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domingo, 19 mayo, 2024
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El horizonte que se vislumbra en la economía es de estancamiento prolongado

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Por: ARTURO HUERTA GONZÁLEZ •

Mientras las tasas de interés externa e interna continúen altas, junto con la austeridad fiscal y el peso fuerte, no se vislumbran perspectivas de crecimiento económico en el país, por más posiciones optimistas que muchos tienen por el nearshoring (relocalización de empresas transnacionales que entrarían al país). Entrada de inversión extranjera directa la hemos tenido por décadas y ello no se ha traducido en mayor desarrollo industrial y económico en el país. Las más favorecidas han sido las empresas transnacionales. Y en un contexto de desaceleración de la economía mundial, ¿para quien se va a seguir exportando con una reducción del mercado?, por lo que no hay que esperar gran entrada de dichas inversiones. Hay quienes dicen que el nearshoring seguirá abaratando al dólar hasta niveles de 15 pesos. Lo peor que le podría pasar al país es que se siga abaratando el dólar, pues implicará mayor entrada de importaciones que continuarán desplazando a la producción nacional, con el consecuente mayor déficit de comercio exterior y menor empleo. El problema es que no se tiene garantizado flujos crecientes de capital para financiar dicho déficit, tanto por la falta de infraestructura y capital humano bien calificado requerido por tal capital, como por el menor crecimiento de la economía mundial, evidenciando la temporalidad del peso fuerte y dólar barato que se ha sustentado por la entrada de capitales. 

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Las altas tasas de interés externa e interna, junto con el peso fuerte, están aumentando las presiones sobre el déficit fiscal y el déficit externo, lo que tiende a aumentar la incertidumbre y a bajar el grado de inversión a la economía nacional. El mayor costo del servicio de la deuda externa e interna, aunado a la reducción del valor de las exportaciones petroleras en pesos (por el bajo precio del dólar), aumenta el déficit fiscal. Ambos déficit, aumentarán el riesgo país, lo que reducirá la entrada de inversión financiera al país y propiciará su salida, lo que presionará sobre el tipo de cambio, que de hecho ya está aconteciendo. En julio 28, 2023 la paridad cambiaria estaba en 16.73 pesos por dólar. Una semana después, el 4 de agosto 2023 pasó a estar en 17.29 pesos por dólar. El dólar se encareció 56 centavos. El peso se depreció 3.19% en una semana y dicha tendencia seguirá ante el cambio de expectativas externas, como las generadas por las presiones macroeconómicas por el déficit fiscal, el déficit del sector externo y el menor crecimiento económico que se ha tenido en el presente sexenio, que no aseguran el reembolso del rendimiento ofrecido a la entrada de capitales. Ello aumentará el riesgo país, que llevará a Banxico a aumentar la tasa de interés para evitar salida de capitales. El problema es que el propio capital financiero se preguntará de cómo se le pagará ese mayor rendimiento en un contexto de menor crecimiento económico, con crecientes desequilibrios macroeconómicos, por lo que dejará de fluir al país y saldrá de él, lo que terminará con el peso fuerte. 

El 2 de agosto 2023 el subgobernador de Banxico, Jonathan Heath dijo que la “alta tasa del Banxico se mantendrá hasta que surta efecto”, es decir, hasta que se baje la inflación al objetivo trazado por ellos de 3%. Mientras la prioridad para los tomadores de decisiones sea bajar la inflación a ese objetivo, no hay margen de maniobra para tener política económica a favor del crecimiento. No se bajará la tasa de interés, ni se ajustará el tipo de cambio, ni se incrementará el gasto público para mejorar las condiciones financieras de empresas y familias, para impulsar la inversión, el consumo, la dinámica económica y el empleo bien remunerado. 

Por lo tanto, aquellos que avizoran expectativas de crecimiento para el 2024, no se concretarán. Viviremos un contexto recesivo, con presiones inflacionarias y sobre el tipo de cambio e incapacidad de pago del servicio de la deuda, que meterá al sistema bancario en problemas.

Las posiciones de Banxico de reducir la inflación al 3% a toda costa, junto con las decisiones de Hacienda de mantener la austeridad fiscal con el mismo propósito y de no caer en mayor deuda, han estado configurando las condiciones estructurales y macroeconómicas que prolongan el estancamiento que afectará el ingreso real de empresas e individuos por largo tiempo.

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