25.3 C
Zacatecas
lunes, 6 mayo, 2024
spot_img

Nombres propios’, una entrevista a Mercedes Alvarado

Más Leídas

- Publicidad -

Por: BEATRIZ PÉREZ PEREDA •

La Gualdra 603 / Poesía / Entrevistas

- Publicidad -

 

 

Mercedes Alvarado, (México, 1984). Escritora y docente, ha publicado Nombres propios (Elefanta, 2023), Días de luz larga (Elefanta, 2020) y Apuntes de algún tiempo (Verso Destierro, 2013). Autora y productora de Y hasta la muerte amar (2017), proyecto multidisciplinario que conjuga poesía, ilustración, música y animación 2D [www.yhastalamuerteamar.com]. Autora y productora de los cortometrajes de poesía ‘Pásele, pásele’, ‘Amor de carne’ y ‘Mi abuela tenía las caderas anchas’ disponibles en redes sociales.

Su libro Nombres propios fue distinguido como Libro del Año 2023 en la categoría de no ficción por la Cámara de la Industria Editorial de México. Algunos de sus poemas han sido publicados en diversas revistas, fanzines y antologías en México, España, Perú, Colombia, Portugal y Estados Unidos.

Su trabajo como poeta y guionista ha formado parte de diversos espectáculos escénicos en México, Indonesia, Noruega y Suecia. Entre 2014 y 2016 vivió en Noruega, país en el que gestionó diversos proyectos culturales, con especial énfasis en la literatura mexicana y la tradición de Día de Muertos.

 

Beatriz Pérez Pereda: Para mí tu obra se inserta en una tradición que justo ahora ha dado libros muy fuertes, hermosos y dolorosos por lo que cuentan: Dorsal, de Nadia López; La muerte golpea en lunes, de Maricarmen Velasco; y más atrás Antígona González, de Sara Uribe. Cómo dialogan tú y tu libro con esta tradición necesaria pero triste que habla sobre personas desaparecidas y víctimas de la violencia del crimen organizado.

Mercedes Alvarado: Es inevitable hablar de estas cosas. Inevitable. Ojalá que no tuviéramos que hablar de ellas, pero están tan presentes en la realidad del país que no puedes obviarlas. Es como pensar por qué hay poesía escrita por mujeres que nos habla de una relación distinta con el cuerpo o maternidades que ya no están idealizadas porque son parte de la realidad. El movimiento, los acontecimientos sociales, cambian y atraviesan los temas de los que escribimos porque nos atraviesan a nosotras como personas, como mujeres. Y una siempre escribe desde lo que es.

No puedes dejar de ver la realidad y esa realidad se va a meter en el poema. Pienso en algo que decía Victoria Amelina, la escritora ucraniana que falleció apenas este verano, víctima de un bombazo. Decía que había dejado de escribir novela y narrativa de ficción y había empezado a escribir poesía sobre estos temas porque la realidad se imponía a la literatura. Y me parece absolutamente cierto. No puedes hacer otra cosa que hablar de lo que te está sucediendo, en todos los sentidos.

Ahora, creo que también se está generando ya una tradición o que ya la hay, porque venimos con este asunto desde hace por lo menos una década, en la escritura y en la publicación de libros, aunque con la crisis de violencia tenemos más. Y ha ido evolucionando, ha ido cambiando; el primer impulso fue el de exponer, el de decir esto está sucediendo, volteemos a verlo y entonces se generaba un shock importantísimo. Y pienso en “Los Muertos” de María Rivera, que es un poema que fue súper impresionante en su lectura en la plaza pública llena de familiares y cimbra hasta el día de hoy. Lo primero era exponer esto nos está sucediendo. Y ahora, en los últimos años, hemos ido más allá; a mí particularmente me interesa qué pasa, a partir de esta exposición permanente a la violencia, en la parte más humana de nosotras. Porque si tienes un hijo, un hermano, un amigo desaparecido o desaparecida, impacta no sólo en los números, en el análisis social, económico, político; impacta en tu vida diaria y las acciones que tomas día con día. Ésta es la parte que más me interesa. Y creo que por ahí va también el esfuerzo de algunas colegas, y se seguirá escribiendo de esto irremediablemente.

