Larga es la nariz británica en suelos zacatecanos, no sólo los filibusteros que huían de la justicia española- al haber enjuiciado al pirata Francis Draque -y se refugiaban en territorio minero, sino las tiendas británicas, las compañías mineras, los banqueros prestos a endeudar a medio mundo y cabildeaban y sondeaban y regresaban siempre felices por las magnitudes de ganancias monumentales.
3 millones de libras esterlinas invertidas para la explotación de minas, figuraban desde 1824 las Mexican Mining Company y la Bolaños Company y con cuadros directivos a pie del monte como John Buchan, Jamez Vetch y una horda de interesados en la plusvalía y a costa de lo que fuere, es decir, castigar a esclavos sublevados, someter a las poblaciones a castigos y pobrezas, conspirar con la masonería para el reacomodo de las sublevaciones.
Ya hemos escrito que Zacatecas revolucionó la economía del mundo conjuntamente con las minas de San Luis Potosí, Taxco, Guerrero y Potosí, Bolivia, sin dejar de lado las minas peruanas que hicieron llamados de locura al planeta por el gran contenido de riquezas que enarbolaban no solo el sacrificio, sino el apego a un mundo nuevo donde se podía comprar de todo.
Zacatecas tenía la prestancia de grandes tiendas que mercaban de las casas comerciales británicas estableciendo ligas y asociaciones del buen vino, manteles genuinos de la China meridional, enseres de cocina y hosterías, mazapanes, licores, carnes secas, telas enjundiosas, trajes y armas, tabaco fino, muchas prebendas obteniendo descuentos en los derechos aduanales y así robustecer a un estado como el zacatecano con presteza, finura y elegancia, aun a costa de miles que literalmente andaban semidesnudos y harapientos.
Líderes de todo el mundo sabían que hacía muchos cientos de años en Zacatecas abundaban las piedras preciosas, las plazuelas repletas de aguadores y cargadores, se confirmaba que el oro y la plata y otros minerales les servían para la expansión insólita de su poderío y en una era de progreso que le daba acuerdos para el reconocimiento al gran explorador alemán Alexander Von Humboldt, que precisamente había reportado, en su afán de explorador turista, del potencial minero que hasta la fecha sigue enriqueciendo los bolsillos de grandes compañías mineras galesas incrustadas en el poderío de Fresnillo y Mazapil.
Para el mexicano, el lugar más increíble del mundo de la época era Inglaterra, lugar mágico de reyes y reinas, de inventos y artistas, de pensadores universales y artistas insólitos, lugar de citas irrevocables con la historia, si Engels, Marx, Bakunin, si la prensa o los tirajes de libros que espantaban al mundo como el Manifiesto del Partido Comunista en 1848, es decir, el mundo de la maravilla con la fórmula de la ruptura, la discordia, la rebelión y la hegemonía.
Obvio que con Porfirio Díaz las inversiones británicas se expandieron dadas las facilidades en soltarles el territorio zacatecano en la construcción de vías telefónicas, de trenes, telegráficas, eléctricas, etc., es decir, en la disputa por expandirse y diversificarse frente a los otros potenciales socios naturales de Estados Unidos, de España y de Francia, muy contentos todos juntos pero también sabiendo del nerviosismo de peligrar sus intereses ante el vandalismo de las revoluciones y el caos de las heridas que las miserias provocaban.
Caja de pandora, se acrecentaba la comunidad británica en suelo mexicano y en Zacatecas supo aprovechar la validez de sus leyes, las puertas abiertas, la benevolencia de sus autoridades y la sumisión de los criollos siempre listos a ser maestros fantásticos de la desaparición de las ganancias y que al pueblo le tocasen migajas mientras la élite se lisonjeaba con prostitutas finas, alhajas y drogas, fiestas de madrugada.
Obvio que príncipes y reyes han visitado este suelo zacatecano, artistas como YES, ese icónico grupo musical británico que pude ver en 2010 y ellos asombrados porque jamás en su vida habían escuchado de Zacatecas pero quedaban maravillados por su extraña conformación toponímica única en el mundo.
Obvio también que hay cientos de miles de historias del pueblo británico con el de Zacatecas, habría que seguir escrudiñando en los portentosos archivos de ambos países y quedarse maravillados por los ejemplos, las aventuras, los agandalles y las contribuciones culturales y humanísticas que ambos se dieron en el compás de un mundo que gira como loco.
