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viernes, 26 abril, 2024
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La serie de San Francisco en el Museo de Guadalupe

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Por: MARÍA DEL CARMEN ELVIRA NEGRETE MARTÍNEZ* •

La Gualdra 572 / Historia / Arte

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En el año 2017 el edificio que ocupó el Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas, institución de la orden franciscana fundada en 1707, cumplió cien años de ser el recinto que alberga el Museo de Guadalupe. En 1917 fue establecido ahí el Museo de Antigüedades del ex Convento de Guadalupe, y nombrado por el gobierno del estado como director al pintor Manuel Pastrana, cuya ratificación ocurrió dos años más tarde por el presidente Venustiano Carranza. Durante la gestión como director del Museo de Antigüedades el artista realizó un inventario de todos aquellos bienes patrimoniales que contenía el antiguo inmueble: pinturas, litografías, libros, esculturas y muebles, entre otros.

Manuel Pastrana fungió como director del Museo de Antigüedades hasta 1922 y cuando se fundó el Instituto Nacional de Antropología e Historia en 1939 el lugar pasó a formar parte integral de la red de museos bajo resguardo de esta institución y es el momento en el que adquiere la denominación de Museo Regional de Guadalupe.

Destacan entre los bienes patrimoniales registrados por el pintor, el amplio conjunto constituido por la obra pictórica generada durante el periodo colonial y realizado expresamente para el entonces convento–seminario de Guadalupe, producida por los más connotados exponentes del barroco novohispano: Cristóbal de Villalpando, Juan Correa, Miguel Cabrera, Nicolás Rodríguez Juárez, Antonio de Torres, José de Ibarra, entre otros.

De entre toda esta producción, probablemente, uno de los grupos pictóricos más emblemáticos corresponda a la serie que envuelve 25 escenas sobre la vida del santo fundador de la orden franciscana, San Francisco de Asís, figura principal de toda casa franciscana particularmente de los Colegios Apostólicos de Propaganda. En estos colegios propulsados para ser centros especializados en la formación de misioneros se solían mandar pintar diversas escenas alusivas a eventos narrados en las diversas biografías del santo, para ser colocadas en espacios conventuales muy específicos, tal fue el caso de Banquete de franciscanos y dominicos, hoy presente en lo que fue la antigua biblioteca, pero que originalmente se hizo para ser colocada en el refectorio conventual, lugar donde se comía en comunidad. Si bien la práctica esperada estaba señalada para cada uno de los asistentes al refectorio, en lo individual, el acto se hacía en comunidad, al tiempo que era impartida una lección. En este sentido el tema abordado no sólo aludía el instante en el que los habitantes del seminario–colegio consumían los alimentos, sino que el acto en sí implicaba a toda esa comunidad.

Por ello no fueron extrañas diversas escenas que recrearon eventos acaecidos en la vida de San Francisco, según sus biógrafos, ya sea a través de imágenes individuales, como en la Estigmatización de San Francisco o bien mediante una serie configurada por varios acontecimientos. Tal fue el caso de la mencionada Serie de San Francisco de Asís que se exhibe en el Museo de Guadalupe, la única serie novohispana completa del Poverello que existe en México. Un discurso narrativo logrado, con seguridad, por un teólogo de la orden, morador del seminario por esa época; si bien los temas o títulos de algunos episodios son compartidos con otros conjuntos contemporáneos, las composiciones poseen marcadas diferencias con sus homólogas; aunque puede destacarse la presencia de escenas únicas como: Francisco azotado y Palacio de armas representadas sólo en el conjunto del otrora Colegio Apostólico de Guadalupe. La posible explicación para esas diferencias puede encontrarse justamente en el fin perseguido, o lo que es lo mismo, la función que éstas cumplieron.

El arte pictórico en general además de cumplir la función ornamental ha desempeñado, a lo largo de la historia humana, una más importante y ésa ha sido la enseñanza. Entonces la serie de San Francisco en el Colegio Apostólico de Propaganda de Guadalupe se mandó pintar para recrear el modo de vida franciscano instruido por el fundador al grupo primigenio cinco siglos antes, un legado para ser aprehendido y practicado consuetudinariamente por las generaciones futuras de toda casa franciscana, a partir de cada uno de los actos realizados por su ejemplo y guía: San Francisco de Asís.

La enseñanza en el Colegio involucraba llevar una forma de vida que edificara a los demás, de tener un ambiente alrededor con el que se estaban educando ellos y, también, otros. Y en esto las pinturas, no desempeñaban simplemente una función de ornato, también contribuían a la enseñanza de los moradores del convento-seminario.

 

 

* Doctora en Estudios Novohispanos. UAZ. Gestora Cultural en el Museo de Guadalupe.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra572

 

 

 

 

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