 

BPP: En el prólogo a tu libro Nombres propios, Natalia Mendoza habla sobre una resignificación de la palabra búsqueda y cómo se asocia a los cuidados, y pareciera que el tema de las desapariciones está recayendo en las mujeres para escribirlo, qué opinas de esto…

MA: Natalia Mendoza señala, que pareciera que la labor de búsqueda se convierte en una extensión de las labores de cuidado, lo cual es absolutamente acertado. Ella lo verbalizó perfecto. Y es que se puede escribir desde los dos lados por supuesto, porque son temas que trascienden el género, el género biológico y la identidad de género. Pienso en Svetlana Aleksiévich con su libro La guerra no tiene rostro de mujer y en el que señala, en la primera parte del libro, que la guerra de las mujeres tiene olores, sabores y texturas distintas; es la misma guerra, pero cómo la contamos distinto, y eso tiene que ver con cómo somos educadas, porque somos educadas con base en roles de género y con base en un sistema que funciona mayoritariamente como un sistema binario. Sí es verdad que la mayor parte de quienes están en las labores de búsqueda son mujeres y eso tiene causas económicas y socioculturales. Porque si desaparece un hijo o hija y el papá tiene que seguir trabajando para traer dinero a la casa, la madre es la que sale a buscar, se van repartiendo las tareas de manera digamos muy orgánica con base en esa división de roles de género, pero no nada más. Ahora, también creo que yo le doy más peso al papel de las mujeres porque yo soy mujer y porque desde ahí lo estoy viviendo porque es imposible escribir desde lo que no eres.

 

BPP: Hay un gran reto en escribir libros como Nombres propios donde la poesía y lo social, lo lírico y subjetivo caminan junto a lo grupal, a lo comunitario y que el ejercicio siga siendo literatura, siga siendo poesía. Tu libro lo logra, cómo fue el proceso para llegar a esto.

MA: Es una pregunta compleja, yo he dicho varias veces que ese libro cuando se empezó a escribir yo no sabía que iba a ser un libro, no pretendía que lo fuera y en realidad ésa fue como la última parte del proceso. Cuando escribí el primer poema, que es Lamento por la vida de David, se estaba cumpliendo un año de la desaparición de David Sosa, mi amigo. Quizá lo que tenía en mente era poder nombrar de alguna manera lo que nos estaba pasando a nosotras, a su esposa, a sus hijos, a sus amigos, a quienes estábamos alrededor. Y en algún momento decidí que no quería usar este recurso de la apropiación de la voz, porque no era mi lugar. A mí me estaba atravesando esa desaparición y escribí con base en lo inmediato: cómo veo a su mujer, qué siento frente a sus hijos, cómo nos sentimos nosotros, cómo esta tribu, esta familia de vida que conformamos, está sobreviviendo a esto. Y ésa es la línea que maneja todo el libro. Hay momentos en los que la voz poética va a ser la de la ciudadana que dice, yo decido, la de la tía que quiere explicar palabras que son complicadísimas, la de la amiga que está extrañando, pero también la de la mujer que está acompañando a otras en el proceso, porque para mí sí es muy importante entender que este tema es colectivo totalmente. Es una desgracia que me sucede a mí en lo personal, voy a tener un duelo personal, pero se afronta únicamente desde lo colectivo.

Yo quería hacer esta pausa para decir dónde me está doliendo, cómo. Te estás preguntando, a lo largo de mucho tiempo, qué pasó con esta persona y eso de alguna manera te deja suspendida. Hay un acto violento contra la persona que desaparece, pero también hay un acto violento contra la familia y los amigos, quienes lo buscan. Esa violencia que se ejerce sobre las familias, te quita el derecho al duelo. Porque tengo que salir corriendo a buscar, porque tengo que ocuparme además de la casa, de los hijos, del trabajo, de mis actividades cotidianas, de hacer vida porque estoy viva. Pero la peor violencia que ejercen contra ti, al ser una víctima viva, ¿no?, muchos dicen víctimas indirectas y yo no sé si tan indirectas, ¿eh? Yo creo que son, somos, víctimas muy directas todas. La peor violencia que ejercen sobre ti es ésta, no tienes derecho a sentarte a llorar el tiempo que necesites llorar porque urge salir y hacer y buscar y urge contestarse ciertas preguntas aunque sepas que no habrá respuestas. Entonces, desde mi experiencia personal, ese proceso sólo es afrontable desde la colectividad, desde la comunidad de la familia y los amigos y la gente con la que haces vida.

Y tenía que ser poesía porque hay cosas que yo, Mercedes, no sé decir de otra manera. Me puedo sentar, investigar, hacer un paper académico, un ensayo, crónica o novela, pero en el momento en el que tú escribes una novela o cuento, estás ficcionalizando y a mí siempre me ha parecido que la maravilla de la poesía es que te permite aislar una imagen y esa imagen significa y detona. Por eso tenía que ser poesía, porque eso era lo que yo quería: mostrar estas imágenes de lo cotidiano donde se nota el agujero y cómo te ha transformado la vida. Yo no tengo otra manera para hacerlo más que desde ahí.

