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domingo, 28 abril, 2024
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Pepenar en el relleno sanitario, una labor resumida en experiencias

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Por: EVA GAYTÁN •

■ Cerca de 80 personas trabajan actualmente en este espacio residual; comparten historias

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Diariamente en el relleno sanitario ubicado en Guadalupe trabajan en promedio 80 pepenadores quienes recogen diversos materiales desechados y posteriormente los comercializan diariamente en las empresas dedicadas a este rubro. Lo que más buscan los trabajadores es plástico, cartón y metales.

Alejandro Domínguez, es pepenador, vive en la colonia Tierra y Libertad en Guadalupe y se dedica a esta actividad desde hace 16 años, pero asegura que son más los años que tiene trabajando en eso, pues desde muy niño se colaba por las orillas del lugar para ayudar a sus padres.

En aquel entonces había niños en el lugar, pero todos entraban a escondidas porque no les permitían, sin embargo buscaban la manera de meterse o por lo menos trabajar en las orillas para ayudar a sus padres.

En el caso de Alejandro fue la necesidad la que lo hizo comenzar a trabajar en esa actividad que a su decir le agrada porque es honesta y no le roba nada a nadie, a pesar de que asegura que le gusta su trabajo no desea que sus hijos trabajen en lo mismo que él.

Él no está casado, está “arrejuntado” y tiene cinco hijos, cuatro de ellos están en la primaria y el otro es un bebé; a él le gustaría que estudiaran pero está consciente de que los dejará que tomen su propio camino, “yo qué gano con querer que sean licenciados,si deciden trabajar en la obra, ellos sabrán lo de que hacen”.

“De querer, pues sí quisiera, me gustaría que fueran licenciados, ingenieros pero qué gano si ellos no quieren”, dijo Alejandro mientras movía sus manos señalando a los ingenieros que trabajaban cerca del lugar.

El pepenador asegura que gana cerca de 300 pesos diarios y que sería mejor si los choferes de los camiones no revisaran primero.

“Hemos hablado con todos, hasta en la presidencia y dijeron que iban a hablar con los choferes para que nos dieran oportunidad de hacer nuestro trabajo, que nos dejaran algo, pero nada más hicieron caso unos 15 días y luego volvieron a lo mismo”, denunció.

Los padres de Alejandro dejaron de trabajar como pepenadores, luego de hacer eso durante 10 años en Zacatecas, pero ya habían realizado esa actividad en San Luis Potosí, por lo que no sabe cuánto tiempo duraron en la pepena.

 

La llegada

En el “cráter” del relleno sanitario se puede ver a decenas de hombres y mujeres hurgar entre los desechos, sólo voltean a ver quién llegó pero no se detienen en investigar lo que necesitan, algunos levantan la mirada un segundo y saludan con la cabeza otros más se sonríen entre sí y juguetean con lo que encuentran en el lugar.

Los camiones recolectores llegan al lugar y vacían el contenido, cada que llega uno los pepenadores que se encuentran más cerca corren para buscar cosas que puedan servir para su actividad.

Todos traen una bolsa de basura grande en sus manos, algunos más cargan costales enormes en los que van poniendo las cosas que servirán más adelante para hacerse de unos pesos.

Los conductores mueven sus camiones en el lugar, se estacionan y comienzan a levantar la carga para vaciarla donde les corresponda; los pepenadores sin miedo o precauciones se acercan a las cajas esperando que caigan los desechos y ser los primeros en agarrar cosas, algunos brincan para alcanzar lo deseado.

 

El descanso

Entre el trabajo de los compañeros y el cansancio del día un joven se sienta a descansar bajo la sombra de una camioneta estacionada en el lugar, él con camisa de manga corta, una gorra y tenis. Dice que tiene 26 años, de los cuales 6 ha trabajado como pepenador se siente viejo en la vida y más en su trabajo.

“Cuando cumpla 30 ya valí” sonríe mientras lo cuenta, dice que desde que están en el relleno trabajan más a gusto, todo está con más orden y ya casi ni hay pleitos entre los pepenadores pues cada vez son menos.

