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jueves, 9 mayo, 2024
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Ciencias sociales y neoliberalismo: relación conflictiva

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Las ciencias sociales han avanzado mucho en América Latina, y han impactado de manera muy importante en diagnosticar a nuestros países: saber en qué consisten sus problemas de desarrollo, medirlos, y elaborar hipótesis de cómo se podrían solucionar. Una cosa ha quedado patente: el modelo que se impuso en América Latina, llamado “neoliberalismo” ha tenido consecuencias negativas: caída en los ritmos de crecimiento económico, persistencia de la pobreza y descomposición de las formas identitarias que fundaban a las naciones.

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Este modelo entró primero en Chile de manera piloto o experimental por los economistas de Chicago, donde introdujeron su modelo “libertario” en medio de la dictadura militar. Después, se generaliza por el mundo a partir de los 80’s. Aunque a este modelo se le denominó “neoliberalismo” es un nombre equívoco, porque en realidad no reeditan el liberalismo clásico, sino que lo traducen en las claves del Darwinismo Social; por ello, es más preciso calificarlo de “liberal-darwinismo”. Pues bien, la ciencia social ha mostrado sus consecuencias en  la calidad de vida de nuestros pueblos. Las ciencias han logrado afinar sus conceptos y métodos de medición de estos tópicos; ayudaron a construir instituciones para organizar con rigor la información y su respectiva distribución. Y no sólo, los centros e instituciones académicas ampliaron sus líneas de investigación al grado de abarcar todos los problemas sociales que tenemos: la cohesión, la criminalidad, las formas de captación fiscal, la prevención del delito, la producción de alimentos, calidad educativa, la migración, y un largo etcétera. En suma, hay material para fundar y reconstruir las políticas públicas que den mejores resultados a la sociedad. Una preocupación es central para las ciencias ahora mismo en América Latina: la desigualdad. Es el centro alrededor del cual gravitan muchos de los problemas de la Región. Y el estudio de este fenómeno ha sido especialmente prolijo en las universidades del continente. En suma, las diversas conclusiones de las investigaciones científico-sociales se lee que es justamente el modelo Neoliberal el que constituye la causa este nivel tan alto de desigualdad social. La ciencia interviene en el diagnóstico, pero también en la manera de plantear la solución a los problemas.

Sin embargo, constatamos que hay un divorcio entre centros de investigación y los gobiernos. Por tanto, las políticas públicas carecen del rigor que se requiere para que sean exitosas. Entran y salen administraciones estatales y los problemas persisten. Como en Zacatecas (el ejemplo del programa Sumar) donde se cometen errores elementales en el diseño de los programas, y por ello, no es difícil predecir su fracaso. Los gobiernos pueden auxiliarse de todo el arsenal de conocimientos teóricos, metodologías e instrumentos para mejorar su acción. Pero lo cual supone superar la ciega aplicación de los dogmas del Consenso de Washington en las políticas macroeconómicas y abrir a la academia la planeación del desarrollo.

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