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martes, 21 mayo, 2024
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Los Elotes de la Guerrero, una tradición que promueve a diario la familia Robles Garay

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO • admin-zenda • Admin •

■ Desde hace 23 años familias completas y parejas acuden por la tarde a saborear el grano

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■ En un inicio no sabía prepararlos y eso me produjo muchas quemaduras en los brazos: María

Desde hace más de 23 años, los conocidos Elotes de la Guerrero se han convertido en una tradición para muchos zacatecanos, para muchas parejas que acuden cada tarde a disfrutar de un vaso de granos de elote preparado por la familia Robles Garay.

María Prudencia Robles Garay, quien atiende el negocio, cuenta que la historia comenzó cuando su hermano Francisco inició con la venta de elotes en su domicilio. Le ayudaba su esposa en ese entonces, cerca de 1999, y durante 3 años mantuvo el negocio.

Por cambios de horario de su trabajo ya no podía atender el negocio como debiera y su padre insistió en que ella debería seguir con la venta, aunque al principio se negó y no quería trabajar vendiendo elotes.

Su padre, quien se dedicaba a la mecánica automotriz, con ingenio elaboró el cazo y las parrillas para que solamente se pusiera al frente del negocio. En ese entonces, Prudencia trabajaba en la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

“Yo no quería, la verdad, pero mi papá un día llegó, me puso 200 elotes en el zaguán y me dijo: mira, María, los vendas o te los comas, pero tú me los pagas. De ahí comenzamos a vender los elotes”.

Confiesa que en un inicio no sabía prepararlos y eso le produjo muchas quemaduras en sus brazos, pero una de sus sobrinas se ofreció a ayudarle, pues ya había trabajado con su hermano en la preparación de elotes.

Poco a poco comenzaron a llegar clientes, a darse a conocer, y efectivamente, logró vender los 200 elotes que le dejó su padre como reto para que se diera cuenta que era un buen negocio el que tenía entre manos.

María dice que el cambio económico fue favorable, pues se dio cuenta de que se podía vivir de esta actividad. La fila de clientes en la avenida Guerrero comenzó a crecer, al tiempo que su esmero y el sabor de los elotes se hicieron populares entre los zacatecanos.

“Hay parejas que acudían cuando comenzaban su noviazgo; luego nos visitaban cuando esperaban a su primer hijo y después llegaban a comprarle elotes a sus hijos, y como se alimentaron con elote, crecieron muy bien esos niños”, dice entre risas la comerciante.

Su fama fue tal, que artistas como Pepe Aguilar, en sus visitas al estado, llegaba a comer elotes a este negocio. “Aunque cuando llegó estábamos atendiendo y no nos habíamos dado cuenta que era él, hasta que los clientes lo reconocieron”, recuerda María. También uno de sus clientes fue el ex gobernador de Zacatecas, Genaro Borrego Estrada.

Al principio conseguía los elotes en el Mercado de Abastos y después los traía del vecino estado de Aguascalientes. Actualmente trabajan su hermana, una de sus sobrinas, un hermano, y los fines de semana se turnan para atender el negocio.

También son invitados a eventos como bodas y fiestas infantiles, entre otros, a donde llevan su producto como un atractivo más del menú que se ofrece, y para dar un toque típico en actividades a las que acuden turistas.

Considera que para que un negocio como este crezca se requiere amor al trabajo. En la actualidad ya se abrió una sucursal en la que trabaja su sobrino, en avenida Bulevares, pues la misma gente solicitaba un nuevo espacio.

“Hay personas que nos tienen paciencia y son nuestros clientes de años; para todas ellas sólo tenemos agradecimiento, porque por ellas seguimos adelante”, expone Prudencia.

Josefina Robles Garay, hermana de María, también atiende el negocio. Cuenta que cuando su hermano inició el negocio no le puso nombre, y tampoco lo hicieron María o ella cuando heredaron el local.

Su hija, en un proyecto escolar, presentó el negocio de elotes que manejaba su familia. Sin embargo, su maestro la cuestionó por qué no tenían un nombre, pues esto es importante para dar a conocer una marca.

Entonces, con el uso del teléfono celular, los clientes localizaban a conocidos diciéndoles que se encontraban en los elotes de la Guerrero. Entonces al ponerle un nombre, la gente se iba a confundir, por lo que decidieron que se quedara así, “Elotes de la Guerrero”.

“Nunca se ha perdido la calidad y eso, además de la limpieza, es lo que nos distingue. Hay con quienes ya hay una amistad y nos conocen. Eso nos alegra y nos motiva a seguir en lo que amamos”, dice la mujer.

Para Josefina seguir en esta actividad la mantiene en una terapia ocupacional, ya que hace 19 años se jubiló. Esto la mantiene ocupada, pues dice que no soportaría pasar sus días encerrada en casa.

Para ella, lo importante es que sus familiares continúen con esta actividad y que los nietos e hijos amen el negocio como lo han hecho ambas hermanas, pues de él ha salido lo necesario para dar sustento y educación a sus hijos.

“Para que ya no pidan tanto, pero eso sí, es un negocio que hay que saber cuidar; es un negocio noble, aunque cansado, porque todo trabajo cansa. Pero nosotras los impulsamos y les decimos que vayan adelante”, comenta Josefina.

Explica que los elotes están preparados con crema o mayonesa, se le pone queso rallado al gusto, limón y sal. Al principio se vendían completos, pero por el tiempo y el aumento de clientes, se decidió venderlo en vaso.

Una temporada bajaron las ventas, y un señor de Monterrey que las visitó traía las llamadas “conchitas”. El producto les agradó y también comenzaron a venderlas, además de otros productos que les pedían los clientes. De lunes a viernes, de 5 de la tarde a 10 de la noche, atienden a decenas de clientes que hacen una larga fila para comprar un vaso de elote.

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