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lunes, 20 mayo, 2024
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Sara Valenzuela, promotora cultural y compositora desde los 11 años de edad

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Por: ALMA RÍOS •

■ Participó en el grupo La Dosis; como solista tiene dos discos, Lado Este y En la cocina

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Sara Valenzuela (Ciudad de México, 1968) se resume a sí misma como “cantautora y promotora cultural”. Detrás de la brevedad de la presentación se encuentra una carrera de varias décadas dentro de la música, como vocalista y compositora, que han tenido como punto más álgido su participación en el grupo jalisciense de funk pop La Dosis, en el que participó del año 1994 a 2001.

En su trayectoria como solista ha realizado dos discos: Lado Este (2005) y En la cocina (2011). De este proceso de viajar en solitario por el medio musical, queda el testimonio en las letras de la primera producción que señala, “hablan mucho del sentirse frágil y de enfrentarse a ese momento en que dices estoy sola y tengo que empezar de cero”.

Recuerda de entonces, un momento en que su esposo la retó diciéndole: “okay, si quieres hacer algo sola…”, y le arrimó al instante guitarra, consola, micrófono y cable para rematar con un: “y ahora tienes que hacer canciones”.

Sara Valenzuela se inició como ejecutante en la música a los 11 años, cuando le regalaron sus padres una primera guitarra con la que luego se acompañaría para interpretar canciones y participar en concursos escolares de los que ganó muchos.

Lo necesario luego de La Dosis, implicaba dejar el trabajo en grupo, “aunque yo hacía las letras y las melodías pero era un consenso y todos aportábamos”. Se enfrentó así a lo que lo que realmente Sara Valenzuela quería decir y que dentro de la agrupación se había dejado de lado.

Su primer proyecto, abunda, habla del miedo, de la fragilidad, pero también del deseo “de encontrar salidas, luces al final del túnel”. En la cocina, una producción que esperó para salir a la luz mucho tiempo. Es un disco catártico, dice, porque sus inicios se aparejaron a la muerte de su padre.

Las letras hablan mucho de la pérdida, pero también de transitar los eventos de la vida atendiendo su propio tiempo. “Por eso se llama En la cocina, porque se da uno cuenta que no puedes apurar los procesos y que las cosas tienen que suceder en el momento en que van a suceder. Y en la comida es igual, sacas un plato del horno, un pavo navideño a la hora, pues va a estar espantoso ¡Capaz que le lleva cuatro horas!”.

Sara Valenzuela también fue una de las convocadas con su single Esta vez, para ser incluida en la tercera compilación de la serie Mexican Divas, donde se han catalogado a las mujeres más representativas de la música contemporánea del país.

“A mí me gustó mucho que me invitaran porque justo fue cuando estaba en ese proceso de hacer mis canciones y me habló Edmundo Navas y me dijo: oye voy a hacer este tercer volumen y te quiero invitar. Le digo: pero es que ya no estoy con La Dosis; pero me dice, no, te quiero invitar a ti”.

De un par de canciones eligió una, Para continuar, que sería luego elegida para incluirse en “un montón de compilados que estuvo chistosísimo eso porque ya me decían la chica compilado”.

La canción empezó a sonar, Sara Valenzuela fue convocada a presentarse. Con ocho canciones compuestas armó nueva banda “y empezamos a tocar y a tocar”, hasta que llegó el momento de grabar Lado Este.

La experiencia de Mexican Divas 3 le dejó relaciones que se convirtieron luego en amistades, como la concretada con Iraida Noriega, con quien posteriormente realizó proyectos conjuntos.

Sara Valenzuela es madre de Matías, de ocho años, y madre adoptiva, dice, de Luz, quien tiene cuatro. Con Iraida comparte las dificultades de compaginar este aspecto de la vida a la par una carrera artística.

“Iraida y yo lo platicamos mucho, pues tienes otro ritmo, ¿no? De repente todavía hay mucha gente que sigue como en esa onda del rock and roll, de me levanto a las dos de la tarde y no hago nada y me voy de reven y no puedes hacer eso…digo nunca lo hice, pero menos ahorita…”.

Sobre su inclusión de mujeres en el mundo de la música, dice para su caso, entró de forma muy natural y no cree que haya sido difícil. Pero recuerda también de sus inicios “eran muy escasos los grupos con mujeres al frente”. Y las que participaban lo hacían como vocalistas, “pero no había como ahora que puedes encontrar bandas totalmente formadas por mujeres”.

Para Sara no fue difícil involucrarse en este mundo, puesta desde primaria y hasta preparatoria, en un colegio que incentivaba las artes y con antecedentes sonoros eclécticos en casa, su padre escuchaba música folclórica; su madre, música de concierto; su hermano mayor, rock, funk y soul.

Lo que hace la artista actualmente, dice, son “canciones”. Elude hacer distinciones de género, pero aclara, aunque puede haber tintes de jazz, lo que interpreta no se inscribe en este apartado.

“Hay tantas cosas que oyes y tantos estilos que ya no siento que los géneros sean puros (…) ahora de repente son tan ridículas las definiciones como con 40 adjetivos, entonces más bien me gusta decir: son canciones. Y de repente suenan más a una cosa que a otra”.

La cantautora tiene asimismo, un camino hecho en la escena al lado del director y productor teatral, cantante y artista visual José Fors, que se remonta hasta los años de su enseñanza secundaria en el Instituto Pierre Faure, donde el autor de las óperas rock Dr. Frankenstein y Orlok, el vampiro, fue docente.

La también comunicadora, egresada del Iteso, está por cumplir este 2015, 25 años como locutora y productora del proyecto Sólo jazz que se transmite por Radio Universidad de Guadalajara, espacio que ha derivado en una serie de conexiones que luego propiciaron la incursión de Valenzuela como promotora cultural.

Sara Valenzuela cree en el poder de transformación social de la música, uno que señala, no ha sido explotado en México “como tiene que ser”. La expresión se relaciona con su participación desde hace ocho años en la Fundación Tónica AC, desde la que se promueve la educación musical de los jóvenes que no tienen fácil acceso a una formación pero también lleva conciertos y otras actividades escénicas a zonas marginadas del área metropolitana de la ciudad de Guadalajara.

Aunque asevera que Tónica no es un proyecto de grandes alcances, las cifras expuestas en la página oficial de organismo señalan al corte de siete años, el apoyo a 4 mil 481 estudiantes de música y 225 mil asistentes a sus actividades escénicas.

El mayor logro de la fundación es la organización del Jalisco Jazz Festival, donde han participado, se registra “los más importantes artistas, educadores y profesionales de la música, nacionales e internacionales: Don Byron, Dave Holland, Brian Lynch, Nicholas Payton e Iraida Noriega”.

En palabras de Sara Valenzuela, Tónica viaja por las rutas transformadoras de proyectos como las orquestas juveniles de Venezuela o el trabajo de Danilo Pérez en Panamá, “que está rescatando chavos que estaban perdidos en las drogas, en las pandillas”.

Con esta iniciativa y mediante experiencias lúdicas, Sara, conjuntamente con el músico Gilberto Cervantes y otros, pretenden interesar a los niños en “algo más sano que estar pintando bardas o vendiendo mariguana”.

Sara Valenzuela está preparando su tercera producción discográfica. De este momento en su vida, dice, refleja la conciencia de entender “que estás en un punto en el que ya no vas a recuperar muchas cosas, pero que tampoco las puedes seguir arrastrando y que tienes que aventarte al vacío. Y que ése es el momento en que a lo mejor pasan cosas y buenas”.

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