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domingo, 28 abril, 2024
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Ilusiones electorales

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

El 3 de julio pasado se cumplieron 60 años de que las mujeres ejercieran el voto por primera vez, en México. Un día antes, se conmemoró también el aniversario 15 de que Vicente Fox triunfara en las elecciones presidenciales.

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El 2 de julio de 2000, muchos salieron a las calles no sólo a festejar el triunfo del panista, sino también la derrota del Revolucionario Institucional que durante setenta años parecía inamovible del máximo cargo del país.

Con ello se inauguraba en el optimismo de muchos, la transición democrática que tenía años buscándose en México, desde el sufragio efectivo por el que luchaba Francisco I. Madero hasta los esfuerzos siempre pacíficos de Cuauhtémoc Cárdenas por un cambio democrático en el país.

Pero algunos ya advertían que “la reversa también es un cambio”. Y la ilusión de que la elección de Vicente Fox significara un cambio sustancial se evaporó pronto.

Antes de asumir el cargo ya tenía presupuesto, cobraba salario, y se iba de gira por Europa, luego vino el toallagate y el carísimo menaje de las cabañas para sus hijos.

Gastar 400 dólares en una toalla (4 mil pesos entonces) y cortinas electrificadas de 170 mil pesos nos dejaban en claro cuáles eran sus preocupaciones.

Los caricaturistas estaban felices; semana a semana regalaba una perla declarativa, del servil “comes y te vas” a “los mexicanos hacen los trabajos que ni los negros quieren hacer”.

Fox nos había salido malo para casi todo, pero cuando menos se esperaba que fuera democrático. Y no. Intentó sacar a Andrés Manuel López Obrador de la contienda política con una jugarreta legaloide, y luego vino el fraude electoral de 2006, conocido por las elocuentes palabras de Felipe Calderón “haiga sido como haiga sido”.

No podía esperarse otra cosa, las triquiñuelas de “Amigos de Fox” que permitieron el financiamiento de su campaña ya nos daba pistas de que el exterminador de víboras prietas y tepocatas estaba muy cerca de ellas.

La misma expectación e ilusión que levantó Vicente Fox en su momento se percibe ahora en algunos sectores con los llamados “candidatos…” mmm, ¿cómo decirles? ¿Ciudadanos? No, porque todos los candidatos son ciudadanos, si no, no podrían postularse. ¿Sin partido? Puede ser, aunque Woldenberg dice que en realidad tienen un partido (un equipo, una estructura y organización) al que llaman de otra manera. A lo que habría que agregar que además, la mayoría tuvieron partido y se salieron de él cuando no fueron postulados. Algunos incluso hasta han encontrado otro en el camino.

Candidatos pues, ¿independientes? Concedámoslo, aunque no necesariamente lo son, pero que al menos tienen la ventaja de padecer el lastre de algún miembro del partido, porque simplemente no lo hay.

Candidatos cuyos triunfos se festejan generalizadamente aunque los haya de derecha e izquierda, como si uno fuera equivalente al otro, o como si fueran todos militantes del partido de los “independientes”

De ellos, dos han llamado la atención: por un lado Jaime Rodríguez El Bronco, gobernador electo de Nuevo León, que militó 24 años en el Partido Revolucionario Institucional y al que renunció hace menos de un año cuando vio frustradas sus aspiraciones de ser postulado por ese partido.

Apoyado por empresarios, y asesorado por Guillermo Rentería, uno de los más agresivos, y efectivos expertos en mercadotecnia política, El Bronco genera tanta emoción, que sin haberlo visto gobernar siquiera un día, ya lo candidatean para la elección presidencial.

En el otro extremo, Pedro Kumamoto, quien ganó una diputación local en Jalisco, con 250 mil pesos de financiamiento, y a quien se pinta como un ejemplo a seguir en todo el país, sin tomar en cuenta que su victoria fue posible en un distrito donde predomina un sector poblacional de extracto socioeconómico medio y alto, con preparación académica destacada, y sociedad participativa. De esos distritos raros en los que poco se vende el voto, o se cambia por despensas.

El carismático Kumamoto, ícono de las candidaturas independientes, no salió muy bien parado en la entrevista que la revista Proceso le hizo hace un par de semanas. Exhibido como ingenuo continuamente por la reportera, parece no tener muy claro las funciones de un legislador, o las limitantes a las propuestas que propondrá en el Congreso del estado. Pero ya veremos.

El desempeño de estos dos candidatos, aún está por verse, no hay razones para esperar menos que de cualquier político, y tampoco hay para esperar más. Pero la gente lo hace. Hay una enorme expectativa del papel de los “independientes” cualquiera que sea su sello.

La ilusión es una bendición para un candidato, pero una maldición para un gobernante. Al tiempo…

Por lo pronto los griegos dijeron NO en las urnas, y eso, es ya una buena noticia.■

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