■ La cinta es el tercer largomentraje del quebequés Xavier Dolan, que presenta en la muestra
■ Cineasta comenta que regresará a Canadá para retomar los estudios y disfrutar de sus relaciones personales
Girando un carrito de la compra hasta levantarlo del piso, bailando y cantando una canción de Céline Dion, montando sobre una patineta, golpeando o insultando a su madre, prendiendo fuego a una cafetería, cortándose las venas en un supermercado, Steve O’Connor Després, de 15 años, siempre tiene energía para hacer más y más actividades que nos causan miedo o nos hacen reír.
Steve es el personaje interpretado por Antoine-Olivier Pilon en la nueva cinta del director quebequés Xavier Dolan, Mommy, que participa en la Competición por la Palma de Oro en el 67 Festival de Cannes.
Anne Dorval interpreta a la madre desesperada ante el carácter incontrolable de su hijo adolescente, y Suzanne Clement es la vecina que intenta encauzar la energía de Steve en los estudios; entre ambas tratarán de gestionar la vida del joven o de lo contrario tendrán que recluirlo en una pensión destinada a jóvenes problemáticos.
Mommy es el tercer largometraje que Dolan, a sus 25 años, presenta en Cannes; en 2012 con Laurence Anyways y en 2010 con Les Amours imaginaires participó en la Categoría de Una cierta Mirada, así que este año es su primera oportunidad de llevarse la Palma de Oro a la que parece apuntarse como un fuerte candidato.
Y aunque la cinta está hecha 100 por ciento en Quebec, Canadá, con artistas y productor de ahí mismo, Dolan comentó que de ganar no sería un premio en honor del país, bien que así se podría considerar, sino que es, simplemente un trabajo artístico.
El formato con el que está filmada la película–un guiño al director Gus van Sant de quien Dolan es un admirador- hace que “la mirada del espectador quede aprisionada”, comentó en la rueda de prensa Dorval; los cuadros encierran los rostros y acentúan la gestualidad, se vuelve más íntima y a la vez más impactante.
Otro elemento que marca la cinta es el lenguaje vernáculo utilizado en los diálogos, un francés quebequés constantemente mezclado con palabras en inglés y además con el argot de la calle; todo ello provoca que la cinta esté subtitulada no sólo en inglés sino también en francés.
El estilo Dolan se conserva en su estética, en el gusto por resaltar los colores del otoño y en el de insertar secuencias musicales cargadas de sensualidad, y además, en el reiterativo tema de la importancia de la madre y su desinterés por la figura paterna en sus historias.
“Me gusta que las mujeres ganen, me gusta que estén en el centro de las historias, el tema de la madre es un territorio fértil que me inspira… pero de ninguna manera éstas tienen un tono autobiográfico; con mi madre tengo una excelente relación, en cambio, sobre el padre no me interesa, no aparecen simplemente en mis historias, con mi padre nunca tuve una relación, sólo lo veía una vez cada 15 días así que no es una figura que me marque”, comentó en entrevista exclusiva en la Playa del Hotel Majestic, el también escritor, montador y diseñador de vestuario, Xavier Dolan.
Dolan ha insistido en que a pesar de su corta edad y de tener miedos como todo el mundo, en lo que concierne a sus películas se siente muy seguro porque son obras que él ha visto y revisto y que no las deja salir hasta que no lo complacen por completo: “Por ejemplo en Venecia, al ver Tom a la Ferme en la premier, me di cuenta de que había un shot que no me gustaba, y lo cambié ahí mismo, reedite esa parte de la película para que saliera como yo quería a los cines” .
Mucho se le ha preguntado cómo hace para dirigir dos películas en menos de un año, y además, que ambas sean seleccionadas en festivales internacional –en septiembre de 2013 presentó Tom a la Ferme en Venecia-; sus respuestas son simples y directas:“Es como una droga, una droga dura, necesito crear, filmar, necesito mi dosis todo el tiempo”.
Parece que de esa droga ya está un poco cansado y va a parar de dirigir por un tiempo. Ahora que termine Cannes y vuelva a Canadá va a retomar la escuela, a tener una vida normal de estudiante; y además quiere disfrutar de su relación amorosa que comenzó hace un año.
