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lunes, 6 mayo, 2024
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La tête haute, dirigida por Emmanuelle Bercot, abre el Festival de Cannes 2015

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Por: CARLOS BELMONTE GREY •

■ El filme relata la historia de un adolescente de 16 años con una madre joven y drogadicta

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■ Objetivo de la cinta, tocar el tema de los oficios “que están en las sombras”, señalan creadores

 

No sabría bien decir si se trata de una trompeta o de un trombón, quizás de algún otro instrumento de aire; el sonido se abre al mismo tiempo que la cámara se voltea al sol para encandilarnos, un recurso usado para marcar el cambio a un tiempo nuevo después de la tormenta. Estrategia bastante común en el cine. Pero veamos más detalles: un adolescente de 16 años está lleno de energía y arrastra una infancia sin padre, con madre joven y drogadicta, y con un hermano 10 años menor.

La madre y el joven se hablan en un francés callejero repleto de insultos, acompañados de agresiones verbales y físicas. El joven desde niño estuvo recluido en centros de educación para infantes en peligro y vigilados por el Estado y la asistencia social; él es, según rezan los relatos psicológicos, violento a causa de sus tramas familiares. Su violencia y nerviosismo se dirige contra sus educadores, compañeros y novia. Su energía se manifiesta en su avidez por conducir carros -hasta tractores de carga- haciéndoles girar en un pivote. Las secuencias se pasan en cerradas tomas frontales, tomas y contra-tomas siempre sobre los rostros en primer plano; de vez en cuando un plano general del despacho educativo, sin olvidar, por supuesto, los llamados a la naturaleza de la campiña norteña francesa –específicamente en Dunkerque-.

De no ser por la diversidad de personajes, prácticamente diríamos que se trata de Mommy, del director quebequés Xavier Dolan, quien el año pasado ganó el Premio del Jurado, ex-aequo con Goodbye to Language, de Godard, en el Festival de Cannes. Pero no. Y conste que la directora de la película que comentamos afirmó categóricamente durante la conferencia de prensa que sus cintas “nunca hacen referencia a otros filmes porque me embrollan mis proyectos”. Entonces es mera coincidencia, los temas no son exclusivos de realizadores.

La descripción anterior es la historia de la cinta que ha abierto el 68 Festival de Cannes, La tête haute. Dirigida por Emmanuelle Bercot (Elle s’en va, 2013) y estelarizada por Catherine Deneuve, Rod Paradot (éste es su primer filme), Benoît Magimel y Sara Forestier; la película es parte de la Selección Oficial pero sin competir por algún premio. El mismo honor lo recibió hace dos años The Great Gatsby, de Baz Luhrmann y en 2014 fue Grace de Monaco, de Olivier Dahan. Por tal razón, la elección de este filme francés para abrir el Festival de Cine de Cannes ha llamado la atención de la prensa internacional más acostumbrada al gran espectáculo de la farándula de las superproducciones hollywoodenses.

La idea de Bercot y de su coguionista, Marcia Romano, fue la de tocar el tema de los oficios “que están en las sombras”. Para ello hicieron una amplia investigación y stages en los centros de los jóvenes problemáticos para montar un documento realista y justo sin caer en lo romanesco. Pero no se trataba de hacer un documental, subrayó Bercot, sino de conseguir construir un relato que lo mezclara con lo fictivo para acceder a otro tipo de público. El escenario se situaba en los despachos porque consideraban que desde ahí conseguirían dotar el sentido documental pero siempre conservando las dramatizaciones en las secuencias.

Para la leyenda del cine francés, Catherine Deneuve, el guión fue atractivo porque se quiso hacer una película “útil”; idea reforzada con la intervención de la directora, quien dijo que “La tête haute es un film de despacho y educativo”. Esta concepción sedujo a Sara Forestier (L’esquive, Abdellatif Kechiche 2003) para “hacer un filme que habla de amor, que dé luz sobre las sombras de una dura realidad”.

Quizás así se pueda entender la eterna palidez -se diría suicida- de los personajes; la moral rosa (cursi) de las luces propuestas por la directora francesa; y el título de la película que hace referencia al sentido de la historia La tête haute (La cabeza arriba).

 

Francia sin estrellas: Deneuve

Durante la conferencia de prensa la estrella cinematográfica y viuda del actor Marcello Mastroianni acaparó las miradas, las fotografías y las preguntas de los cientos de periodistas venidos del mundo entero al festival. Entre las típicas preguntas sobre el peso y complicaciones en la creación del personaje y sus emociones para con Bercot, apareció una punzante venida de un periodista canadiense: “Usted ha declarado que en Francia no hay estrellas de cine y que usted es de las pocas que quedan, ¿una prueba de ello es que usted sea la estrella que abre el festival?”.

Las risas de los colegas periodistas fueron inmediatas. Deneuve empezó su respuesta en inglés pero decidió pararse y continuarla en francés y hacer trabajar a los traductores simultáneos. Su primera arremetida fue contra los periodistas que al tener una declaración siempre rescatan un fragmento de la frase y, aislada, ésta se distorsiona.

Tras este preámbulo asestó la afirmación. Efectivamente considera que no hay actualmente un star system francés, “Pero no es por carencia de talento sino por la volatilidad de la información y la superficialidad de las redes sociales. El nuevo sistema de información impide la creación de nuevos actores: los artistas develan su vida privada e impiden la creación de los mitos. El personaje ya no existe por sí solo sino que está mezclado con la verdadera vida del actor. Éste ya no se esconde ni deja resquicios a la imaginación”.

Deneuve, junto con Brigitte Bardot, Alain Delon y Jean-Paul Belmondo son los íconos mundiales de la cinematografía francesa venidos desde la Nouvelle Vague. A reflexionar ¿quiénes otros nos vienen a la mente?

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