La evaluación es un término que tiene múltiples connotaciones, muchos significados y usos también diferentes; es un proceso sistemático que debe ser abordado como disciplina y como práctica profesional, no es una ocurrencia como suele ser tratada, incluso hasta constitucionalizada. Actualmente los resultados que se han obtenido como consecuencia de evaluar diferentes aspectos en el ámbito educativo han servido de mofa e ironía, en sí, la evaluación se ha fetichizado a grado tal que ha perdido el rumbo y con ello pretenden encontrarle soluciones mágicas.
Históricamente, la educación en México ha tenido muchas deficiencias, se diseñan modelos curriculares que son consecuencia de ocurrencias académicas, se crean escenarios ficticios y a partir de ello es como se imponen dichos modelos; se imponen esquemas evaluativos rígidos y descontextualizados a grado tal que los instrumentos no son evaluaciones sino exámenes que sirven más como instrumento punitivo que como experiencia de aprendizaje o de diagnóstico. La infraestructura educativa por lo general es deficiente e insuficiente, el presupuesto que se asigna, no es inversión, es gasto; éste, además de ser insuficiente, se administra de manera inadecuada.
Cierto es que la evaluación debe ser una necesidad para saber cuál es el estado que guarda el sistema educativo, ¡¡¡pero si ya sabemos cómo se encuentra!!! entonces para qué evaluamos, para que se tira el dinero de esa manera ¿no será mejor invertir ese dinero en proyectos de formación y actualización de docentes y administrativos? ¿Por qué no se habla de una evaluación al sistema educativo en vez de evaluar solo a los docentes, directores y supervisores?
La Secretaría de Educación Pública se ha cizañado con los docentes a grado tal que los ha creado y ahora los quiere destruir aplicándoles exámenes que no van acordes a los proceso formativos de los mismos. La SEP es un aparato burocrático enorme e ineficiente, los cuantiosos recursos que se manejan en el sistema educativo a menudo se destinan a proyectos injustificados, ¿por qué no se evalúan como debiese este tipo de proyectos?
La educación en México a la fecha no ha respondido a las necesidades de una sociedad que más que informada, necesita ser formada, una sociedad que sea del conocimiento más que de la información. Lamentablemente la influencia que han ejercido los medios de comunicación es dañina al proceso formativo de los educandos, los contenidos de sus programas son extremadamente pobres a grado tal que para lo único que sirven es para distorsionar el sentido social de la realidad. Estos contenidos también deben ser evaluados dado que quienes los producen tienen un sentido sesgado de educación.
Cierto es que la preocupación principal de una sociedad que se dice de primer mundo, debe ser la de buscar los satisfactores mínimos necesarios para estar en condiciones de desarrollarse de manera adecuada, hoy día, el rendimiento académico de los educandos es deficiente dado que deficiente es también su alimentación e incluso su sobrealimentación; tan grave es un extremo como el otro; necesario es que se atienda de manera urgente este problema dado que también nuestro sistema educativo está famélico, y si a esto le agregamos el conflicto que puede avecinarse por la imposición “constitucional” de la evaluación, la situación se podría poner insostenible.
Es legítimo que un sistema de gobierno se preocupe por promover una educación de calidad, ante ello no creo que una evaluación a los docentes sea la salida adecuada para decir que de esta manera se garantizará esa calidad tan añorada, lejos de solucionar el problema, lo agravaría aún más puesto que sólo serviría para etiquetar a los maestros y para provocar entre los padres de familia la preferencia por un maestro que haya resultado aprobado o el rechazo hacia otro que haya reprobado. Sería una torpeza si se promoviera este tipo de evaluaciones dado que provocaría problemas sociales y laborales de grandes magnitudes.
Creo que el magisterio no rechaza la evaluación, tal vez el rechazo obedece a la tendencia perversa por exhibir a los maestros dado que demostrado está que los instrumentos estandarizados sólo sirven para saber cuál es el nivel de avance que se lleva en un programa determinado mas no para medir o valorar el desempeño de los docentes, la verdadera evaluación debe hacerse en el contexto y con otro tipo de instrumentos. ■
