En la recién jornada electoral de Argentina el triunfo fue para la derecha.
El peronismo de izquierda encabezado por el presidente Alberto Fernández y la inefable Cristina sufrieron un golpe al asumir la derrota donde habrá menos senadores, diputados y concejales afines al proyecto de los Fernández y con una población desanimada ante la grave crisis económica, el aumento de la criminalidad y la pandemia y la supuesta incapacidad de las autoridades ante el azote del Fondo monetario Internacional en el cobro de grandes intereses de una deuda impagable.
¡Mientras tanto frijoles y cebollas Zacatecanos se mercan en la zona norte Argentina, además de deportistas de bicicros jerezanos acuden a competencias deportivas en “la Madre de todas las ciudades! “la calurosa Santiago del Estero, muy cerca de la frontera con Bolivia, donde el dialecto aymara, quechua y guaraní se habla con gran esmero entre millones de argentinos que para nada sienten haber venido de barcos muy sufridos o venturosos.
El flujo comercial es innegable, más el cultural e histórico. Ya hemos apuntado aquí que mineros argentinos vivieron a jugar su suerte como buscadores de oro y de plata hacia 1870, aunque estaban contados, se mezclaron rápidamente entre otros aventureros gambusinos capaces de valerles madres su afán de salir de los atrasos y junto a los zacatecanos, ganar el pan diario, portar anillos de plata, traer ropa fina, degustar de comodidades muy en boga.
Los Zacatecanos degustan el vino de frescas uvas argentinas, hacen de comer con aceite de girasol y cártamo, cosa curiosa que Argentina siendo el granero del mundo desde hace 100 años, exporte maíz a México y esa población llena de kilombos rara vez pruebe el maíz entre sus pobladores mas que la famosa “sopa paraguaya” que es una especie de “polenta” con papa y huevo, pero de ahí no pasa, es decir, grandes cantidades de maíz son usados para la engorda de su ganado que exporta al mundo en barcos frigoríficos desde 1880, además de exportarlo, como el caso pa nuestro México tan querido en el mundo entero.
También hay televisores y automóviles argentinos en suelo mexicano. Leche, arroz, manzanas, desodorantes y un largo etcétera que es normal en pueblos que tiene ya mas de 130 años de lazos diplomáticos, culturales y comerciales que a ambos nos benefician.
Recuerdo en 2008 en sonadas huelgas y paros mineros argentinos, la presencia solidaria de los mineros zacatecanos era patente en su volanteo, en miles de ocasiones artistas zacatecanos han pisado suelo argentino en presentaciones artísticas, filmación de películas, libros, poemas, historias que tienen que ver con vehemencias, benevolencias y lazos muy hermanables.
Zacatecas tiene en su haber mucho del lenguaje argentífero por ser un pueblo minero, arroyos de la plata, gambusinos y patronatos, jurisprudencias populares, similitudes comprometidas con la diversa causa, el asombro, la comida, el negocio y la alegría.
La patria argentina vive ahora la conmoción.
¿Cuándo no?
Los pueblos no están quietos, fluye en sus venas infinidad de correrías que aglutinan en sus ciudades la prosperidad, aunque no sea pareja, confluyen los estudiantados desanimados por las pandemias que asustan y acorralan, merman la capacidad de engorda, es decir, la sobrepasan con nuevas enfermedades como la hiper obesidad, la depresión, el suicidio, la congoja, el miedo.
Zacatecas tiene afrentas y retos, uno de ellos, superar las agresiones a su vida cotidiana, si bien, su nivel de exportaciones asombra al mundo cervecero y frijolero, siguen muy en boga los chiles hueros que registran los paladares del mundo, la fama de los sampedros en el código postal de las buenas letras y la santificada y ahorrativa bohemia que es una función social entre intelectuales lagartones comodinos y afables a premios, prebendas y publicidades.
Registra Argentina su destino a pie y sin miedo: claman las voces por el cese al pandillerismo criminal de los motochorros que matan por un celular, mientras en Zacatecas otros 9 cuerpos colgados espantan al mundo y resignan a las juventudes zacatecanas al miedo, la precaución, el sosiego, la incertidumbre.
Cuando el embajador mexicano Alfonso Reyes reunía en la embajada mexicana en Buenos Aires a su alumno Jorge Luis Borges y ambos declamaban de memoria LA SUAVE PATRIA de Velarde o EL HIMNO DE LOS BOSQUES de Othón, -el potosino que siempre andaba pidiendo prestado y entre copas-, quizá intuían que ambos poetas calarían hondo en el desarrollo impresionante de las letras argentinas y, por ende, de la literatura en el mundo delirante.