 

BPP: Tu libro empieza con una nota sobre la poesía en construcción, sobre que puede o no este libro tener su versión definitiva. Esto es interesante como propuesta de una escritura orgánica, flexible, que puede «crecer», (me recuerda un poco a Gloria Gervitz y su libro Migraciones) por qué incluir esta nota, Mercedes…

MA: Por un lado es eso, que no hay final, supongo que de alguna manera pensaba, -y esto quizá responde a una esperanza mía- que en algún momento podría suceder el “David apareció” y entonces cerrar ese periodo y abrir otro. Una esperanza muy ingenua, si tú quieres, pero que siempre va a estar ahí. Pero, también me gusta mucho lo que dices de Gervitz, porque Migraciones es un libro que me encanta. Puede que una esté escribiendo una sola cosa toda la vida, atravesada por dos o tres temas, dos o tres asuntos que te obsesionan en la vida y alrededor de las cuales te vas moviendo. Y también, Diane Di Prima tiene en su libro Loba justo una nota que es un poco así, esto es un working progress, es el término que ella usa. Y pensaba en este libro como lo que es lo que es ahora, porque ahora decidí editarlo después de años en que se fue acumulando el trabajo, pero no sé qué más va a pasar. Cuando digo el aplastante sentido de la realidad, es porque no sé si ésta va a ser una etapa histórica en la que no habrá tantos desaparecidos, o si en diez años resulta que se cuadruplicó la cifra, que ojalá que no. O si, como le ha pasado a Argentina, que ahora hablan de sus desaparecidos, torturados, asesinados desde un lugar, desde un tiempo pasado y desde la recuperación de la memoria. Nosotros no estamos ahí, aunque me encanta pensarlo como escenario futuro. No sé qué va a suceder y era un poco esta disculpa, una aceptación pública del libro es lo que tengo por decir ahora; quizá en unos años tenga algo más que decir, no lo sé, o quizá no.

 

BPP: En la presentación del libro La muerte golpea en lunes, de Maricarmen Velasco, a petición de ella estuvieron reunidos muchos colectivos de búsqueda de desaparecidos; en tu caso, al publicar este libro, cómo ha sido la comunicación con los lectores, qué papel juega el lector dentro de esto de lo colectivo…

MA: Esta pregunta tiene, para mí, dos respuestas. La primera es que la escritura del libro responde a una personal e individual. Para nosotros, como familia de vida, el texto nos permitió mirar y entender cómo ha cambiado nuestra manera de nombrar la desaparición a lo largo del tiempo, cómo hemos asimilado algunas cosas y, sobre todo, reconocer cómo hemos aprendido a sobrevivir. No deja de doler, pero la ausencia se asimila en la vida cotidiana y es una presencia constante.

Y la otra parte es la colectiva. Una cosa muy bonita que ha pasado es que a las presentaciones han asistido integrantes de colectivas de búsqueda que lo han recibido generosa y amorosamente, porque creo que el libro, de alguna manera, permite también un espacio de diálogo. Pensemos en estas mujeres que su vida diaria es organizar la logística de cuántas cuerdas, cuántos picos, cuántas camionetas, cuál es la ruta, etc.; actividades logísticas y muy pragmáticas necesarias para hacer frente a una situación que es absolutamente abstracta y oscura. Y de pronto, el libro ha venido a ser como una invitación a pausar y preguntarnos ¿Cómo lo estás asimilando tú? ¿Cuál fue el cambio en tu casa? ¿Estás yendo a terapia? ¿No estás yendo a terapia? ¿Yo siento esto? ¿A mí también me llega por acá?, para compartir las maneras que se han encontrado para ir haciendo vida. Esta conversación ha sido, la verdad, la cosa más rica, lo más bonito que ha estado sucediendo con ese libro.

 

BPP: ¿Qué piensas ahora? ¿Qué quieres escribir? ¿Ya saliste un poco de este tema? ¿Qué es lo que viene?

MA: Primero hubo un proceso de desintoxicación, yo también hacer una pausa y respirar; dejé de ver las noticias y consumir ciertos contenidos durante unas semanas porque estaba agotada emocionalmente. Estoy escribiendo, sí, sí estoy escribiendo. Estoy trabajando en cosas que tienen que ver con la apropiación del lenguaje desde el ser mujer, con qué lenguaje nos estamos nombrando y cómo y por qué y desde dónde. Y bueno, estoy traduciendo a poetas noruegos, que también ha sido un gran descanso, parar un poquito el trabajo creativo en lo que se hacía el trabajo de edición del libro y leer un montón y traducir, un remanso mental. De hecho, fui a la FIL a una mesa de poesía nórdica. Entonces, por ahí va, creo que definitivamente yo seguiré escribiendo sobre temas que están relacionados con esa óptica particular que tenemos las mujeres para decir algo, aunque no sé si eso va a llegar a ser un libro o no, ni por dónde, estoy en el proceso de exploración a ver qué pasa.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_603

- Publicidad -
Artículo anterior
Artículo siguiente

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -