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lunes, 6 mayo, 2024
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2016: Creación política y candidaturas independientes

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Por: RICARDO BERMEO • Admin •

 

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(parte 2/2)

Los hechos son tozudos, las esperanzas…aladas

Rafael Cid

 

N i las candidaturas independientes ni los gobiernos de izquierda, son garantía de un cambio político efectivo, y agregaría que tampoco los movimientos sociales y/o ciudadanos, si no los acompaña –a ambos- una redefinición profunda de parámetros y paradigmas, una verdadera creación política democrática.

Se pueden señalar como claves fundamentales de la creación política, entre otras, una que considero central: la superación -definitiva- de la visión exclusivamente estadocéntrica, defendida tanto por quienes defienden sus privilegios utilizando el sistema de representación existente, como por quienes todavía tienen esperanzas -legítimas- de hacer funcionar de manera políticamente correcta, la democracia liberal-representativa, para convertirla -por fin- en un edificio bien armado, funcional, sin advertir como ha desembocado, en prácticamente la inmensa mayoría de países donde existe, en “democracias corruptas”, y en irracionalismos de toda laya, que en México se reflejan en la locura de una “guerra” que nos arrastra de la farsa a la tragedia interminable.

Se trata de una visión -la estadocéntrica- en “crisis”. Aunque el ascenso de la extrema derecha plantea -también aquí- numerosos interrogantes. Si nos circunscribimos a la “crisis de representación”, podemos constatar la generalización de esa crisis, en las consignas españolas del 15M…” dicen que es democracia pero no lo es”, “¡No, no nos representan!”, etc., que, junto a muchos otros, han cuestionado -en la práctica misma, y en el terreno de las ideas- las insalvables limitaciones del sistema liberal-representativo. Pero precisamente, esos cuestionamientos vinculan dicha crisis al conflicto, a la oposición antinómica -y antagónica- “desde abajo” que ha permitido visibilizar y ampliar esas “grietas”, ligando a las percepciones “destituyentes” (en las experiencias más importantes), los nuevos procesos de construcción de alternativas constituyentes o autoinstituyentes (capaces de engendrar un nuevo orden de sentido, nuevas instituciones, pasiones democráticas, afectos, modos de vivir en común, etc.).

Es obligado señalar –inmediatamente- que tales experiencias, han tenido muy diversas desembocaduras.

Constatamos, entonces la existencia de otros movimientos (¿o habría que decir “sociedades en movimiento”?) que desde muy diversos lugares plantean nuevas formas de hacer política, que apuntan a instituir como una forma de vida, la democracia; entendida como un aprender participando en tanto ciudadanos (de “a pie”, simples mortales), gracias a mecanismos tales como: el sorteo; la rotación permanente de las responsabilidades públicas; la autoformación y la paidea; la participación en asambleas; el apoyo mutuo, etc. etc. Diseñadas como mecanismos y dispositivos para ampliar el acceso al poder vinculante propio de la toma de decisiones – deliberadas y avaladas por los ciudadanos y ciudadanas, y traduciéndolas en políticas públicas, formulación de leyes, y procuración e impartición de justicia (para mencionar los tres poderes, el mal llamado “ejecutivo”, el legislativo, y el judicial). En suma, instituyendo la participación ciudadana en todas aquellas acciones que ligan indisociablemente (hasta que la muerte de la democracia los separe) el “gobernar” y el “ser gobernados”, para decirlo con Aristóteles.

Sin embargo, esas experiencias -a pesar de su extraordinaria riqueza- hoy, resumidas en el lema “mandar obedeciendo”, siguen quedando demasiado lejos, o en las antípodas, según la perspectiva política que se tenga, de los procesos electorales. Paradójicamente es, precisamente es contraposición, nuestro tema central a elucidar… ¿los candidatos independientes están dispuestos a dar ese giro copernicano, o mejor “einsteniano”, hacia el partido-movimiento? ¿Pueden las candidaturas independientes emprender esa reinvención de la política, en este 2016? (no sólo en Zacatecas).

Más allá de la experiencia en México, de Nuevo León -que escora peligrosamente-, de Kumamoto en la Legislatura jalisciense, entre otras, considero “productivo” recurrir a otros referentes, y España, a mi juicio, es un referente obligado, con todos sus avances y todas sus limitaciones.

Sin perder de vista las diferencias de contextos, la victoria electoral -a nivel municipal- en ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza, etc., gracias a las “confluencias” (amalgamas ciudadanas y partidistas), candidaturas ciudadanas que “llegaron al poder” municipal, convirtiéndolos –algunos, no-, con modos y velocidades muy diversas, en laboratorios políticos democráticos.

En esas experiencias -en curso-, junto al debate –europeo- muy atento y abierto, se pueden observar herramientas potencialmente, muy útiles, para replantear parámetros y paradigmas, y justamente eso forma parte del  interés que despiertan.

Su éxito se logró, siguiendo a Machuca-Prieto y Fernández, gracias a formas de “liderazgo distribuido, estructuras de organización flexibles en base a intereses comunes, horizontalidad en la toma de decisiones, escucha constante, participación colectiva”, elaboración colectiva del programa, etc. No se debió únicamente a las  primarias abiertas.

Y, junto con ello, la creación política de contrapoderes -movimientos sociopolíticos- manteniendo su autonomía, para poder incidir –desde afuera- cambiando la correlación de fuerzas en los gobiernos donde se logró la victoria.

¿Pueden las candidaturas independientes, u otras, abrirse a la creación política, iniciando, con alguna de ella, rupturas democráticas constituyentes? La invitación al debate está abierta. ■

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