¿Cómo hacer cosas con palabras? La sociedad, una vez enterada de las atrocidades ocurridas en días anteriores, se pone en acción. Es importante constatar que aún existe capacidad de estremecimiento, y los mexicanos no tenemos aún los sentidos internos bloqueados a fuerza de convertir la crueldad en costumbre. Y que la respuesta correcta a estos eventos es de carácter político, lo cual no quiere decir, claro está: partidario.
El sentimiento de repulsión nos debe llevar a la claridad de la causa de los eventos. Y la causa está en la conformación de la estructura del sistema político que ha permitido que la organización criminal lo invada hasta, llegando el momento, se convierta en su dirección. Algo pasa en el conjunto de los partidos políticos, los medios de comunicación, los sistemas de elección y los propios gobiernos, que se vuelven susceptibles ante los poderes corruptores. Recordemos que el Estado no sólo es la sociedad política, sino es y viene de una comunidad ética; por tanto, los valores junto a estructuras sociales que debilitan y fragmentan los lazos de solidaridad en la sociedad civil, se convierten también en motivos de desintegración del poder de las instituciones estatales. Es decir, los valores que desintegran al cuerpo social, junto a formas económicas que la dividen al hacerla desigual y alejada de sí misma, provocan que las condiciones en que opera el Estado sea de una franca debilidad institucional. Y la impotencia institucional se expresa en ausencia de mecanismos que evitan el avance de la corrupción.
Estamos ante un problema muy complejo y peliagudo; no podemos esperar que venga alguien de fuera o de arriba a solucionarnos los problemas. Solamente si la sociedad se asume como sujeto responsable podremos hacerle frente a este nudo maldito, y la manera de llegar a ser sujetos es hablando-dialogando-acordando-acciones comunes: hacer cosas con palabras.
Tejiendo orientaciones y exigencias: desde la acción social rescatar al Estado. Recordemos que el Estado no surge por el pacto de individuos aislados, sino que nace del seno de una nación, de una sociedad que le es previa, por ello, sólo desde ella se puede rescatar a un Estado que ha sido asaltado por las fuerzas de los poderes fácticos, entre los cuales está el crimen. Es decir, la configuración corruptora que permitió la entrada a los poderes fácticos, es exactamente la misma que permite el ingreso del crimen en las estructuras de gobierno. Así las cosas, la acción de rescatar al Estado del crimen supone, librarlo de todas las redes de poderes fácticos. Lo mismo que hace que existan diputados de una empresa televisiva, es la misma estructura que permite que existan legisladores de cárteles. Y lo único que puede acabar con esa enfermedad del Estado, es una sociedad que se asume como sujeto: que hace cosas políticas importantes con el poder de su palabra. En suma, se requiere que después de lamentarnos por hechos malignos como los que ahora tenemos en los titulares de la prensa, pasemos a hablar y a intercambiar palabras que se conviertan en lazos de acción colectiva de una cruzada social por el rescate de nuestro país, que es nuestra Matria.
