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lunes, 6 mayo, 2024
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Raduan Nassar: Un vaso lleno de cólera

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

Raduan Nassar es un pugilista narrativo: propina golpes en lugar de oraciones, hace sangrar a su contrincante, danza sobre las comas porque lo suyo ni siquiera son un punto y aparte, un punto y seguido, su narrativa está más allá de las convenciones tradicionales de la lengua, va de un lado a otro del ring, sabe dónde colocar cada palabra y en ocasiones eso es lo que importa cuando se trata de encontrar tu propio tono narrativo, tu propio estilo, encara a su contrincante, y quizás es él mismo quien se mueve en la otra esquina como en una de las mejores escenas de la película “Ragin Bull”, avanza unos cuantos pasos hacia atrás, embiste, ni siquiera se le ocurre que es un jodido ganador de una contienda por demás inútil e inexistente porque eso, lo de ganar, o lo que en occidente entendemos por tal, no parece ser lo suyo y ni siquiera parece importarle, por eso es que hablamos de uno de los mejores autores de la narrativa brasileña que con tan sólo algunas obras publicadas ya se ha convertido en un autor de culto (hay que recordar que los autores de culto se forman en torno a lectores inteligentes y agradecidos), un autor de esos a los que regresas una y otra vez (porque siempre hay una nueva lección), lees en voz alta, pues tanto es lo que tienes que aprender de cómo mete las manos, de cómo construye una historia como “Un vaso lleno de cólera” (Sexto Piso 2016) que a primera vista parece sencilla y que, sin embargo, es mucho más compleja de lo que se podría esperar de más de cincuenta páginas.

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A este tipo de narradores hay que aprenderles mucho. Tanto si te encuentras del lado de la parte creativa como escritor, tanto si te encuentras del lado de la parte más luminosa, la del lector: un lector quedará, de eso estoy seguro, agradecido con la obra de Nassar porque, aunque breve, consigue algo que sólo el arte es capaz de conseguir: instantes de enorme belleza.

Hablamos, en cuanto a la estructura de su propuesta narrativa, de la vitalidad de una economía en el lenguaje, pero también hablamos de quien es capaz de convertir la prosa en una aventura poética; para Raduan cada palabra debe poseer su peso exacto, pero también su peso embellecedor, y para ello se vale de los mecanismos literarios de la poesía: escribir para Raduan es un acto donde los limites entre la prosa y la poesía no se alcanzan a ver, una frontera como el mismo ring donde él se mueve, apenas delimitado en cuanto a espacio, no así en la precisión.

Mucho sabe Raduan Nassar de narrativa y me parece que lo aprendió, cada una de sus lecciones, de su oficio como agricultor. Trabaja su narrativa con la misma paciencia que exige la tierra; no obstante, lo anterior no significa que su prosa sea lenta y anodina; todo lo contrario, su prosa remite a certeros latigazos verbales.

Debemos agradecer el esfuerzo que realiza una editorial como Sexto Piso, pues son de las pocas que se dan a la tarea de dar a conocer la obra de autores que quizás de no ser por ellos no habría otra forma de leer más que en su idioma original. Ahora se me vienen algunos casos: el de Renata Adler, Edgard Keret, Alberto Savinio, entre otros. Y es también el caso de Raduan Nassar.

Así mismo hay que agradecer la labor titánica de traducción que nos entrega Juan Pablo Villalobos: no es nada fácil cuando tienes novelas tan poéticas, las palabras pueden perder mucho de los valores semánticos y gramaticales durante el proceso de traducción, sin embargo, Villalobos entrega una muy buena traducción, y como punto extra Sexto Piso ya tiene en su catálogo lo que es la primera novela de Nassar, “Labranza Arcaica” (Sexto Piso 2018), y de la que prometo darles noticias en cuanto la tenga en mis manos, lo que permitirá darle seguimiento a un autor que ya ha sido comparado con Clarice Lispector y que tiene entre sus particularidades no dar entrevistas ni asistir a ninguna especie de acto público.

“Un vaso de cólera” es un himno donde anida el amor, el odio y la ira entre dos personas que aparentemente se quieren y las cuales en el fondo tan sólo se soportan porque el mundo que se han encargado de representar está erigido sobre sus miserables existencias, de tal manera que si una de ellas agacha la cabeza y se humilla, también lo hace el mundo, el otro. Hay un telón de fondo que nos recuerda aquel verso de Octavio Paz: “soy porque tú existes”, y es este principio de otredad el que sirve como columna narrativa y poética en “Un vaso de cólera”.

En apenas unas cuantas páginas, Raduan demuestra que pueden existir historias perfectamente trabajadas y esquematizadas en un arrebato de brevedad. Sin duda, Raduan Nassar son de esos autores a los que bien vale la pena seguirles la pista. ■

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