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martes, 19 marzo, 2024
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El ánimo de Uziel

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Por: JOSEFINA TORRES GALÁN •

En memoria de Uziel Gutiérrez de la Isla (1954-2020),
cronista de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas

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Hace 10 años (en 2011) me llegó la convocatoria para participar en un congreso; envié mi propuesta y me dispuse a viajar con un grupo de compañeros de trabajo hacia Zacatecas.

Allí conocí a Uziel, un chaparrito simpático, quien de manera amable hizo reservaciones para todos en el hotelito de uno de sus conocidos, casi frente a la catedral. Algunos se hospedaron en otros lugares, porque no cupimos; la mayoría de las solteras nos quedamos allí, compartimos habitaciones.

Él logró que la inauguración se realizara en las hermosas instalaciones céntricas, con música y algunos bocadillos. Las mesas de trabajo se realizaron en el Campus de las Ciencias de la Salud de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), un espacio amplio y con personas afables alrededor.

Con este evento empezamos una amistad a la distancia, con sus visitas a la Ciudad de México o con las mías a Zacatecas. Casi siempre con su sonrisa y mirada afables, solo lo vi una o dos veces triste y una, molesto; aunque siempre superó las adversidades y veía el lado amable de la vida, para organizar el congreso de 2019 tuvimos sesiones vía Zoom, ambos aprendiendo a usar esa herramienta con ensayos y errores superados para acordar las actividades de logística necesarias para presentar esas investigaciones tan atractivas, presentadas en el I Congreso Internacional de Humanidades en Salud en la fría ciudad de Toluca, Estado de México; cerca del volcán llamado Nevado de Toluca, el Xinantecatl.

El sueño de su vida, la Farmacia Galénica en la calle de Donato Guerra (del centro de su ciudad natal) superaba las expectativas de los asistentes, el incipiente Museo de las Ciencias de la Salud que orgullosamente presumió a sus colegas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en esa ocasión, el espacio dedicado a atrapar a los niños en las ciencias, atraparlos desde la perspectiva de un Harry Potter muy zacatecano.

Con esa idea colocó en la escenografía una maleta con las iniciales HP, preguntaba a los asistentes al curso de verano, a esos niños que pretendía “enganchar” en el conocimiento científico, a qué se referían esas iniciales. Comenzaba una historia acerca de un viajero que olvidó la maleta en Zacatecas: Hipólito Padilla. Este laboratorio de alquimia es una maravilla, recrea pasajes y escondites muy ‘potterianos amenizando esa incursión con hermosas e interesantes historias.

Lejos de Zacatecas, allá en la Ciudad de México, nos vimos durante varios años en las sesiones de la Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía, siempre con la cámara fotográfica al hombro y Leti, su inseparable cuñada, con la de video. Ambos capturaron la vida académica de esa asociación académica a la que nos hermana el interés por las ciencias de la salud.

Con esos aparatos logró dejar evidencia del trabajo de difusión generado en las agrupaciones académicas, de la importancia que nuestros pares conozcan otras investigaciones, las nuestras. Asimismo, dejó testimonios del cómo se establecen las relaciones afectivas entre colegas a partir de un evento en el que se congregan personas con intereses similares. Capturó nuestra presencia en los congresos en varias universidades, nuestros ires y venires en la tarea de divulgar y difundir las humanidades en salud.

El ánimo incansable, la afabilidad constante y la risa infaltable fueron parte de su ser, de su alma generosa con la ciencia y la humanidad. Siempre lo recordaré como un hombre respetuoso y entusiasta, que contagiaba su ánimo y buen humor, nos hacía reír por cosas simples y le encontraba la veta amable a la vida.

¡Hasta pronto, querido amigo!

*Catedrática de la UNEM, expresidenta de la
Red Mexicana de Historiadores de las Ciencias de la Salud

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