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jueves, 25 abril, 2024
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Un rockcito para todos los roles / Rock para la cultura tres

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

Los que venimos de la generación de los cincuenta, vimos el desarrollo del rocanrol de los sesenta y fuimos acompañando paso a paso las rolitas aquellas de los incipientes grupos que apenas dibujaban sus primeras piezas originales Yo no soy rebelde y Tus ojos. Somos partícipes de la transición que se dio a mediados de la década y conceptualizamos un aguerrido rocanrol que, a manos de Bob Dylan, Donovan o Joan Baez, ejercieron grandes influencias en el mundo a través de sus rolas protestosas, de ahí que Los Byrds, Los Stones o los mismísimos Beatles dejaran de momento los clásicos sonidos Chuck Berryanos para adentrarse por completo a la filosofía pacifista que se extendía rápidamente por el orbe.

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En Zacatecas ya existían algunos visos de agenciarse un lugar en el circuito rocanrolero, destacando Los Zoser’s como uno de los conjuntos más aferrados al frenético ritmo que Lamberto Herrera, “El Chato” Valadez, José Antonio Vázquez “El Chicles” e Ismael Gámez Ureño habían logrado plasmar en dos producciones de larga duración, considerando a estos músicos como los más genuinos y originales rocanroleros de la capital del estado.

Fernando Domínguez "El Racla", otro personaje del rol que aporta sus mejores líricas, sus escritos, sus dibujos, su música a la cultura del rock

Guadalupe no se quedaba atrás y, desde la ventana, atisbaba, sobre los barrotes del barandal donde ensayaban unos chavos, un personaje que con el paso del tiempo llegó a ser uno de los mejores instrumentistas del circuito rocanrolero, y a la muerte del baterista de Los Kirópteros, Juan Rojas, en 1961, se incorporaba como parte integral de la agrupación, el profesor Brígido Martínez, al lado de Héctor de la Torre, Jaime Delgado, Roberto Orozco “El Toques”. Poco tiempo después, inició otro proyecto denominado Los Gup-Zak, entre 64-66, y para evitar duplicidad entre los integrantes, por aquello del nombre, dedicó grandes momentos a la música del enorme ritmo y, por cuestiones personales, dio paso a la formación de Los Condes, para, enseguida, formar en el 67, una de las bandas que se hicieron legendarias, The Tick’s, con Chuy Espino en el requinto, Manuel González en la armonía, Tacho Peralta en el bajo y Brígido Martínez en la batería; no realizaron  grabación alguna, pero a la fecha, han hecho varias presentaciones en diversos foros, lo que ha permitido que las nuevas generaciones conozcan la música que han interpretado a lo largo de medio siglo.

Los movimientos sesentayocheros dejaron enormes vacíos emocionales entre los jóvenes que, por la radio y la televisión, nos enterábamos de la masacre de que estaban siendo objeto los estudiantes en Tlatelolco. Esto motivó para que los escritores y los músicos de finales de los sesenta abordaran y tomaran como bandera la filosofía que imperaba en EUA, principalmente, bajo el eslogan de Amor y Paz.

Los hipitecas que habían nacido al amparo de las comunas cercanas al Distrito Federal denotaban el inmenso deseo por que el rock de aquí tuviera un carácter nacionalista, y considerando que la tierra que los vio nacer constituye una parte esencial de su formación, fue como comenzaron a cantarle a la naturaleza, a la contaminación, a la libertad, al amor, a la humanidad y, de manera abrupta, tras los hechos del halconazo, ya le estaban gritando fuertemente al gobierno sus abusos de autoridad, el agandalle de nuestros impuestos, las devaluaciones, y por doquier, sonaba a todo volumen… “vivir en México es lo peor, nuestro gobierno está muy mal y nadie puede protestar, porque lo llevan a encerrar, muchos azules en la ciudad, a toda hora queriendo agandallar a todos, y las tocadas de rock, ya nos las quieren quitar, ya sólo va a poder tocar el hijo de Díaz Ordaz.” (Abuso de autoridad, Three Souls in my Mind)

Novena Nube, una banda que dejó pendiente un proyecto grunge que tuvo mucha aceptación a escala nacional. El bataco, al costado izquierdo, y Víctor Padilla, en la guitarra y voz, sostuvieron a la agrupación por algunos años; al centro, Ángel González "El Taz", bajista de la banda y excelente artista del ‘spray’ a nivel nacional, como aporte a la cultura del rock

Así, con tanta peripecia, el rock fue incorporándose de forma paulatina a la cultura de la raza de bronce. A infinidad de gente no le gustan estas expresiones, no le gusta la estridencia ni la forma de vestir, andar y hablar del rockero mexicano, que tuvo que apropiarse una personalidad quizá tomada de algún sueño americano o de alguna revista que entre sus páginas mostraba a los rebeldes, a los inconformes, a los diferentes, y repentinamente, las nuevas generaciones de jóvenes mexicanos ya se habían inconformado ante el gobierno autoritario, con toda la greña al viento y una férrea voluntad de restregarle en la cara que esos gobiernos autoritaristas y asesinos un día iban a terminar como llegaron, traicionados y vilipendiados por la nación, convertidos en parte de la no historia, de la historia neta, jamás contada por los de la clase dominante.

A cuarenta y seis años de iniciado el proceso de democratización de una moribunda patria que tras quinientos años de dominación extranjera no despierta, nos siguen reprimiendo, al utilizar la fortaleza económica de sus esbirros, los medios de comunicación, algunos comunicadores, refresqueras, cigarreras, mariguaneros, cárteles y, lo peor, con nuestros propios hermanos, que una vez que penetraron al mundo de los sueños interminables (tradúzcase como drogas o alcohol) se dedican  a asesinar a los de su propia especie, a sus hermanos de sangre, a su propia raza. México y sus mexicanos no cambian, no cambiaremos mientras no adoptemos la personalidad perdida, la conciencia de lucha extraviada, la ferocidad guerrera de nuestros antepasados indígenas y la fiereza y energía del rock contestatario.

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