, esta ha sido una tendencia visible mucho antes del anuncio de la disminución de los ingresos federales provocado por la caída del precio del petróleo-. El sometimiento de la UAZ por parte del gobierno federal, a las diferentes instancias evaluadoras que terminan por imponer ciertos criterios educativos por la vía presupuestaria, no puede ser comprendido si pasamos por alto el hecho de que en el actual patrón de acumulación, nuestro país está condenado a ser productor de fuerza de trabajo semi-cualificada, barata y al servicio de las grandes transnacionales.

2.- A pesar de los constantes llamados a la unidad de la comunidad universitaria, y a los numerosos pronunciamientos de distinto grupos a favor de ella, existe una gran heterogeneidad entre los docentes y estudiantes, la cual se ve reflejada en las distintas posiciones adoptada frente al problema del déficit presupuestario, las estructuras administrativas y la gestión en general de la universidad. Desde un punto de vista más general, podemos decir que un profesor es un trabajador intelectual asalariado, sin embargo, entre los docentes existen diferentes estratos, determinados por las distintas condiciones socio-económicas en las que se desenvuelven. En el punto más bajo aparecen los profesores que viven exclusivamente del salario que ganan en la universidad, y que se encuentran en vías de proletarización. Estos profesores son los que más horas tienen frente a grupo y puede que no estén basificados. Son los que se desgastan más la voz, los que tienen derecho a menos estímulos y prestaciones, y que además son objeto del clientelismo político. Después vienen aquellos profesores que además de percibir su salario como docentes, viven de lo que obtienen de la venta de servicios por cuenta propia, o de trabajos de investigación para entidades públicas o privadas, y que aspiran a llegar a las posiciones ocupadas por aquellos profesores que liberados casi totalmente de las labores de docencia, se abocan exclusivamente a la investigación, y que monopolizan los “bienes de prestigio”, congresos, publicaciones, estímulos del gobierno federal, becas, etc. Finalmente está la aristocracia académica, compuesta por burócratas que sin salir del ámbito académico, son los que manejan el presupuesto, tienen poder de decisión en la elección de autoridades, venden influencias, operan como agentes de grupos políticos ajenos a la Universidad, e incluso utilizan sus cargos universitarios como trampolines para sus carreras empresariales o políticas fuera de la Universidad. Debido a esta diferenciación, no todos los profesores son igualmente sensibles a los problemas que existen respecto al pago de prestaciones y el adeudo al Issste. Mientras que algunos docentes ven su salario universitario como un complemento de sus dietas como magistrados, médicos, o como un bono extra en su carrera política, otros ven en este su medio de sobrevivencia y fuente de sus exiguos ingresos. Difícilmente pueda encontrarse un respaldo real dentro de la burocracia del Spauaz, STUAZ y en la administración de la Universidad, en la búsqueda de una solución que pase por asegurar el trabajo y las prestaciones de todos los docentes que actualmente laboran.

3.- A pesar de que en la composición del estudiantado ha dejado de tener un peso muy significativo la parte formada por los hijos de los trabajadores de la ciudad y los campesinos –esto debido a las cada vez mayores dificultades que se presentan para que los hijo de los trabajadores puedan aspirar a la educación superior-, aún representan una parte muy importante que junto con los estudiantes que pertenecen a la clase media baja y a la pequeña burguesía y que ven en los estudios de posgrado su única vía para acceder a una posición social más alta, podrían verse rudamente golpeados por los posibles aumentos en cuotas escolares, el endurecimiento de los mecanismos de ingreso, los recortes presupuestarios y el cierre de programas de estudio. De entre esta capa del estudiantado que podría ver cómo se desvanecen sus oportunidades de acceder a puestos como cuadros medios del capital o en la docencia, podría darse el germen organizativo que hiciera frente a la gestión empresarial de la universidad impulsada desde el gobierno federal.

4.- Es cierto que gran parte de los problemas que enfrenta la universidad se encuentra en la terrible corrupción y en la mala administración al interior, sin embargo no hay que olvidar que tal situación favorece directamente a ciertos grupos que están interesados en que las estructuras administrativas se mantengan exactamente igual. Por otro lado, es importantísimo tener siempre presente que la crisis financiera de la universidad no es ajena a las políticas educativas del gobierno federal que se encuadran en el contexto de un proyecto de país que se basa en la miseria de las masas de trabajadores. La salida consistente en recortes, austeridad, aumento de cuotas y cierre de programas de estudio –como la sugerida por un cierto legislador- solucionaría lo problemas financieros, pero sólo negando la oportunidad de estudiar a miles de jóvenes que verían sus oportunidades y su futuro aún más ennegrecidos, y a cientos de profesores y trabajadores que serían condenados al desempleo o en el mejor de los casos, a una precarización radical de su trabajo.

5.- La única vía progresista sería resultado de la movilización de los profesores, trabajadores y estudiantes que serían afectados por los recortes presupuestarios, y que se encuentran objetivamente en contradicción tanto con las estructuras corruptas y parasitarias de la burocracia administrativa y sindical al interior de la universidad, como con las políticas llevadas a cabo por el gobierno de los grandes monopolios que tienen como objetivo crear las condiciones sobre las cuales garantizar sus ganancias a costillas de los trabajadores mexicanos. La solución a los problemas de la universidad no sólo pasa entonces por el saneamiento de sus finanzas y la reestructuración de su estructura administrativa, sino por la lucha política de los profesores, trabajadores y estudiantes, y la creación de nuevos medios de representación y gestión de la universidad en la que se vean verdaderamente representados, sean marginadas las actuales direcciones burocráticas sindicales y de la administración de la UAZ, y que además puedan ser instrumentos de lucha contra todas aquellas políticas que hacen de la Universidad una línea de montaje de mujeres y hombres-mercancía.

 

Luis Valdés

Estudiante de la Unidad Académica de Economía de la UAZ

Matrícula 29105546

[email protected]

           

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