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sábado, 27 abril, 2024
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■ El Péndulo

Ante la inseguridad pública, el debate y la acción sociales

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

En el reporte de una encuesta reciente aplicada por el INEGI, se informa que más del 90% de los encuestados en los municipios de Zacatecas y Fresnillo consideran que vivimos un nivel de inseguridad y violencia nunca antes visto. Por otra parte, en los reportes oficiales más recientes, estos municipios no aparecen como los más violentos del país. Sea que esa percepción corresponda o no a las cifras reales, lo cierto es que la percepción de inseguridad reportada es muy real y es un problema público que vulnera la calidad de vida de las personas. Es evidente que, en Zacatecas, las personas se sienten inseguras y viven con miedo, que limitan sus actividades cotidianas y, con ello, debilitan la actividad económica y la eficiencia del sector educativo. En algunos casos, como en el municipio de Jerez, las autoridades cedieron a las exigencias de un sector de suspender actividades tradicionales fundamentales, como la Feria De Primavera que inicia con el llamado Sábado de Gloria, que fortalece la identidad y propicia el reencuentro de las familias con la visita de los migrantes. Además de que son ocasión de una derrama económica muy importante. Ya hoy es evidente que esa medida solo perjudica a la propia población, pues no hay prueba alguna de que haya modificado los factores causales de la inseguridad, y tampoco las que generan la propia percepción.  

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Desde mi punto de vista, las autoridades de las tres esferas de gobierno están obligadas a actuar rápido y con eficiencia para disminuir la inseguridad y la violencia, al mismo tiempo de atender la preocupante percepción. Deben partir de un hecho evidente: una buena parte de la población no tiene confianza en el sector público por múltiples razones, la corrupción endémica y generalizada, en primer lugar, y las evidencias conocidas de que diversos espacios de las corporaciones policiacas y la fiscalía han sido capturados por los distintos grupos criminales. Es fundamental que el nuevo secretario de Seguridad Pública, Arturo Medina Mayoral, General Brigadier, Diplomado de Estado Mayor, también muestre, con acciones contundentes, su voluntad de limpiar todos eso espacios, acompañada con información veráz, pertinente y oportuna para recuperar la credibilidad de las instituciones. Las acciones de las semanas recientes, que condujeron a la detención de grupos delincuenciales y al decomiso de arsenales, han dejado la impresión, en principio, de que el nuevo secretario tiene voluntad y oficio para cumplir su encargo, hay que darle continuidad a esas acciones, sin olvidar el propósito de construir la percepción correspondiente.

Otra medida que hay que reforzar, en lo posible, es la presencia creciente de las fuerzas federales en la entidad. Desde la llegada del nuevo secretario hemos registrado distintos comentarios que reflejan el beneplácito de la ciudadanía por su presencia en carreteras y centros de concentración social en las ciudades. Sería bueno que las autoridades lleguen a la conclusión de que es el momento de “echar toda la carne al asador” y suministren todo el apoyo necesario para que el general Medina Mayoral pueda multiplicar los operativos exitosos por todo el territorio zacatecano. Así mismo, deben modificar sus políticas de comunicación, de manera que al mismo tiempo de que disminuya la violencia real, se modifique la percepción de los ciudadanos.

También es fundamental que las autoridades estatales, y las que representan al gobierno federal, se convenzan de que la cuarta transformación, en su conjunto, está basada en el combate sin contemplaciones a todas las formas de corrupción política y que, por ello, cualquier falla en su combate, debilita sin remedio su propia credibilidad. Hay casos de corrupción escandalosos como las estáfas maestra y legislativa, o el del ISSSTEZAC, o el que involucra a Benjamín Medrano Quezada, que no han sido administrados con responsabilidad y transparencia, lo que solo agrega motivos para la desconfianza social y que se mantiene la irritación y el miedo, pues nadie confiará en autoridades comprometidas con la impunidad. De no actuar de inmediato, se traicionará el principio fundamental de la transformación que encabeza AMLO, y se profundizará el deterioro de los fundamentos de la convivencia social, incrementando la posibilidad de que nuestra sociedad dañada y débil tome medidas desesperadas, como la de Jerez, que conducen a la involución social. 

En lo que corresponde a la sociedad en su conjunto, todos podemos esforzarnos en incrementar nuestras conductas solidarias y las acciones para recuperar las plazas y calles. Tengamos presentes que somos entes sociales y el confinamiento total solo provoca problemas individuales, familiares y sociales. Asumamos que la pandemia de Covid-19 nos obligó a confinarnos para contenerla, pero que esa no es una medida pertinente contra la inseguridad y la violencia, y menos debe ser una reacción política para golpear a alguna autoridad. Las formas de lucha más efectivas contra cualquier autoridad son las que surgen del debate abierto y se realizan propiciando la mayor movilización posible y la articulación de los intereses de los colectivos sociales involucrados.

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