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viernes, 26 abril, 2024
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Gran Elector es Don Dinero

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

Vivimos en un país con una de las democracias más caras del mundo. Rebasamos el costo del voto de Estados Unidos o Alemania. Y con los pares latinoamericanos la situación es de un contraste escandaloso: mientras que el costo promedio en México es de 17 dólares por voto, en Argentina cuesta 40 centavos de dólar. Distancias monumentales. En este país (formalmente) casi la totalidad del subsidio al sistema electoral procede del erario público. Cuando iniciaba el esquema de financiamiento público se argumentaba la necesidad de blindar a los partidos y órganos electorales del poder del dinero privado: evitar que los ricos pusieran a los gobernantes. Evitar la plutocracia. Además de darle posibilidad a ciudadanos organizados de competir políticamente. Grupos de ciudadanos que de otra manera nunca podrían contender con partidos que contaran con el apoyo de grandes empresarios. Como por ejemplo, el caso caótico, inequitativo y deficiente sistema electoral brasileño. Ciertamente México tiene un sistema de elección mejor organizado que el brasileño (por ejemplo) pero no resolvió lo que quería y provocó algunos defectos al sistema de representación que afectaron el núcleo duro de la democracia.

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El exceso de dinero dio origen a una plutocracia intra-partidaria y generó una nata de élites burocráticas que manejan los recursos, y con lo cual, deciden candidaturas, negociaciones y la puerta de entrada a los gobiernos. Los partidos dejaron de depender de los ciudadanos, y las dirigencias partidarias dejaron de depender de sus militantes, porque el financiamiento lo reciben directamente del Estado. Así, se pervirtió totalmente el sistema de responsabilidad-representación que hubo en un tiempo. Ahora, el trabajo partidario no cuenta con personas voluntarias que inviertan tiempo propio al proyecto político. Nada. Prácticamente desapareció la importantísima figura del activista, ahora sólo son equipos de grupos de anunciadores pagados. Como ejemplo de la debacle de la que hablamos está el impulso de las brigadas del sol en el PRD, donde a partir de eso, el activismo desapareció y con ello, la vida ideológica, el entusiasmo por el proyecto político y la vida orgánica de los partidos los que se convirtieron en empresas cacha-votos con recursos públicos.

Y sin embargo, el dinero público aplicado formalmente, a pesar de ser inmenso no es todo el que circula. Mucho más dinero transita en los procesos electorales que no está contabilizado, y es muy difícil hacerlo. Dinero de apoyo privado que sigue determinando favores que se cobran cuando ya se es gobierno a través de contratos, permisos y concesiones. El alto financiamiento público no ha evitado la entrada de dinero privado. Con este escenario tenemos una conclusión lapidaria: el dinero convierte a los candidatos en gobernadores, diputados, presidentes municipales o regidores. Una campaña depende del dinero con el que se cuente. Si el dinero es el gran elector, y no la voluntad popular, eso no se llama Democracia, eso se llama plutocracia, pero de recursos públicos. Nos urge construir una verdadera democracia, al menos en el estado de Zacatecas. Para ello, sin duda, la sociedad civil tenemos el reto de poner la agenda para impulsarlo.

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