“Allá (refiriéndose al antiguo basurero de Guadalupe) sí, éramos muchos, hasta niños entraban a trabajar, pero ya aquí muchos se salieron, casi todos por lo lejos, porque ya no podían venir hasta acá porque está más lejos y mejor se retiraron”, opina.

Luego de platicar un rato se retira corriendo cuando ve que llega un camión recolector de Guadalupe, antes de que el chofer lo estacione agarra en su camino dos cajas llenas de jitomates, las pone a un costado y espera la caída de la basura.

 

“Por 300 ni me levanto”

Otro pepenador, se acerca, se recarga en una camioneta y comienza a platicar de lo maravilloso que es su trabajo porque no tienen quién le mande, descansa cuando tienen ganas y gana lo suficiente.

“Por 300 pesos ni me levanto”, dice cuando se le cuestiona acerca de cuánto recibe por lo que recolecta.

Él asegura que por día pueden ganar 500 pesos, “si uno se pone en friega y trabajas con ganas, pero si nada más andas a  moviendo poquito las cosas no sacas nada”.

El sujeto con lentes oscuros, vestido de negro observa un rato desde donde está y reconoce que antes sí le daba asco meterse en al montón.

“Yo empecé hace 5 años, al principio sí andaba por las orillas a ver qué veía pero poco a poco el organismo se fue acostumbrando y terminé metiéndome por todos lados, además con la esperanza de hallarse cosas mejores ni asco da”, dijo.

Comentó que uno de sus compañeros de oficio encontró el año pasado 25 mil pesos para Navidad, pero a él sólo le ha tocado encontrar “poquito 700 o mil pesos, pero a veces le va a uno mejor porque se encuentra un anillito de oro o algo así y pues sale mejor el día”.

El joven dijo que en general la vida de ellos es buena, el sueldo es más alto que en la obra y el horario más corto, pero al igual que Alejandro lamentó que los choferes de los camiones recolectores no les dejen más mercancía.

“Lo que llega ya viene revisado por los que andan en las calles, por las hormiguitas, los de los camiones de basura y de pilón ahora mucha gente separa la basura de su casa y van y la venden; yo he visto unos muy curros con carros y camionetas de lujo vendiendo 10 kilos de botellas, hasta da coraje”, expresó

El pepenador explica que los que trabajan ahí no padecen tanto de enfermedades, pero es porque cada año van de Servicios de Salud, los revisan y vacunan; “hasta de Sida nos hacen pruebas, nos vacunan contra el tétanos y lo que se pueda y se van”.

 

Las cigüeñas del tiradero

En la punta de las montañas de basura se pueden apreciar aves alimentándose, entre ella destacan algunas decenas de gaviotas que se mezclan entre los cuervos y a las que los pepenadores conocen como “las cigüeñas del tiradero”.

 

Los datos duros

De acuerdo al Inegi en el estado de Zacatecas diariamente se generan mil 267 toneladas de basura, lo que significa 865 gramos por persona.

Un estudio realizado por la Secretaría del Agua y Medio Ambiente (SAMA) arrojó como resultado que de los desechos que llegan al rellenos sanitario 37.9 por ciento son residuos alimentarios y de jardín; 14.3 por ciento son PET y plástico; 8.8 por ciento son vidrio; 8.1 cartón y 4.3 metal.

El dinero que pagan por el kilo de los desechos varía de acuerdo al material, los metales son los que podrían estar entre los mejores pagados, pues por kilo de aluminio en algunas empresas que se dedican a la compra lo pagan entre 13 y 15 pesos.

Las latas y el “fierro viejo” se encuentran entre 1.5 y 2 pesos el kilo; al igual que el papel y el cartón, el plástico y PET se pagan entre 2 y 3 pesos el kilo.

Un comprador mencionó que entre los mejor pagados está el cobre pero no supo decir claramente en cuánto lo pagaban.

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