Una vez que constatamos la emergencia política de grupos conservadores, y que hemos revisado sus argumentos, estamos en posibilidad de explicar por qué argumentan como lo hacen, y cuáles son las consecuencias sociales y políticas de esa forma de razonar. Daremos cuenta de la mecánica que produce la razón fanática, y después hablaremos de los efectos políticos de su fuerte emergencia en los últimos meses.
La primerísima forma en que opera la razón fanática es su imposibilidad de separar las nociones globales de las creencias éticas o religiosas y sus conceptos operadores. Pongamos un ejemplo que todos sepamos: el debate entre creacionistas y la teoría de la evolución en el siglo 19. Ese debate se superó cuando se logró vencer a la razón fanática que lo soportaba. Veamos: la idea de un universo no-eterno sino creado desde la nada (creatio ex-nihilo), fue una contribución del pensamiento judío que pasó al cristianismo. Pues bien, la manera de entender cómo se llevó a cabo la creación (concepto operacional) fue con apoyo de Platón. Asistidos por el Timeo (un diálogo de Platón) elaboraron complejas teorías con una idea central: Dios creó las Formas de las cosas, que son una sola, inteligibles e inmutables; después las Formas daban origen a las cosas concretas, que son múltiples, diversas y se descomponen (mueren). Sin embargo, la idea de Creación no es griega, sino judía, pero su concepto operacional es completamente griego. Por tanto, en sus orígenes de la creencia en la Creación, los conceptos operacionales eran otros, sobre todo los aportados por la cábala judía (el árbol de la vida) y otros. Pues bien, en el contexto cristiano fueron muchos siglos con la idea de Formas intermedias que operaban el proceso de creación, que se llegó a pensar que eran la misma cosa. Creación era como decir la generación de las cosas de una vez por todas por Dios, y donde a cada cosa correspondía una Forma inmutable específica. Así, cuando vino la teoría de la evolución en el siglo 19, y con ello, la destrucción de una Forma inmutable específica de cada cosa, se pensó que eso significaba negar la idea de creación, al grado que se opuso ‘creación’ a ‘evolución’. Pero no: lo que niega la evolución es el concepto operacional platónico de la noción de Creación, no la idea misma de creación. Cuando se entendió eso, vino la idea de la ‘Evolución Creadora’ de Bergson: el rescate de la noción de Creación, pero con un concepto operacional distinto al platónico, donde no hay formas inmutables ni nada de eso.
Pues bien, la razón fanática fusiona la noción básica con su concepto operacional y no puede distinguirlas. Por tanto, defiende los conceptos operacionales como si fueran las nociones básicas. Hay grupos actualmente que siguen oponiéndose a la enseñanza de la teoría de la evolución porque piensan que destruye sus creencias religiosas sobre la creación. Son expresiones de la razón fanática. Igualmente pasa con la noción de amor y familia. Lo importante con la noción de amor es que es una manera de vivir el espíritu de Dios. Es decir, una comunidad es un solo cuerpo (espiritual) compuesto de varias personas. Durante muchos años, se pensó que una forma específica de familia era la manera de constituir comunidades domésticas, expresiones del espíritu santo en la vida de la gente común. Otra era la comunidad monástica. Pero la razón fanática no distingue entre la noción de comunidad espiritual doméstica (creencia básica) de la idea de familia tradicional (concepto operacional). Y creen que al variar está última, se destruye la primera. Lo importante para el cristianismo es la búsqueda de comunidades de vida que sean expresión o manifestación del espíritu de Dios, no significa aferrase a unas de sus formas históricas concretas. ¿Puede haber comunidad espiritual con personas del mismo sexo? ¡Sin duda! ¿Pueden estar las familias homoparentales en el esquema cristiano? ¡Sin duda igualmente! Es la razón fanática la que lo ve imposible por su incapacidad de separar la noción básica de sus conceptos operacionales. De la misma forma que se puede ser cristiano, creer en la Creación y aceptar la teoría de la evolución, sin ningún problema.
Ahora bien, la mente fanática no escucha ni discierne. Después de los debates, repiten los mismos argumentos como si nunca se hubiera dicho nada. Es sorda. Esta sordera se junta con otra de sus obsesiones: el orden. El mundo debe estar ordenado de acuerdo a los ‘valores verdaderos’. Por ello, políticamente son conservadores. No es gratuito que fueron justo estos grupos sociales los que sostuvieron las dictaduras militares en América Latina, con el discurso del orden, claro está. En México, ahora mismo, observamos la acumulación cada vez mayor de poder político por parte de los militares, la Sedena pone y quita funcionarios (de seguridad) y controla territorios. Espero y no se crucen: militares empoderados y grupos conservadores en ofensiva política. La experiencia histórica de esa mezcla es fatal. La obediencia propia de la razón fanática en un régimen autoritario es la forma en que se ha dado término a las libertades. Esperemos y eso no pase aquí, aun cuando sus ingredientes están tomando cuerpo. ■
