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sábado, 27 abril, 2024
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El Museo vivo del papel en la Ceiba Gráfica

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Por: MALIYEL BEVERIDO •

La Gualdra 374 / Artes Visuales

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Per Anderson señala al enorme árbol que campea en el jardín y pregunta “¿Saben cuántos años tiene?”. Viendo su talla y su fronda, casi sin dudarlo alguien dice “doscientos”, otro más suelta “No, como cuatrocientos”. Es un árbol ciertamente enorme, altivo y señorial. Entonces el rostro de Per se ilumina como el de un chiquillo haciendo una travesura y sonriendo dice: “¡Tiene mi edad! ¡La ceiba tiene mi edad!”.

En realidad nadie sabe con precisión cuándo se plantó la Ceiba pentandra, figura totémica de este lugar, pero hay una foto de 1943 en donde se ve en el mismo sitio una palmera, es decir que es cierto: Per y la ceiba deben ser contemporáneos; él nació en Suecia en 1946, y le encanta hacer esta broma a los visitantes de la Ceiba Gráfica,[i] el centro de producción, educación y residencias artísticas enfocado a las técnicas tradicionales de estampa que fundó en 2005 junto con un grupo de artistas en La Orduña, Veracruz. Si Per se identifica con la ceiba tiene razón en ello. Él también ha crecido y hecho crecer este lugar.

En 1974 Anderson llegó a Xalapa y empezó a dar clases en la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana. Quería fundar un taller de litografía, y enseguida se dio cuenta de que todo venía de fuera: las prensas, la tinta, las piedras, el papel… cada insumo era importado. En ese estado de dependencia ¿cómo se iban a desarrollar sus alumnos?

Así que, poco a poco, al mismo tiempo que formaba generaciones de jóvenes impresores en una técnica considerada arcaica, se puso a investigar cómo estaban construidas las prensas, cuáles eran las características geológicas de las piedras litográficas, la composición de las tintas, las diferentes fibras con las que se produce papel y todos los detalles de diseño y producción de cada una de las herramientas necesarias. Su interés primordial era encontrar las materias primas a proximidad, y resultó que Veracruz podía ofrecerle lo que buscaba.

Así descubrió una cantera en Tatalita cuyo mármol puede utilizarse en lugar del alemán; en la costa de Alvarado una arena sílica para pulir la piedra; en la región de Martínez de la Torre encontró las cáscaras de cítricos que sirven para lavar la imagen; en Orizaba consiguió el cuero para los rodillos, etcétera.

En 2005, junto con Martín Vinaver y otros amigos formó la Asociación Civil Artistas Veracruzanos Bajo la Ceiba, A. C., con la que solicitó al gobierno de Veracruz el comodato de una exhacienda, entonces sumida en el abandono, en la comunidad de La Orduña, cerca de Coatepec, y allí creó La Ceiba Gráfica.

Desde entonces el proyecto crece a paso firme, no sólo en cuanto al desarrollo de las artes gráficas, sino desde la recuperación del edificio. Las instalaciones ahora son en parte autosustentables y también amigables con la naturaleza. El lugar ha sido rescatado, rehabilitado y reacondicionado para brindar condiciones óptimas a la creación, la producción, la enseñanza y la investigación de la gráfica tradicional y otras artes visuales, a través de cursos, talleres, residencias, exposiciones y comercialización de obra gráfica y de materiales para su realización.

Uno de los proyectos más novedosos es el Museo vivo del papel. Y si uno tiene la suerte de visitarlo cuando Per anda por allí podrá escuchar el relato más colorido y entusiasta de lo que allí se pretende realizar. Se trata de un museo en el que se explica la historia del papel y se preservan y difunden las técnicas tradicionales de su fabricación; pero lo más importante es que está vivo, es decir, que es un taller permanente de experimentación y producción. Ahora la Ceiba no sólo produce el papel que consume sino que vende a otras entidades y comienza a conocerse incluso fuera del país.

Por el momento se elaboran principalmente papeles y cartulinas de algodón y de kozo, y se experimenta con otras fibras vegetales y con reciclado de materiales. Sus papeles de trapo de algodón son propios para estampación, pero también se fabrican para impresoras láser, de manera que abarcan la más amplia gama de las artes gráficas.

El caso del kozo es muy particular: el kozo es una planta que se ha cultivado en Japón por mil trescientos años y cuyas fibras largas permiten hacer un papel fino y resistente. En una visita a la Universidad de Iowa en 2010, Per consiguió que le regalasen unas plantas de kozo que sembraron en La Ceiba. Con indicaciones de Martín Mata, del Jardín Botánico del Instituto Nacional de Ecología, hicieron un vivero para reproducirlo, y ahora tienen una producción propia con la que elaboran un papel de excelente calidad.

La Ceiba Gráfica no se duerme en sus laurele, consiente siempre a sus muchas ramas (talleres de litografía, grabado en metal y madera, estampa japonesa, encuadernación, tipo móvil, fotografía y gráfica digital, residencias artísticas, seminarios, conferencias), y está siempre dispuesta a abrirse a otras disciplinas: está en proceso el taller de cerámica, se han dado cursos de tai-chi, se celebran también presentaciones musicales y hay escritores que han optado por hospedarse en su residencia para trabajar en una obra personal.

Por supuesto que un proyecto así no descansa únicamente sobre Per Anderson. Actualmente el equipo que opera el centro de producción y enseñanza es de unas 15 personas: el director y coordinador del taller de grabado es el artista gráfico Rafael Ruiz, y Per se enfoca en la labor del Museo vivo del papel con la ayuda de Josimar Torres y Laura Blanco.

Hay días en que todos se reúnen alrededor del horno de leña que está a un lado del Museo vivo del papel, donde el propio Per prepara pizzas, pues en la Ceiba la convivencia es un eje fundamental. Así que a la sombra de la ceiba, la gráfica prospera.

 

[i] Ver www.laceibagrafica.org

 

 

 

 

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