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domingo, 28 abril, 2024
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Sí, otra vez Día Internacional de la Mujer

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Ya los veo venir, este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, miles expresarán que para cuándo un día internacional que celebre a los hombres.

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Los más, ignorarán que desde 1999, el 19 de noviembre se festeja al género masculino, buscando “promover modelos masculinos positivos en la vida cotidiana, celebrar las contribuciones positivas de los hombres a la sociedad, abordar temas de bienestar y salud en los hombres, promover la igualdad de género y crear un mundo más seguro y mejor” (ver http://www.latercera.com/noticia/se-celebra-dia-internacional-del-1hombre/amp/).

En los próximos días, a medida de que surjan las cifras, las historias, los horrores de las condiciones de desigualdad que viven las mujeres, saldrán también los argumentos sobre lo que padecen los hombres.

Algo de razón les asiste, nadie podría decir que sólo las mujeres padecen de pésimas condiciones laborales, de un clima de violencia prácticamente generalizada, y de un sistema económico cuyo lema es “úsese y deséchese”.

Pero es que la lucha por la equidad de género no es contraria a la búsqueda por terminar con todas estas agobiantes situaciones del mundo contemporáneo. Al contrario, son luchas hermanas, interconectadas, partícipes una de la otra.

Para muestra, es una lucha de todos buscar que los derechos laborales, cada vez más en peligro de extinción, se cumplan y amplíen. No habrá manera de que los padres se involucren más en la crianza de los hijos mientras no se respete la jornada laboral de ocho horas, o se autoricen las licencias de paternidad, por ejemplo.

No obstante, hay que poner énfasis en las mujeres porque son ellas las frecuentes víctimas de situaciones de violencia a las que no están sujetos los hombres. Me explico, ciertamente todos estamos expuestos a robos, homicidios, estafas, etcétera, pero situaciones como la que se vivió hace unos meses en Jerez, donde una jovencita de quince años fue secuestrada, probablemente violada, y asesinada por un ex novio y sus amigos para luego ser arrojada a una presa en Susticacán, son pan de cada día entre las mujeres y no así entre los hombres.

Son vida cotidiana casos de mujeres violentadas que no se atreven a salir de tortuosos matrimonios por temor a no ser capaces de sostener económicamente a sus familias, no poderles brindar atención y cuidado a los hijos, o incluso a no poder responder a la presión social de haber “roto a su familia”, por no vivir con la abnegación ejemplar que se esperaría de su género como bien nos ha enseñado la Virgen María.

Las mujeres son también el receptáculo de la violencia que se quisiera ejercer contra los hombres que las rodean. Se les viola, secuestra, roba, desaparece o mata a ellas como castigo y tortura para los hombres que las quieren, que las tienen cerca. Pasa en la delincuencia organizada, y sucede también en las guerras, y en las persecuciones políticas.

Son las mujeres migrantes las que además de estar expuestas al hambre, las extorsiones, los asaltos y las inclemencias del tiempo las que tienen que lidiar con la alta probabilidad de ser violadas en el camino a su destino. Son ellas las que pagan las deudas de los novios (bien sea chantajeadas o forzadas) cuando se les involucra en la prostitución. Fueron mujeres las que más preocupaban a las organizaciones sociales en el terremoto que sacudió a Haití hace algunos años porque además de padecer el hambre y la calle, eran presa fácil de las violaciones en los albergues para damnificados.

En los territorios bajo el dominio de Boko Haram, la existencia de una mujer sólo tiene sentido si se es la mujer “de” alguien: “Una vez que eras declarada mujer de uno de ellos no podían matarte. Pero sí podían matarte si los rechazabas. Si te niegas a casarte, te matan de un disparo. Si te niegas a dormir con ellos, te cortan el cuello” dice para El País una mujer que logró huir de ese infierno.

En occidente eso se nota menos porque el asunto es más simbólico, pero muchas mujeres sólo tienen personalidad jurídica o pública en función de la relación que tienen con algún hombre de poder. Ser esposa de… hija de… hermana de… madre de… es con frecuencia la puerta de entrada para la vida política o la página de sociales.

Cierto es que mucho se ha avanzado, pero el Día Internacional de la Mujer sigue siendo necesario. Aún se requiere un esfuerzo especial para recordarnos que las mujeres son las pobres entre los pobres, las violentadas entre los violentadas, las más vulnerables entre los vulnerables.

Nada de esto es en detrimento de los hombres, sino al contrario. Una sociedad donde se respeten sin cortapisas los derechos de ellas será sin duda una sociedad más justa para todos. ■

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