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domingo, 19 mayo, 2024
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¿Votar o no votar? ¿Cómo resolver ese dilema?

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Por: RICARDO BERMEO •

Preguntémonos: ¿es coherente no ir a votar este domingo (4D), y, al mismo tiempo, posicionarse a favor de la defensa de una  verdadera democracia sustantiva? O incluso… ¿Es posible defender un proyecto de autonomía individual y colectiva, y promover el voto ciudadano? No hay respuestas sencillas, ni recetas.

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Los referentes en uno y otro polo… ¿votar o no votar?, son diversos y relativamente conocidos, aunque no siempre elucidados con la profundidad requerida.

Así, sin pretender ser exhaustivo, señalaré en uno de los polos, entre quienes no aceptan el terreno electoral,  existen varias tradiciones políticas: libertarios, consejistas, autonomistas (diversos), neo-zapatistas, etc., una pluralidad heterogénea con corrientes en el interior de cada una de ellas -disímiles-. Ahora bien, han defendido, y siguen manteniendo, en lo esencial, una posición, que pese a sus diferencias, coinciden en  el rechazo a las elecciones, proponiendo la no participación en los procesos electorales. Si bien todos ellos votan. Sí, pero en las asambleas en las que participan, donde la democracia directa se ejerce de manera efectiva, donde no se privatiza la política, porque existe rotación de los cargos electos, sorteo, revocación inmediata, etc.,  lo que evita que los  “representantes políticos”  se autonomicen, separándose en una capa dirigente, de quienes los han elegido, etc. Aunque la generalización de la democracia directa sea un inmenso problema -aún- no resuelto.

Mientras que en el otro polo, existen diversas tradiciones que continúan  manteniendo la defensa de la participación en los procesos electorales.  Si bien aquí nos interesa, poner de relieve,  aquellas posiciones que se manifiestan, a favor de ir a votar cuando existe una alternativa política efectiva, (abajo y a la izquierda).

Sin olvidar -tampoco- la reconfiguración del estado, producida por la financiarización capitalista, ni el conjunto de factores –lógicas burocrático-partidistas, visión estadocéntrica, desigualdades sociales abismales, etc.,-  que multiplican a la n potencia,  la separación entre la clase política y la ciudadanía.

Ambas posiciones: ¿votar o no votar?, democracia sustantiva o democracia representativa, autonomía o heteronomía, Estado o sociedad política, etc., forman dicotomías y/o polos antinómicos, alimentados por un malestar y desasosiego crecientes ante la crisis global en curso, multiplicando las interrogantes sobre el futuro del proyecto democrático sustantivo, dentro del convulsivo horizonte  socialhistórico actual.

Se trata de un debate, que es tiempo de situar en un lugar prioritario, lo que nos obliga  a revisar en profundidad -histórica y situacionalmente- toda su evolución. No es aquí el momento para realizar esa revisión.

En el reciente II Encuentro Internacional Cornelius Castoriadis, en San Luis Potosí, la semana pasada,  Juan Manuel Vera, economista español, de trayectoria  castoridiana, establecía una diferencia entre, por un lado, la democracia representativa, en cuyo marco situaba  el derecho al voto considerándolo como una conquista irrenunciable, y por el otro, las “democracias electorales”,  donde el sentido de la votación se ha pervertido –completamente-,  manipulada para reforzar  los regímenes oligárquicos y la dominación que  ejercen (el 1%  contra el 99%).

Sabemos que ese debate, atraviesa la actual coyuntura en Zacatecas, en todo su espesor.

Están, por un lado, aquellos para quienes el “el fin justifica los medios”. Por lo que  -sin ningún prurito- continúan recurriendo a la mismas prácticas corruptas, compra del voto, clientelismo desaforado, uso del aparato estatal y/o partidista, etc., incurriendo de ese modo en la más  flagrante negación de los parámetros  democráticos mínimos aceptables, lo que redunda en que, a una parte considerable de la ciudadanía, no le interese otra cosa, que vender su voto al mejor postor, láminas, cemento, dinero, despensas, posiciones, huesos, etc., etc.

Y están aquellos otros, que han luchado por crear  alternativas verdaderamente democráticas, que (con aciertos y con errores), se posicionan tomando toda la distancia crítica posible, frente a las “democracias corruptas”, asumiendo  la decisión de participar en los procesos electorales, y construyendo plataformas municipalistas, con las que buscan marcar una diferencia sustantiva con lo “realmente existente”.

Y están también, los autonomistas, libertarios, neo-zapatistas, etc., que no acudirán a las urnas por razones razonables y de principios, (que no debatiré aquí).

Sabemos, además, que, raíz de los resultados electorales en julio pasado, y de la controvertida anulación por parte del Tribunal Electoral, se impidió el triunfo  de Morena en la capital. Como protesta,  ese instituto político, no se presentó en las elecciones,  y propone la abstención.

De este modo, han quedado  todos aquellos que votaron por Morena,  enfrentados al dilema de abstenerse o ir -de nuevo- a votar.

A mi juicio,  dentro del ámbito electoral, pero desbordando lo electoral, lo central, es que existen alternativas municipalistas claramente diferenciadas, entre la vieja y la nueva política.

Este 4D,  lo fundamental,  es que cada quien se haga responsable…  “de lo que intenta querer y hacer…dentro de la mayor lucidez posible” y de actuar  -ética y políticamente- en consecuencia, sabiendo que  nuestro voto (-o, abstención-) pueden  significar  la diferencia.■

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