¿Existe la esclavitud en pleno siglo 21? Muchos piensan que eso es algo que se lee en los libros de historia debido a que se abolió a lo largo del siglo 19. Ahora nos topamos con la noticia de que las redes del crimen organizado con enlaces de corrupción con las autoridades, secuestran seres humanos que se ven forzados a salir de su tierra de origen para buscar el sustento hacia el norte de su patria. Es el caso de los centroamericanos, que al migrar hacia Estados Unidos, pasan por el infierno mexicano. Para muchos centroamericanos México es sinónimo de calamidad; y así es, porque el gobierno de México hace el trabajo sucio a las exigencias norteamericanas de contener los flujos migratorios que se dirigen hacia aquella tierra.
Los centroamericanos que viajan hacia el norte son de Honduras, Guatemala y El Salvador, (Nicaragua viaja a Costa Rica, y los Ticos se van para el cono sur). Según la Subsecretaría de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación de México, al año presentan un registro de ingreso con un aproximado de 150 mil migrantes indocumentados.
Es necesario tener presente que esta cantidad resulta ser únicamente la cifra que se logra registrar, pero sin duda alguna se halla también un elevado flujo migratorio que difícilmente se registra, pero según el documental María en Tierra de Nadie dirigido por la salvadoreña Marcela Zamora, se calcula que son unas 400 mil personas las que salen anualmente de la región Centroamericana. Asimismo, se estima que desde El Salvador diariamente salen unas 500 personas rumbo a Estados Unidos y desde Honduras se calcula que son unas 300 personas las que emigran a diario.
Dentro de la ruta de los migrantes se identifica como una de las más importantes la del Pacífico. Según algunas investigaciones, las personas deben caminar un poco más de 200 kilómetros desde Tecun Uman en Guatemala, hasta Ciudad Hidalgo, en México, lo cual es sólo el principio de dicho trayecto. Uno de los obstáculos que se encuentran en este punto son las amenazas generadas por la mara salvatrucha, que opera en esa zona. Los atropellos realizados por esta gente sólo son equiparables por los que realizan los zetas. Pero según la investigación realizada por el documental María en tierra de Nadie, más del 51 por ciento de los abusos contra los migrantes centroamericanos, son cometidos por las autoridades públicas.
El asunto importante es que también hay la otra cara de la moneda: organizaciones civiles y sociales que apoyan a las personas que van por el camino. Algunas, incluso, arriesgando sus vidas, porque su acción se topa de frente con las redes de corrupción arriba señaladas. Entre estas organizaciones están personalidades de la Iglesia católica, mostrando que al interior de esta institución también se da la autenticidad en el ejercicio de sus convicciones religiosas. El caso de Alejandro Solalinde es el rostro de muchos mexicanos comprometidos con los derechos humanos y la esperanza; que reclaman a los mexicanos postrados en el gobierno por no hacer una ley que permita el libre tránsito de los centroamericanos por tierras mexicanas: ¿cuánto sufrimiento más debe pasar para que el gobierno ponga remedio a este calvario?
