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jueves, 9 mayo, 2024
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Sistema económico imperante genera crisis humanitarias y atenta contra el libre tránsito

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Por: ALMA RÍOS • Araceli Rodarte •

■ Desde la academia y el PNUD exponen caso de 52 mil niños migrantes no acompañados

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■ Se debe caracterizar a los niños y niñas como refugiados a fin de garantizar su seguridad

“Vas a entrar aquí y no va a haber esperanza”, advierte Dante en La Divina Comedia a quienes ingresan al infierno. La descripción fue equiparada por Marco Antonio Torres Inguanzo en Synergia, el programa de La Jornada Zacatecas TV, al fenómeno de los niños migrantes no acompañados.

De octubre de 2013 a la actualidad, la cifra da cuenta de 52 mil menores mayoritariamente centroamericanos en esta situación, quienes cruzaron desde sus países de origen hacia los Estados Unidos para encontrar, luego de sortear o padecer vejaciones en territorio mexicano, no el reencuentro con sus familias sino la reclusión y el rechazo de los grupos de derecha norteamericanos que pretenden solucionar el problema deportándolos hacia los lugares de los que lograron huir o reforzando las fronteras con más perros y patrullajes de agentes fronterizos, se expuso en la emisión.

El índice de niños y niñas en esta condición aumentará para diciembre de 2014, se espera, a 90 mil. Por su magnitud y características, la situación es calificada como una crisis humanitaria que requiere se les otorgue a los menores la condición de refugiados.

El planteamiento ha sido motivo de discusión en instancias como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés), y la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), pues aunque no existen ya conflictos armados en Centroamérica, sí ha crecido el acoso violento del crimen organizado contra la población mediante La Mara, especialmente agravado en el caso de Honduras y El Salvador.

La crisis pone en la mira nuevamente la reforma migratoria que prometiera Barack Obama, y que sigue teniendo gran oposición de diversos grupos de interés en los Estados Unidos, quienes encuentran en este reciente episodio otro elemento más para la negativa.

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Para los conservadores norteamericanos la esperanza de una reforma migratoria es la causante de que “los niños emigraran hacia los Estados Unidos”, por eso creen que habría que clausurar ese camino para eliminar la causa de la migración de los niños. Ese es su discurso. Y el otro partido demócrata tampoco ha sido muy benevolente con el tema con excepción de algunos latinos”, ubicó Torres Inguanzo.

La problemática de los menores migrantes no acompañados fue abordada para su análisis, a invitación del conductor de Synergia, por Jocelyn Ramírez, coordinadora en El Salvador del Programa de Emigrantes de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Patricia Hernández, académica egresada de la Universidad Jesuita de El Salvador.

La migración centroamericana hacia los EU, coincidieron las invitadas, ha tenido diferentes motivaciones en distintos periodos históricos; ambas marcan los años 80 como un momento álgido que tuvo como motor, para el caso de su país, la guerra civil. Pero ha trascendido los años sustentada en las dificultades de desarrollo de la zona y en respuesta a la demanda de mano de obra y la flexibilidad o no con que se ha abordado este tema por la economía y la política norteamericanas en diversos momentos.

Ahora el fenómeno tiene detrás, expusieron, la violencia generada por el crimen organizado en su faceta pandilleril y la ausencia de expectativas de desarrollo locales, otro factor, aunque no el preponderante, es la reunificación familiar.

Patricia Hernández precisó que el dato del flujo migratorio centroamericano es de entre 300 mil a 400 mil personas anuales que para llegar hacia los Estados Unidos cruzan por México. Procedentes de El Salvador, agregó, residen en Norteamérica 3 millones de personas con diferentes estatus migratorios.

El drama de los niños y jóvenes salvadoreños, guatemaltecos y hondureños en su mayoría, conjuga el acoso de los pandilleros “que los tienen muy vigilados” y ofrece entre otras facetas casos de violación y reclutamiento, expuso Hernández.

