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viernes, 26 abril, 2024
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El jadeo salvaje del puro cuento

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Por: QUITO DEL REAL •

El son del corazón

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El optimismo incluido en los informes oficiales acerca del crecimiento del empleo (¡oh, precariedad!), se quedó colgado en el aire, sin obtener de la gente una respuesta entusiasmada. Pero hoy así son las cosas: toda declaración del presidente y sus secretarios cae de inmediato en la indiferencia. Parece que la voz alicaída y sin efecto del gobierno, es la de un enfermo terminal a punto de rigor mortis.

Y, sin embargo, los dirigentes nacionales insisten en sus intervenciones noveleras, como si el país viviera un clima de confort y alegría, sin siquiera advertir la tendencia ascendente y sostenida de la tensión social y la crisis económica. Puro cuento.

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Perdón, voy a hacer una analogía escatológica. Nuestro país camina de a gallinita ciega y se bambolea como borrachín, con el intestino repleto hasta los gavilanes, sin capacidad de digerir la irritación social. Los fragmentos fecales se enfilan, uno tras otro, desde su estómago hasta el recto; empero, la parte más putrefacta se concentra en el duodeno, el yeyuno y el ileon.

Cada trozo fecal condensa los materiales corrompidos de tiempos pretéritos, cuando las crisis sociales fueron replegadas con violencia. Actúan como piezas que marcan un periodo y, por las cosas propias de un aparato digestivo achacoso, el extenso chorizo estacionado impide que las vísceras ronroneen como gato consentido. En realidad, rugen como sumidero a punto de estallar por los aires.

¿Cuántos capítulos frenados de nuestra historia reciente se verían involucrados en esa gran hez estacionada? Veamos: el movimiento magisterial de 1958/60 (reprimido), el movimiento ferrocarrilero de 1958/59 (reprimido), las huelgas estudiantiles  de Chilpancingo, Sonora, Morelia y Puebla de 1960/1967 (reprimidas), el movimiento de los médicos  de 1964/65 (reprimido), el movimiento estudiantil de 1968 (reprimido), el movimiento de la Tendencia Democrática del SUTERM de 1976 (reprimido),  la huelga del sindicato universitario STUNAM de 1977 (reprimida), el movimiento magisterial de la CNTE 1979/2016 (reprimido), la lucha de los habitantes de Atenco de 2006 (reprimida), la huelga general del la APPO en Oaxaca de 2006 (reprimida), el movimiento de los electricistas del SME de 2009 (reprimido)…. Decenas de huelgas mineras reprimidas en gran parte del territorio del país y, sin olvidar, centenares de movilizaciones campesinas reprimidas y con dirigentes asesinados (Rubén Jaramillo y Madera, Chih., por ejemplo), decenas de rebeliones indígenas reprimidas y despojadas de sus minerales y agua por parte de las corporaciones extranjeras, sin descartar las movilizaciones reprimidas de los grupos de autodefensas contra los narcos y los talamontes, y los movimientos estudiantiles y de colonos excluidos por los desarrolladores inmobiliarios en las últimas tres décadas.

¿Sabe usted conjugar el verbo reprimir?

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La represión es una política de Estado muy socorrida y practicada con asiduidad por los gobiernos federales, estatales y municipales. Es la receta mágica que nos da lustre y cosmética: nos hace célebres y nos define campeones de la necesaria paz social para el progreso, ante al concierto del capitalismo mundial y la venia del capital financiero.

En toda represión asoman, con su agresiva omnipresencia, las iniciativas de despojo de las compañías financieras internacionales y del imperialismo. Con la inserción del neoliberalismo en México, desde la presidencia de Miguel de la Madrid hasta los años corrientes, el despojo es la condición necesaria para instalar las normas del trabajo mal pagado, sostiene el latrocinio contra los recursos naturales y saquea las empresas estatales. El despojo es un virus agresivo e inconmovible, cuyo programa incluye dejarnos desnudos y a la intemperie.

Sin embargo, para los “Científicos” del régimen actual, tecnócratas o políticos de saco tweed, disfrutamos de una pax social. Puro cuento. Pero nuestro sistema político se apoya prioritariamente en la represión, para dar trato preferente a las fuerzas desatadas del despojo. Dadme una represión en prenda.

Es apropiado subrayar esta experiencia histórica, para que se calibren en ella los soñadores que abundan en la quimera de una alternancia democrática tersa.

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Si desde la crisis económica mundial de 1929 el mundo sufre un deambular descoordinado y turbio, con la de 1972 incorporamos  a la “crisis” como parte de nuestro lenguaje ordinario. Pero hoy apenas sobrevivimos en la oscuridad, bailando en una pata desde la Gran Recesión de 2008-2009.

Los trabajadores del planeta ya no pueden mantenerse quietos; su destino está asociado con un programa de lucha, en cuya tendencia ascendente se templan los nuevos sectores de dirigentes políticos que organizan la huelga general.

Muchos analistas editoriales y académicos niegan la influencia de los fenómenos económicos en el devenir de las crisis políticas y sociales. Sin embargo, desde la Primavera Árabe y el desafío creciente de las masas contra las fuerzas del neoliberalismo, por medio de huelgas generales, i.e. las más recientes de Francia, Brasil y la Argentina,  es posible colegir que existe un entrelazamiento cada vez más evidente, a flor de piel, entre esos factores.

Sin embargo, nuestros dirigentes políticos consideran que esta patria es un lugar de excepción y no desean cambiar de modelo económico, ni definir un programa incluyente y democrático de país. Somos una potencia maquiladora que carece de un genuino proyecto industrial; no somos factor de desarrollo, sólo enclave del capital financiero, espacio de la sobreexplotación de nuestros recursos naturales y de la precariedad salarial.

¿Se puede erigir la corrección política de la alternancia democrática a partir de estas características estructurales, que no ocultan nuestra inserción tardía en la palestra del capitalismo mundial? El equipo económico de Enrique Peña Nieto aseguró, en un momento de exaltación, que México podría ubicarse en pocos años en la vanguardia tecnológica, a la par de los países más desarrollados. Puros cuentos.

¿Es posible mantener esta ilusión cuando el país arrastra fatigosamente condiciones, acaso sin solución, de dependencia industrial, tecnológica, científica y cultural?

Sin un plan de desarrollo económico de todos los mexicanos, el país continuará su trágica ruta en las filas del capitalismo bárbaro. Sin desarrollo económico, sin salarios dignos, sin trabajo para todos, no existen condiciones para un proyecto estable de  transición a la democracia. n

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