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lunes, 17 junio, 2024
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Administrar la educación en tiempos de la 4T

■ El ser docente en el siglo XXI es animarse a enseñar sabiendo que no se conoce todo, pero con la certeza interior que tiene quien sigue buscando. —Laura Lewin

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

La Educación en México ha pasado por una larga y no muy halagadora trayectoria, se ha caracterizado por ser un instrumento de sujeción, alienación y control de los educandos; esto obedece a que no ha sido prioridad para los gobernantes y, lo que es peor, toman al proceso educativo institucional como trampolín político; no ha sido considerada la educación como una actividad eminentemente social. En la presente administración federal (2018-2024), se ha observado y sentido un poder absoluto de parte del presidente de la república, esto lleva al “máximo supremo” a que tome decisiones personales más que institucionales, las reglas del juego las pone él y de esta manera las legisla. A la fecha, no ha habido un proyecto educativo de impacto puesto que las decisiones tomadas tienen un tinte político más que académico.

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De tiempo atrás se han diagnosticado crisis educativas recurrentes, consecuencia de ello se tomaban decisiones erróneas o sesgadas; no fue sino hasta inicios de los 90 cuando la educación se convirtió en objeto de estudio y foco de atención, fue así como surgieron una serie de reformas. En el año de 1992 se firma el llamado “Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica”, con esto, se dieron una serie de cambios: en un primer momento, se descentralizó la operación de los servicios educativos, se renovaron los planes de estudio de educación básica, se establecieron los consejos de participación social y se creó la llamada “Carrera Magisterial”. Sólo en documentos se institucionalizó un programa de transformación y fortalecimiento de las escuelas normales, sin embargo, todas esas acciones y decisiones no han impactado favorablemente en el sistema educativo. 

En el año 2008 se firmó la “Alianza por la Calidad de la Educación”, se hizo una mancuerna perversa SEP-SNTE, formaron consejos paritarios y se renovaron de manera “integral” los planes de estudio de educación básica”. El Sindicato oficial y la SEP vivieron un notorio maridaje a grado tal que, a manera de complicidad, se dio el fenómeno de compra y venta de plazas docentes. En el 2013 se acabó esa alianza SEP-SNTE, tomando el Estado-Nación la rectoría de la educación, se prestó algo de atención a la formación inicial y continua, aunque no se fortaleció como debiera puesto que no se hizo notoria la profesionalización de la práctica docente.

De treinta años a la fecha, se han generado debates en torno al hecho educativo, se puso en la palestra la discusión y análisis acerca de lo que implica educar, surgieron varias propuestas y se construyeron proyectos que, a decir verdad, estaban bien encausados, pero mal aplicados. Lamentablemente y muy por encima de que la educación ha sido preocupación permanente del Estado, los resultados producto de la operativización de proyectos, no han sido favorables, se soltó la fiebre de las evaluaciones y, a raíz de los resultados obtenidos, se tomaban decisiones, mismas que siempre generaban problema entre los actores del hecho educativo; en suma, a pesar de que se mostraba interés por la educación, se le daba poca importancia.

En el gobierno peñista, se desató la fiebre de la “educación de calidad”, y todas las acciones para garantizarla giraban en torno a las evaluaciones, mismas que no eran otra cosa que acciones punitivas, esto sólo condujo a la confrontación entre maestros disidentes y el Estado. En este periodo se derrochó mucho dinero dado que pensaban que, dándole estímulos económicos a los docentes, se haría eficiente la práctica y profesionalización de la docencia.

Ante la imposición de esta reforma educativa, se generó confusión y desencuentro, incluso, se desató la violencia entre quienes estaban a favor de la reforma y quienes estaban en contra. Quien rotundamente se opuso a ella fue la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el argumento de dicha coordinadora fue que no era una reforma educativa sino laboral; hubo confrontación con la policía, confrontación que promovió el Estado, donde incluso se asesinó a varios maestros. Particularmente, tres factores fueron la causa de que la reforma educativa peñista fracasara; a) la violencia que desencadenó la imposición, b) la desinformación en torno a lo que implicaba la implementación de la misma y, c) que el hoy presidente de la república tomo como bandera de lucha esta reforma cuando éste se encontraba en campaña. 

Otro gran factor por lo que fracasó la Reforma Educativa peñista, fue el que no hubo ningún diagnóstico que soportara las decisiones de su elaboración e implementación, además de que no se consultó a los maestros. En sí, se deduce que todos esos tropiezos educativos, son consecuencia de una mala administración. 

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