La tolerancia, la libertad de expresión y el respeto por los derechos humanos son valores muy estimados en la sociedad actual. Todos los exigimos, aunque no todos estamos igualmente dispuestos a brindarlos. Y peor aún, en una sociedad tan diversa y desgraciadamente polarizada como la nuestra estos valores han perdido su objetividad y son presa de las más absurdas y descabelladas interpretaciones.
Esta semana que termina transcurrió en medio de grandes debates tanto en las televisoras, en la prensa escrita y sobre todo en las redes sociales, espacios modernos de comunicación e intercambio, con las desventajas que ofrece un medio como este usado muchas veces de forma anónima para atacar y destruir; sin embargo, es más lo positivo de un medio tan nuestro como el Internet.
El sábado 5 de septiembre se realizó en múltiples ciudades del país una marcha a favor de la familia, dicho evento fue convocado por el Frente Nacional por la Familia, que reúne una gran variedad de grupos y asociaciones. Según datos de los organizadores marcharon en este día 1, 148, 580 personas. Resulta significativo que desde este día el debate no ha parado y han sido muchos los que han alzado la voz para expresar su rechazo o aprobación. Este dato no puede sino ser valorado como positivo, que bueno que podamos expresar nuestros puntos de vista, es muy positivo que haya medios, como este periódico, que permita la participación plural de quienes en la sociedad tenemos puntos de vista diversos y en ocasiones contrarios. Bienvenido el debate.
Sin embargo, sí me parece oportuno resaltar que aunque hemos crecido mucho como sociedad y hablamos de tolerancia y respeto, todavía no hay plena correspondencia entre exigir respeto y respetar. Resulta significativo que en nombre de la libertad de expresión se busque censurar y que asumiendo la bandera de la tolerancia y la no discriminación se pretenda denigrar y discriminar. Quienes salieron a la calle a expresar su desacuerdo a la iniciativa del presidente por que la consideran un ataque a la familia natural y tradicional, lo hicieron movidos por sus convicciones y valores, muchos también motivados por sus creencias y su fe, por qué entonces se les tacha de fanáticos y homofóbicos.
Menciono sólo dos espacios utilizados para censurar y discriminar. Por un lado las redes sociales, el día de la marcha y los días posteriores se inundaron de expresiones en contra de la marcha por la familia. Resalta significativo como los pseudo-periodistas alfiles de Televisa inundaron el Twitter con mensajes en apoyo a la “diversidad” y en contra de la marcha, utilizando la etiqueta #TodosSomosFamilia. Y el lunes, en el noticiero estelar matutino, realizaron una especie de debate en el que invitaron a un representante del Frente nacional por la familia y a un activista en defensa de los derechos de las minorías, hasta aquí todo iba bien, pues eran dos personas invitadas para defender sus posturas, pero a la hora del debate por lo menos dos de los tres periodistas anfitriones tomaron postura abierta en contra del Frente nacional por la familia, por lo que la situación era tres contra uno.
Y por si esto fuera poco, conscientes de que un noticiero como este no llega a todos los mexicanos, sacaron su artillería pesada y en uno de sus programas de la tarde (Como dice el dicho) abordaron el tema de la homosexualidad, mostrando de manera tendenciosa al típico joven homosexual víctima de la discriminación y la violencia a causa de sus preferencias sexuales, para terminar dejando el mensaje de que cada quien es libre de elegir sus preferencias sexuales y nadie tiene derecho a oponerse o a juzgar.
Somos una sociedad plural y todos tenemos los mismos derechos, uno de ellos es la libertad de expresión, pero tal parece que aquellos que marchan el día del orgullo gay pidiendo tolerancia no están dispuestos a tolerar y los que abiertamente defienden estas marchas se mostraron intransigentes ante una que propone lo contrario. Más de un millón de personas marcharon pacíficamente, expresaron su posición respecto a un tema concreto. No se vale que se les quiera descalificar, acallar y por tanto discriminar. Su voz también debe ser escuchada. La verdad no siempre es políticamente correcta ni popular, pero es la verdad. ■