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lunes, 6 mayo, 2024
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El Canto del Fénix

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Por: SIMITRIO QUEZADA •

Amor:

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Consciente estoy de que ha pasado tiempo considerable desde la última carta de amor que te escribí. No sé: quizá José Luis Cuevas y las misivas gráficas a su esposa, quizá el recuerdo de Ricardo Neftalí o Pablo Neruda escribiendo cien sonetos de amor a Matilde, quizá las cartas de Juan Nepomuceno a Clara, quizá las de Jaime a Chepita, quizá los dibujos de Frida para Diego…

Atacado por la gripe, buscando salir de ella, en el nacimiento de la tarde me acerqué a tu hombro revestido de tela café y musité: “Voy a escribirte otra carta de amor”. Sonreíste con tu mueca muda. He querido darte esta carta ahora así, de modo público, para mostrar que la carta de amor que yo escribo para ti es la misma que cualquier lector puede escribir para su persona elegida para hacer el amor sobre el papel.

Recordarás que cartas te he escrito incluso desde una cantina en Fresnillo, a orillas del río antes florido, dentro de una casa que me prestarona un kilómetro de la de tus padres, en alguna pequeña vivienda de interés social, en cubículos, oficinas, calles y calles que me vieron distraído de ellas y concentrado en la pluma y hoja.

Recordarás que te entregaba cada misiva al final de nuestra plática sabatina o dominical. Recordarás que no antes de esos 55 o 57 minutos. Recordarás que la inicial de tu nombre “inicial de amor, de agua, de angelical, de alegría, de armonía, de arrebato, de alma” iba siempre remarcada con la tinta negra.

Escribo otra carta de amor con una esperanza de que ella y sus similares no mueran. Inundados entre luces de monitores, vorágines de chats y publicaciones egocéntricas, mensajes absurdamente llamados “de texto”, toques y caritas tan amarillas como sonrientes, parecemos perdernos a nosotros mismos. A nosotros y al amor que hemos construido desde abajo, desde la oscuridad, desde los momentos de compañía pero también de soledades, desde la escasez hasta la gradual bonanza no sólo material sino también espiritual.

Esta otra carta de amor no puede igualarse a las anteriores, privadas, parte de una historia que tú has hecho sagrada a pesar de mí. Pero es mi compromiso para seguir asentando por escrito pequeños testimonios de la evolución del sentimiento compartido, del proyecto de vida que inició con dos y ahora se duplica.

Lo que más agradezco a la vida es que no se precisa ser una persona perfecta para escribir una carta de amor como ésta. No se precisa ser el novio o marido ejemplar; no el ciudadano modelo o pareja impecable, inmaculada. Escribo del amor a la realidad imperfecta que a pesar de ello busca una plenitud. Escribo del amor que se extiende a tus fallas, a las mías, a las de los dos como un binomio dispuesto a seguir tal.

El hombre que busca hacerse tuyo siempre que abre los ojos ante la luz que nace.

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