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sábado, 27 abril, 2024
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El Plan de Guadalupe

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

Después del Cuartelazo de la Ciudadela, Victoriano Huerta como Presidente de la República, fue reconocido por el Senado y la Cámara de Diputados. El 22 de febrero (1913) fueron asesinados también Francisco I. Madero y Pino Suárez.

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Por otra parte, Huerta obstaculizó las elecciones para presidente y vice presiente, al aplazarlas el Congreso por gestión suya. Por tal motivo, Félix Díaz y Francisco León de la Barra, que deberían ser candidatos a esos cargos, en los términos del Pacto de la Ciudadela, que dio fin a la Decena Trágica, retiraron sus candidaturas.

El movimiento Revolucionario en contra de Victoriano Huerta, se inició tan pronto como fue designado presidente. Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila se rebeló por considerar que tal designación era anticonstitucional, e invitó a los gobernadores a secundar el movimiento que tomo el nombre de Constitucionalista, ya que lucharía por el respeto y observancia de la Constitución.

Con ese objetivo, el 26 de marzo de 1913 se suscribió El Plan de Guadalupe, en la Hacienda del mismo nombre del Estado de Coahuila. Este Plan de carácter político, desconocía a Huerta, nombraba a Venustiano Carranza Primer Jefe de la Revolución y Presidente Interino, y señalaba el procedimiento para elegir nuevo presidente. En las adiciones a ese Plan, hechas por el propio Carranza en diciembre de 1914, se propone la expedición de leyes agrarias y laborales, que garantizaran la igualdad de los mexicanos entre sí, así como reformas legislativas en materia política, social y en el tema de justicia.

Un grupo de distinguidos revolucionarios, encabezados por Álvaro Obregón, Benjamín Hill y Plutarco Elías Calles entre otros, abrazaron inmediatamente la causa, Francisco Villa y José María Maytorena, se lanzaron contra Huerta en forma independiente, aunque pronto se adhirieron al constitucionalismo.

     La lucha armada contra el huertismo, comenzó en febrero de 1913. Aparecieron brotes revolucionarios en todo el territorio nacional, con cuatro columnas principales: la de Álvaro Obregón, al frente del Ejército del Noroeste; la de Francisco Villa y de Felipe Ángeles con la División del Norte; la de Pablo González al frente del Ejército Noreste, y la de Emiliano Zapata con el Ejército Libertador del Sur.

Huerta no pudo contener los ataques de los rebeldes; derrotado, el 15 de julio de 1914, renunció a su cargo ante el Congreso de la Unión, el cual designó como presidente interino, al Secretario de Relaciones Exteriores, Francisco Carbajal.

Las diferencias entre Carranza y Villa, se iniciaron, se iniciaron desde la adhesión de este al constitucionalismo. La invitación que se le hizo, marcó la primera discrepancia, ya que se negó a quedar militarmente, bajo las órdenes de Obregón, e indicó que sólo acataría las de la primera jefatura. Carranza, que necesitaba su apoyo, se vio obligado a aceptar esta condición.

La Revolución Constitucionalista tuvo grandes problemas, pero quizá el de mayor trascendencia fue el anarquismo militar; las diferencias entre Villa y Carranza se acentuaron, y ninguno de los dos trató de disminuirlas.

Esto dio lugar a que del 4 al 8 de julio de 1914, se celebraran pláticas conciliatorias entre los representantes del Cuerpo de Ejército del Noreste y los comisionados de la División del Norte.

El resultado de ellas quedó plasmado en El Pacto de Torreón, en el que lo más importante fue la integración del gobierno provisional, y la indicación de que el Primer Jefe, al asumir el ´poder, formaría su gobierno con civiles y militares, villistas y carrancistas; que se debía convocar de inmediato a una junta o convención revolucionaria de jefes militares con mando, la cual designaría la fecha de las elecciones generales, así como la elaboración de los programas de gobierno.

Carranza no aceptó dichos acuerdos, pero sí la sugerencia de convocar a una junta revolucionaria. El Pacto de Torreón, sólo estaba firmado por dos grupos y, para que tuviera validez, era indispensable que contara con la aprobación de la mayoría de los revolucionarios.

El triunfo de la Revolución Constitucionalista, se consumó con la firma de Los Tratados de Teoloyucan, y con la ocupación de la Ciudad de México.

En los primeros días de septiembre (1914), se envió a las columnas constitucionalistas, la convocatoria para la junta de generales, gobernadores y jefes con mando de tropa, que se celebraría en la Ciudad de México el 1 de octubre, a fin de tratar lo relativo, al restablecimiento constitucional, así como las disposiciones de orden militar. No acudieron a esta reunión, las representaciones de la División del Norte, como tampoco las del Ejército del Sur, ni del gobernador de Sonora.

En la sesión del día 3, Carranza, como lo había prometido, al leer su informe, enfatizó que el mando del ejército y el Poder Ejecutivo que le fueron depositados, sólo los entregaría a los ahí reunidos, y por tal motivo, ante ellos presentaba su renuncia. Se retiró, para que pudieran discutir con toda libertad sus propuestas, con la seguridad de que sus decisiones, estarían inspiradas en el bien supremo de la patria. Por acuerdo unánime de los delegados presentes, no le fue aceptada su renuncia, y resolvieron que debería continuar desempeñando ambas funciones.

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