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lunes, 6 mayo, 2024
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Un sujeto político central: madres y desaparición de personas (2/2)

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Por: RICARDO BERMEO • admin-zenda • Admin •

El 10 de mayo, en la glorieta del Ángel de la Independencia) Le pidieron hablar, no quiso hacerlo. Disculpándose conmigo, poco después, me decía que no, que no hubiera podido, visiblemente emocionada. Entendí, mejor -entonces-, la callada dignidad de su gesto, cuando minutos después, buscaba la imagen de su hijo desaparecido. Luego subiendo las gradas, permaneció ahí en silencio, sosteniendo su retrato -una fotocopia en blanco y negro, junto con los demás familiares, iguales en dolor, iguales en amor, iguales en sus exigencias de verdad, y de justicia.

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Sólo ese gesto compensaba -ya- aquel viaje, el peregrinar por las instituciones del sistema de administración de justicia, donde apenas y si logramos avanzar. ¿Por qué, a pesar de todo ello, me veo asaltado por este tipo de “insigths” con frecuencia? Tal vez, porque advierto, en germen, a una “sociedad en movimiento” (que antes despuntó, en las caravanas por la paz, después, con la brutal desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y en otros momentos). Un afluente, de una “corriente alterna”, que entre impedimentos y dificultades terribles, apunta a la creación de un sujeto político que desafía al régimen, con valentía -y lucidez-. Nuestras madres zacatecanas, nuestras madres de Ciudad Juárez, nuestras madres de las Caravanas por la Paz, nuestras madres del grupo AMORES, del grupo VIDA, de Enlaces, y de otras redes, asociaciones y colectivos, presentes por toda la geografía de éste dolor/país. Mujeres y familiares de víctimas, en contra de una violencia -ya- “institucionalizada”, decididas a continuar “Hasta encontrarlos”. Nos están mostrando el camino.

Con sus luchas, hacen visible ese otro mapa, el de -nuestra tragedia persistente-. Hacen más visible la tendencia hacia una versión mexicana del “totalitarismo al revés”. Una destinación que podemos percibir mejor, gracias al “escaneo” directo, generado por su incansable búsqueda, en las estructuras profundas de éste nuevo animal social-histórico, el capitalismo mafioso, vinculando -sistémicamente- las desapariciones a la corrupción, impunidad, estafa, expolio, desposesión.

La sinergia -y la resonancia- de los afectos, representaciones e intenciones, de este nuevo sujeto político, han agrietado hasta la ruptura, las “verdades históricas” tejidas para sostener la -cínica- simulación mantenida desde el poder. Más allá ¿cuántos jueces, agentes del ministerio público, policías, funcionarios, defienden una justiciabilidad que contraría la lógica del sistema así instituido? En lo que respecta a los casos de desaparición por particulares y/o desaparición forzada, la justicia estatal es tan lenta, e ineficaz, que puede considerarse -en una cantidad abrumadora de casos-, como prácticamente inexistente.

En un reciente comunicado, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (12/mayo/2016) denuncia esa política de simulación, y exige a los legisladores (dentro del marco de análisis legislativo sobre la ley contra la desaparición) a no reproducir el actual modelo de la Fiscalía Especializada en la Búsqueda de Personas Desaparecidas (FEBPD)-, cuyos “recursos y capacidades (…) se deterioran progresivamente”: el presupuesto (de 2016) se ha reducido 34%, con respecto al de 2014; el personal es reducido para atender el número de casos; no disponen de viáticos para el desarrollo de diligencias; ni de la tecnología necesaria; etc., etc.

En medio de esa compleja serie de conflictos, chocando con el Estado, con la delincuencia organizada, con sectores de la sociedad civil, incluyendo a los medios de comunicación masivos -y a aquellos actores sociales- que coadyuvan con el establismenth, estigmatizando a las víctimas, dividiéndolas, operando para evitar que se organicen colectivamente, destruyendo al periodismo crítico, atacando a los defensores de DH, etc. Las víctimas (un universo creciente) libran -así- durísimas batallas para reivindicar el sentido político-emancipador del…“vivos se los llevaron, vivos los queremos”, etc.

Desde el otro lado, apoyadas por organizaciones, organismos, y otros actores sociales que les acompañan (coaliciones, intereses, recursos -y limitaciones- que es necesario revisar puntualmente), las víctimas resisten, ofreciéndose apoyo mutuo, intercambiando información, experiencias. Enfrentando obstáculos, amenazas, revictimizaciones, se han ido convirtiendo en sujetos políticos. Ellas son portadoras de otros principios, que están en contradicción directa con todo lo que encarna el régimen actual, al que denuncian, y al que terminan exhibiendo, mostrando que su simulación, no es únicamente “inhabilitación programada”, es parte de una estrategia (poder blando/poder duro) de dominación de espectro completo.

Genéricamente, gracias a todas las víctimas que siguen rebelándose contra la injusticia, sabemos -hasta qué punto- “el rey va desnudo”. Gracias a su lucha perfilamos mejor esa otra justicia (y, una, seguridad humana “desde abajo”): nuevos/antiguos derechos; nuevas/antiguas responsabilidades; auto-institución de la sociedad.

Elucidando su caminar, acompañándolas -sin mistificaciones-, podemos lograr construir contenidos más radicales -y acciones más lúcidas- para lograr constituirnos en una “oposición que se oponga”, con la mira puesta en transformar un sistema que secreta dolor y muerte. Las víctimas nos ayudan a despejar el terreno, a interrogarnos sobre aquel “dormíamos, despertamos”, que no quiere decir nada sino se concreta.■

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