Relató que los menores son sustraídos de las propias escuelas aun en presencia de los maestros, que también son amenazados, pero también de sus domicilios.  Para obligarlos a participar en La Mara, los pandilleros les advierten que si no se van con ellos, matarán al resto de su familia, dijo.

La docente expuso que ante esta encrucijada, los menores visualizan como mejor opción tener “unos días tal vez duros” en su cruce hacia los Estados Unidos, pero luego llegar al lugar “de oportunidades”.

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Otro grupo poblacional que ha aumentado su migración es el de las mujeres, agregó, pues las cifras de su paso por México arrojan que seis de cada 10 migrantes son violadas en el camino.

Por ello, esperaría deseable que por lo menos en el territorio mexicano se flexibilizara la política de movilidad de los centroamericanos, a fin de que se les ofrezca seguridad a personas y familias mediante la articulación de acciones entre los países de migrantes.

Con el aumento de las deportaciones como ha sido, la crisis regional se agudiza, la gente que hace importantes inversiones para costear su migración “llega frustrada” y no encuentra mayor oportunidad que finalmente integrarse a las pandillas, sobre todo en El Salvador y Honduras, donde la presencia de los criminales es más importante, expuso. Por todo ello, se ha propuesto esta crisis como una que pudiera catalogar a los involucrados con el carácter de refugiados.

El concepto de niños migrantes no acompañados refiere los casos, ubicó por su parte Jocelyn Ramírez, a aquellos que viajan “sin que realmente alguien se responsabilice por ellos”, aun cuando transiten con primos, hermanos o coyotes, “pueden pasar muchas cosas en el camino, y ya sabemos cuáles son los peligros de la ruta del migrante”, comentó.

La cifra oficial más reciente refiere de los expulsados desde El Salvador, alrededor de 5 mil, de los cuales fueron ubicados mil 500 en los centros de detención ubicados en estado de Texas.

El gobierno salvadoreño, Unicef, Acnur, y el Consejo de la Persona Migrante Salvadoreña y su Familia, entre otras instancias, continúan construyendo la base de datos sobre estos casos, por lo que la estadística podría aumentar, advirtió la académica.

La crisis de los niños, dijo por su parte Torres Inguanzo, visibiliza destacadamente la cerrazón del gobierno estadounidense pero también el mexicano, al que señaló de hipócrita por su postura ante la migración centroamericana, para la concreción de reformas migratorias que abran el libre tránsito transfronterizo de personas al igual que se ha hecho con las mercancías a través de diversos tratados de libre comercio celebrados con los países de la región.

Desde la perspectiva de Jocelyn Ramírez, quien coordina la denominada Iniciativa Conjunta Migración y Desarrollo del PNUD, proyecto global que involucra a ocho países incluido El Salvador, misma que busca propiciar opciones de vida que desalienten la migración desde los territorios de origen, es importante atender crisis como la actual, pero lo es más ir a las causas estructurales que expulsan a la gente, por ello propuso deben coordinarse esfuerzos “multinivel” que involucren a instancias internacionales y gobiernos.

Las propuestas que ha hecho la Acnur y Unicef “tienen toda la validez por tratarse de niños menores de edad y las condiciones en las que están”, dijo acerca de definirlos dentro del derecho internacional como refugiados, pero subrayó, “falta ver qué dice el gobierno estadunidense y hasta dónde pueden llegar las negociaciones de los presidentes del Triángulo Norte”.

“El mensaje que se ha transmitido por parte de los Estados Unidos es que ellos no van a permitir que los niños se queden, sino que de una u otra manera los van a tener que regresar a sus países”, dijo. Patricia Hernández precisó que los gobiernos centroamericanos dependen tanto de los EU que no tienen capacidad de negociación ante este conflicto.

El fenómeno muestra nuevamente las contradicciones del sistema económico internacional imperante, mismo que se dijo, “ha venido empujando la migración”, abaratando la mano de obra y en esta ocasión, generando un problema humanitario que no obstante sus características, ha sido abordado bajo el esquema de un asunto de seguridad y no de garantía de derechos humanos para los menores, a los que se insistió debiera considerarse en la categoría de refugiados.

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