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lunes, 6 mayo, 2024
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De opresión y mundo abierto

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Por: RENÉ LARA RAMOS • admin-zenda • Admin •

Se antoja aventurar la densidad, como palabra, para auxiliar hacia el análisis y alguna compresión de lo que hoy sucede a nuestro y en nuestro país. Como si eso ayudara a comprender la agregación, acumulación de elementos que son sucesos emergentes o gravitantes en la atmósfera, degradada y degradable, de un neoliberalismo, sui generis, por facilitar tanto la reproducción del sistema político, como  la de los mismos actores colectivos o individuales que pululan, cada uno, no con tanta libertad, como la quisieran o fueran capaces de generarla y tenerla. Las consecuencias de esto se densifican en acciones con sentidos varios, dentro de lo que hoy políticamente permite hacerlo (o no): el llamado modelo neoliberal, (di)vulgarizado como neoliberalismo entre la pluralidad de actores, a los que interesa su operar o quieren normar su actuar, no absolutamente. Tal vez por y para ello, sexenio tras sexenio, la economía y el Estado son manejados por neoliberales “de pura cepa”, esa es su pretensión y actúan de acuerdo a ella para garantizarlo. Véase cómo, mediante acciones del arraigado dogma gubernamental de la privatización de todo tipo de recursos naturales, poco a poco o en sector o masa, éstos son adquiridos por “privados”, bajo la insignia del empresariado, al que se supone, de ese modo, va a fortalecer al lugar, la región, el estado y el país: mediante la “explotación” de su “diversa” iniciativa, justo, en el sentido neoliberal, favorecedor, favorable y servil, al capital, lábil promesa, al final, más incumplida que cumplida, como consecuente crecimiento o desarrollo para las grandes mayorías, si algo hace capital al capital es ahorrar en trabajo y bienestar, para incrementar más sus ganancias. Absurdo.

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Por eso no es extraño, sino norma: si hacia algo tiende el capital es a controlar a la gente, la naturaleza y al Estado, para que esa “institución”, (aun sin controlarla, pues la controlaría el mercado,) pueda crear y poner a su servicio instrumentos de política que faciliten intensificar, cada vez más, procesos que reditúen mayores ganancias privadas, a disfrutar por los capitalistas, hasta sin contribuir a crear más y mejores bienes públicos para beneficio de toda la población. En el contexto neoliberal, si el habitante – ciudadano quiere mejorar y vivir mejor, tiene que costarle, aunque se trate de bienes públicos como la educación. Ésta, por sí misma, no garantiza el empleo a los educados; ni siquiera a los mejor educados o de excelencia, sino el paradigma del neoliberalismo: o sea, el mercado. Uno, cada vez menos libre, por la acción de monopolios, concentradores de bienes y servicios públicos, que lo regulan y median entre los recursos nacionales, los habitantes y al mercado. Mediación traducible en la aparición y promoción del consumo de mil y una mercancías o chucherías inútiles. Chatarra, cuyo consumo, de continuo es activado por los medios de comunicación privados y genera pingues ganancias también privadas. En eso, las telenovelas asumen “el dictado” de la moral y aspiran a presidir las costumbres, no sólo con comerciales, sino difunden  “verdaderos” sistemas de vida. (Je, je, ¿mundos de la pseudoconcreción?)

Curioso lo que ocurre, en estas condiciones prevalecientes, concomitantes al sistema político (¿y cultural?) como tal. ¿De qué o con qué densidad cultural y política se cuenta hoy, a nivel generalizado, como para presidir una interacción en la que sean los ciudadanos, quienes controlen mediante política o políticas, o su imaginación, al mercado y no al revés, si, al fin de cuentas, el mercado controla la política en este presente, a veces tan oprobioso, en el sentido de ignominia, afrenta y deshonra generalizada y hasta hoy cultural y políticamente impune, además?

Je, Je, un ejemplo de la perennidad  estatal de ese mecanismo, ¿pleno de absurdidad? La negativa, sexenio tras sexenio, para que la Universidad Autónoma de Zacatecas, tenga su radiodifusora y su canal de televisión, institucionalmente, propios. Como se estila decir, en lenguaje popular: ¡Órale, Gobernador Tello, échate ese trompo a la uña! Con voluntad y un buen y consistente debate de por medio, eso es totalmente posible. No se trata de erigirle una estatua, si lo hiciera, pero los zacatecanos se lo agradecerían cultural y enormemente, y con gusto y seriedad se prepararían para tomar parte en tal nueva realidad. Por supuesto, el “Gober” Tello, desde hoy podría integrar y poner a trabajar en eso un equipo mixto, en el cual, además, del Gobierno del Estado y la UAZ, hubiera presencia ciudadana, buena posibilidad.

A su gobierno, al de Tello, desde hoy se presentan situaciones lacerantes que habrá de afrontar. ¿Con qué equipo y mediante qué política e instrumentos, mejores a los de hoy, enfrentará una desigualdad como la mencionada ayer en la primera plana de La Jornada, Zacatecas: 1% de zacatecanos ricos gana 123 veces más que los pobres? ¿Cómo reducir tal brecha? ¿Lo asumirá como tarea? ■

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