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sábado, 27 abril, 2024
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La crisis de la democracia en el contexto neoliberal (segunda parte)

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Por: ERNESTO PERALES NÚÑEZ •

En el aspecto político la ideología neoliberal y la democracia representativa, se han instalado como la única vía para dirimir los conflictos y las diferencias sociales entre los hombres.

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Estas cosas sólo pueden suceder en sociedades que ya no distinguen entre el interés público, custodiado por una autoridad pública que se preocupa por establecer sus propias competencias autónomas, y el interés privado, que sólo se preocupa de sí mismo, las élites que dominan la vida económica y social también monopolizan los canales de influencia política y los cargos públicos.

El auge de la democracia obligó a estas élites al menos a compartir estas últimas áreas con representantes de colectivos no elitistas. En la actualidad, sin embargo, estamos asistiendo a la emergencia de una nueva clase dominante (de naturaleza política y económica al mismo tiempo), cuyo fortalecimiento se está viendo favorecido por la creciente dependencia del gobierno de los conocimientos y la experiencia de los ejecutivos empresariales y de los principales emprendedores, así como por la dependencia de los partidos de sus fondos económicos para hacer política. Sus miembros no sólo están adquiriendo un creciente poder por sí mismos a medida que las sociedades se vuelven más desiguales, sino que han accedido al poder político privilegiado que siempre ha caracterizado a las verdaderas clases dominantes, la clase de inversionistas financieros y especuladores en las bolsas y los consorcios mundiales

Una consideración mucho más seria del concepto apunta a las conexiones entre los diferentes tipos de posición económica y los diversos niveles de acceso al poder político. En este caso el declive está lejos de producirse.

El retorno de esta desigualdad es uno de los principales síntomas del camino hacia la crisis de la democracia partidista y electorera, dado que el auge de las élites corporativas es simultáneo a la pérdida de vigor de la democracia representativa. También apunta al vínculo existente entre dos problemas mencionados al principio: las dificultades que atraviesan las políticas igualitaristas y los problemas de la democracia

Éste es el principal problema de la democracia de principios del siglo XXI. Negando otras posibilidades de intervención de las clases, los grupos y los sujetos en la conducción de las instituciones y estructuras sociales, se concibe al ciudadano y su soberanía, como el elemento fundante de la estructura del orden social, pareciese que ésta es la realización del anhelo del ciudadano moderno, pero si analizamos críticamente este ejercicio del individuo en la polis se reduce a ser un consumidor de discursos a través de la nueva plaza pública y tribunal del pueblo, o sea, los nuevos medios masivos, donde ese consumidor del mercado y de las imágenes del marketing político solo tiene el poder de ejercer toda su capacidad de intervención y acción política en el depósito de un sufragio en cada periodo electoral, en esta escenografía política los partidos profesionales se garantizan a sí mismos los espacios exclusivos de la acción y participación política, este modelo excluye a los individuos, a las minorías políticas y culturales agrupadas en la multiplicasualidad de identidades, como si sus movimientos reivindicativos fuesen sólo de coyunturas y contestatarios, excluye a los ciudadanos y los trata como consumidores y clientes del política de del sistema de partidos.

Para el pensamiento crítico y la construcción de la democracia directa, el reto es reconocer a estos nuevos actores sociales, los ciudadanos organizados y en los diferentes espacios de la sociedad civil, a partir de políticas de autogestión social, de planteamientos de nuevos problemas que pongan en juego a la democracia directa en la lucha por transformar estructuralmente el modelo económico de exclusión y de reproducción a gran escala de pobreza y de la democracia que adjetivamos como excluyente de la sociedad contemporánea.

Los retos de la izquierda son varios, pensar a la globalización y el mercado como existentes, y a partir de esos supuestos plantearse una autocrítica de su discurso sobre la verdad histórica como un futuro profético y escatológico, abandonar toda concepción totalizadora de la verdad y del pensamiento único, renovar el valor de la tolerancia entre las izquierdas profundizando su anhelo de las libertades personales, sociales y culturales, comprender que el pluralismo ideológico es el debate de los argumentos y que aún es posible concebir al grupo y las clases sociales como formas de socialización en la búsqueda de una fraternidad construida desde los sujetos críticos y no de estructuras vacías. Plantearse aún la posibilidad de construir un Estado de Bienestar que garantice un sistema de derechos sociales mínimos a todos los ciudadanos fortaleciendo el tejido social,  así como abriendo el espectro de la política a las amplias mayorías marginadas, a los grupos de las diferencias pluriculturales en la búsqueda de un nuevo pacto social incluyente.

La demanda ciudadana hoy es por para una reforma democrática que incluye el debate sobre modelo de desarrollo y la distribución de la riqueza, el papel del ciudadano y la sociedad civil en las decisiones de políticas, sobre  la transición y la reforma política, así como el debate por la nueva legitimidad del poder, el camino ya inició preparemos los argumentos y la organización desde el ciudadano, desde el nuestras identidades, desde el pueblo. ■

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