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viernes, 26 abril, 2024
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Trump: el Nerón Capitalista que contempla cómo arde el planeta

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Por: La Jornada Zacatecas •

El proyecto civilizatorio de la modernidad ha mostrado los colmillos: en pocas décadas ha logrado destruir lo que a la evolución le costó millones de años construir. Con el discurso del progreso los países occidentales no sólo afirmaron un proyecto colonial con otras naciones, sino un uso de los ‘recursos naturales’ para mantener un cierto estilo de vida basado en comodidades que implicaron altísimos gastos energéticos. Se descubrió la energía de los hidrocarburos que tardó milenios en formarse, y en algunos años la sacaron a la atmósfera en forma de los llamados Gases Efecto Invernadero (GEI) y, con ellos, calentaron al planeta de tal manera que ahora nos tienen a la orilla del abismo. Los estudios demuestran que hay una correlación completa entre gasto de energía y puntos del PIB en los países llamados desarrollados. Así las cosas, a más crecimiento económico, más gasto de hidrocarburos, y luego, más calentamiento global. En suma: a más capitalismo más nos aproximamos al precipicio. Con estos estudios bien se podría diseñar un índice de capacidad destructiva del planeta, el cual se construiría con los componentes capitalistas. Así las cosas, la necesidad de superar el capitalismo ha dejado de ser un debate ideológico entre posicionamientos políticos, para pasar a ser un debate desde la biología por la sobrevivencia del planeta.

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Así las cosas, un grupo de plutócratas capitalistas se niega a aceptar los protocolos para disminuir el ritmo del cambio climático, por la sencilla razón de que dichos protocolos (que implican disminuir la emisión de GEI), reducen sus ganancias. Es increíble, pero la avaricia de estos grupos de millonarios puede acabar con el milagro de la vida. Estados Unidos se negó a aceptar el protocolo de Kioto; y sus argumentos eran demenciales, como ahora: afirmar que el cambio climático no es antropogénico (que no es provocado por la acción humana). No están dispuestos a que disminuya su tasa de ganancia. La sustentabilidad implica incluso procesos de decrecimiento económico, y con ello, repensar todos los fundamentos del liberalismo económico que hace posible el capitalismo, porque ahora la crítica no viene de movimientos obreros y trabajadores despojados, la crítica viene del propio planeta: de los polos derritiéndose, las selvas devastadas, los campos sin producción y pueblos enteros ante la amenaza del hambre. Ante algo tan serio, que un vulgar capitalista ignorante y soberbio que representa a franjas de población decadente y racista, rompa los acuerdos para contener es cambio climático no deja de indignar hasta el interior de los huesos. La especie ‘inteligente’ dirigida por una élite que se opone a la prudencia por la continuidad de la propia especia sobre este atípico planeta. Es la imagen clara de que no hay progreso: el país más poderoso gobernado por el Nerón contemporáneo, pero que ahora no contempla cómo se quema Roma, sino cómo arde el planeta.

 

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