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domingo, 19 mayo, 2024
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Realiza el coreógrafo y bailarín Carlos Ramírez La repercusión del viento

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Por: ALMA RÍOS •

■ El proyecto involucra a niños de casas hogares del estado

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Este 2 de diciembre se presentó en el Teatro Fernando Calderón La repercusión del viento, espectáculo dancístico y videodancístico compuesto por Niños en escena, proyecto del coreógrafo y bailarín Carlos Antonio Ramírez Rivera, que involucra a niños y niñas de la Casa Hogar Plácido Domingo y Casa Zacatecas, dependientes del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF), y otro, construido con la amistad de sus pares, denominado Nióbe.

En entrevista para La Jornada Zacatecas, Ramírez Rivera destacó las dificultades que hubieron de sortearse para realizar Niños en escena, pues entre otros aspectos, los menores que quisieron participar y cuyas edades fluctúan entre los 9 a los 15 años, se integraron al proceso en algunos casos de manera tardía o lo abandonaron por la movilidad que implica su propia situación, al ser adoptados, incorporados con tutores o trasladados a otros lugares en apego a disposiciones legales.

No obstante, dijo, el proyecto “fue bastante beneficioso para todos”, incluyéndose, pues derivó en aprendizajes; en una primera etapa la construcción del respeto mutuo, la seguridad en sí mismos y el compañerismo, sin los cuales habría sido imposible la realización del programa que implicó 10 meses de trabajo previo a la presentación, y luego su puesta en escena, que incluyó recursos de danza contemporánea, flamenca y urbana.

Carlos Antonio Ramírez Rivera rescató también de esta experiencia que tuvo como hilo conductor la conciencia del propio cuerpo y sus posibilidades, entre ellas la libertad y la proyección del poder primigenio del movimiento, la interiorización de elementos que puede proporcionarles la propia cultura y el empoderamiento de sí mismos, de los que los participantes pudieron apropiarse, en lugar de enfocarse en aquellos que han perdido, como por ejemplo para su caso, una familia tradicional y concretamente a sus padres.

“Creo que existe algo que puede apoyar, no suplantar, esta proyección y esta contención que se da en una familia. Y esto se viene a dar por medio de la experiencia de la danza, la expresión y el compañerismo”.

El trabajo fue difícil, dijo, sobre todo para establecer lazos de solidaridad “porque parece ser que todo para ellos es provisional, es pasajero”, sin embargo expuso también como parte del aprendizaje, que esto no tiene que ser necesariamente así, pues el tejido de relaciones también depende “de cada uno de ellos”.

Niños en escena fue el recuento corporal “del mito de nuestra propia realidad”, que expone “nuestra historia y nuestros gustos” a través de la expresiones de la cotidianidad personal.

El ejercicio se sirvió de la historia del propio Teatro Fernando Calderón para buscar en él la relación que se establece con un espacio vivo “que se manifiesta a través de nosotros”.

En La repercusión del viento también tuvieron participación en un proyecto que se construyó por separado a partir de la amistad y con el apoyo de las tecnologías que hoy permiten la comunicación a distancia, Nióbe.

Nióbe hace alusión al mito griego que protagoniza la hija de Tántalo y esposa de Anfión; se construyó mediante un proceso de videoconferencias y transmisión de materiales de uno a otro de los participantes, no presencial, y que tuvo apenas cuatro encuentros personales previos a su presentación, misma que incluyó en una coreografía conjunta de improvisación, para posteriormente dar paso a los solos.

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