México es de los países donde el costo electoral es más alto. Sólo para contrastar al interior de América Latina, Chile hace elecciones con un costo de 1.2 dólares por elector, y México 6 dólares por lo mismo. La brecha es muy grande. Por ello, cuando se planteó la reforma electoral en 2014, donde se pasó del IFE al INE, hubo dos argumentos que la justificaron: el costo de las elecciones y la autonomía respecto a los gobernadores, que (según se decía) se comportaban como verdaderos señores feudales y ejercían un poder absoluto sobre los procesos electorales en sus respectivos estados. Al paso de pocos años se comprobó que dicha reforma fue mera demagogia, porque ni disminuyeron los costos ni se eliminó la influencia de los gobernadores sobre los órganos electorales locales, los cuales no desaparecieron y siguieron siendo onerosos para las arcas de las entidades federativas. Sólo cambiaron las formas de integración de los Consejeros. Reforma fracasada. No solamente no disminuyeron los gastos de las elecciones, sino que el presupuesto que solicitó el INE para el 2018, fue el más alto de toda la historia: más de 25 mil millones de pesos. Y de los cuales, 6 mil 788 millones para el gasto de los partidos políticos. Cifras que provocaron revuelo por lo excesivo de sus montos. En plena crisis los partidos nadando en la abundancia. Lo que estimuló también la oportunidad demagógica para proponer (a raíz del sismo) la eliminación del financiamiento público a los partidos. Campana de los extremos que evidencia trampas. Lo virtuoso es un financiamiento moderado con sentido republicano.
En Zacatecas hay problemas al respecto. El IEEZ tiene asignados 100 millones 285 mil pesos, y solicita otros 20 millones adicionales. En la circunstancia en la que se encuentra la entidad, de precariedad financiera, se desató un debate sobre el particular. ¿Cómo justificar dar más dinero a la organización de las elecciones y gastos de los partidos cuando no hay para pagar a los profesores estatales? Los ciudadanos meditamos sobre los gastos de una democracia de pésima calidad. Y cuando, tal vez, sea mala justo por ser cara. Una serie de vicios que se desatan en la práctica de la política por el exceso de dinero que manejan los partidos (que han eliminado la militancia voluntaria) y la organización de elecciones onerosas. La propuesta de la fracción de Morena, de eliminar los organismos electorales locales es una descalificación de toda la reforma del 2014. Desatará un debate que debe poner a repensar no sólo el costo de los órganos electorales locales, sino todo el sistema en su conjunto. Esto es una orilla del problema: debemos repensar todo el sistema electoral. No nos deben preocupar únicamente los vicios financieros, sino también los sustantivos: ¿cómo hacer para que los procesos electorales arrojen o generen gobiernos de mayor calidad? ¿Cómo hacer de la democracia sea generadora de bienestar social? Todo el sistema de representación debe repensarse.
