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lunes, 6 mayo, 2024
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Pantalla Nómada / Bowie: El hombre que dejó la tierra

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Por: La Jornada • Admin •

“Ambigüedad y rareza no son imperfecciones, son lo que hace al mundo girar”, escuchamos decir al marciano filósofo que irrumpe por momentos en la película Wittgenstein (Derek Jarman, 1993) haciendo de interlocutor del célebre pensador austriaco.

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La sentencia del alienígena no suena disparatada. La indeterminación y la extrañeza lejos de confundir pueden contribuir a orientar o reorientar las cosas a manera de que podamos explicarlas mejor.

En la figura del extraterrestre tenemos incluso una magnífica vía para la observación de lo humano fuera de sus márgenes. Funciona curiosamente para intentar explicar, desde un aparente afuera, nuestra naturaleza humana y nuestro mundo.

Indeterminado, andrógino, sideral, fueron adjetivos para el extravagante personaje creado para sí por David Bowie en 1972, Ziggy Stardust. Hombre de máscaras y apariencias, de roles y ambivalencias, el cantante británico recién fallecido asumió entonces el papel de un marciano que llegó para “volar nuestras mentes” (Starman) con su poesía profunda y distópica.

La muerte del artista el pasado 11 de enero ha desatado comentarios diversos sobre su inmenso legado. Todavía se sigue escribiendo sobre sus aportaciones al arte, la industria musical, el pop y la cultura contemporánea. Por supuesto, sobre sus apariciones en la gran pantalla colaborando con directores como Tony Scott en El ansia (1983), Nagisa Oshima enFeliz Navidad Mr. Lawrence (1983), Julien Temple en Absolute Beginners (1983), Martin Scorsese en La última tentación de Cristo (1988), Julian Schnabel en Basquiat (1996) y Christopher Nolan en The Prestige (2006), entre otros títulos, aunque no muchos.

Por supuesto, está también el filme que tal vez nos ofrece al mejor David Bowie cinematográfico. En El hombre que cayó a la Tierra (The man who fell to Earth, Nicolas Roeg, 1976), prácticamente encarna mucho de aquello sobre lo que se ha fundado su mito. Es decir, un ser apartado de lo convencional y lo ordinariamente humano, de magnetismo misterioso y prodigiosa intuición.

La película se basa en la novela homónima de Walter Tevis publicada en 1963; y más de 50 años después el filme ha sido la base para que el artista escribiera junto con Enda Walsh la pieza teatral Lazarus, dirigida por Ivo Van Hove. El musical está terminando temporada en el New York Theater Workshop y estará de gira por el Reino Unido.

A lo largo de su carrera Bowie hizo gala de notable versatilidad al interpretar cualquier cantidad de papeles en el escenario. Y quizás el rol de ente extraterrestre se ajustó mejor a su propósito de mantener un sello de originalidad. Con ello despertó máximo interés a partir de proyectar una pinta estrambótica y una ambigüedad sexual que parecieron estratégicas para una exitosa autogestión de su persona.

TRAILER: https://www.youtube.com/watch?v=BDsKB8MMIEY

En El hombre que cayó a la Tierra Bowie interpreta a un alienígena quien adopta personalidad humana con el propósito de trasladar agua a su moribundo planeta azotado por una sequía. Al tiempo que añora a su familia, consigue destacar como propietario de valiosas patentes, lo que lo lleva a trepar muy arriba en la escala financiera. Una vez dueño de multimillonarias empresas, hace lo posible por conseguir su propósito y así retornar a su mundo.

La personalidad de Bowie se compaginó a la perfección con las pretensiones artísticas de Roeg, autor de un cine por demás imaginativo e iluminado. No por nada Nick James, editor en jefe de la revista Sight & Sound, ha visto a este realizador londinense como el padrino de una estirpe de cineastas británicos a los que llamó “soñadores”, pues han sido capaces de impregnar en su trabajo un sentimiento onírico.

Luego de conocer el documental televisivo Cracked Actor (Alan Yentob, 1974), Roeg percibió a Bowie como la persona ideal para hacer de su protagonista, el solitario Thomas Jerome Newton. En su libro The world is ever changing, el director habla de la impresión que le causó el intérprete: “Realmente llegué a creer que Bowie era un hombre que había llegado a la Tierra desde otra galaxia. Su comportamiento social era extraordinario – apenas se mezclaba con alguien. Parecía estar solo – al igual que Newton en la película -, aislado y solo”.

La gradual enajenación del personaje a lo largo de este filme de ciencia ficción, envilecido por el alcohol y la bazofia televisiva, es una manera de exponer fuerzas que someten al individuo y lo reducen a una ‘cosa’. Al borde de fracasar en la meta que lo trajo aquí, Thomas Jerome Newton experimenta una suerte de opresión, una existencia como instrumento en la que ‘elije’ su alimento material e intelectual. Si uno revisa las canciones de Bowie, veremos que ese señalamiento también está ahí.

Ya anteriormente un cineasta como Antonioni habían expresado con intensidad el sentimiento de inadecuación (de incomodidad con el entorno); sentimiento que salta al cine de Nicolas Roeg y que Bowie supo transmitir de manera fiel como extrarrestre siempre en tensión con su alrededor. La conciencia de saberse diferente se antoja exquisita al momento de renegar de la realidad humana. Vemos a Bowie-Jerome Newton como ejemplo de esa condición.

Al conocerse la muerte del artista, personalidades como Guillermo del Toro hicieron notar ese logro singular. El director mexicano escribió en su cuenta de Twitter que «Bowie existió para que todos los inadaptados aprendiéramos que la rareza es algo precioso».

Así, en Bowie se hace verdad lo que Thomas Mann aseguraba como cualidad inherente del legítimo artista: alguien necesariamente “inhumano, extrahumano”, con una actitud extraña, “distante con respecto a nuestra humanidad”. Esa facultad y otras, como su empuje innovador, experimental y en constante evolución, hicieron de este compositor originario de Brixton un icono occidental de influencia imperecedera.

Pero quedaba un paso para la auténtica inmortalidad, la muerte. Ahora, lo que parece un partida es en realidad un retorno. Luego de un penoso periodo de lucha contra el cáncer es momento, por fin, de volver a casa. Per aspera ad astra… Feliz viaje de regreso, Mayor Bowie!

Twitter: @kromafilm

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