■ Perciben el hecho como un producto de la corrupción
Mal recibieron vecinos de la Alameda Trinidad García de la Cadena la noticia de que el cabildo capitalino otorgó la licencia para la operación del bar La Diez. Los declarantes, quienes prefirieron ofrecer su opinión en anonimato, perciben el hecho como un producto de la corrupción de las autoridades gubernamentales vinculado al tráfico de influencias.
“Pues está mal porque no se los deberían de haber otorgado, los deberían de haber multado y cerrado el negocio, puesto que estaban trabajando sin permiso. Está mal. No sé cuánto dinero darían para seguir trabajando así. Es una corrupción siempre en todo, en toda clase de negocios, bares sobre todo bares y antros que no respetan el horario que se les fija y simplemente con dinero se arregla todo”, expuso una vecina, quien además tiene un negocio en las cercanías del lugar.
Opinó que la inseguridad, un problema reiterado en la zona a cualquier hora del día, se incrementará con la operación de este tipo de negocios.
“Sí incluso en el día a mí me llegaron…tiene como tres semanas que me quisieron quitar mi monedero aquí en mi negocio y a una vecina abriendo la aventaron, la empujaron, la cachetearon y le robaron su dinero y su celular, no sé qué más se llevarían”, expuso.
La permanencia de La Diez, y la posible instalación de otros negocios del mismo giro en la zona, por cuya posibilidad han mostrado molestia los vecinos de la Alameda, aumentará dijo, “porque en varios bares se vende droga, cosas que intoxican a la gente y es lógico que habiendo más bares habrá más inseguridad, puesto que se vienen todos los señores malos”.
La persona adelantó su inconformidad con la proliferación de bares en esta zona luego de culminada la remodelación de la Alameda Trinidad García Salinas. “Está bien que tengan negocios, pero “hay que ver qué clase de negocios se ponen”, agregó.
Otra vecina, adulta mayor, aseveró que “tenían que darles el permiso (…) ésa es mi opinión, el gobierno de todas maneras hace lo que le da la gana”.
Agregó que la licencia obtenida por el bar La Diez responde a la presión de la ciudadanía, si los vecinos no hubieran denunciado la operación sin el permiso correspondiente, el negocio seguiría funcionando sin él y con la venia de las autoridades.
En esta área donde en su caso sufre los efectos de la operación de La Mina El Edén, El Cactus y el bar La Diez, ahora irremediablemente su vecino, la sexagenaria dijo, que de abrirse otra negociación con el mismo giro, bares o antros, sería mejor que las autoridades pidieran opinión “si aceptamos que pongan una zona de tolerancia aquí”.
Luego de la decisión de otorgar la licencia para la operación de La Diez, agregó que los vecinos deben tomar “prevenciones porque el gobierno no nos va hacer caso nunca”.
Descartó mudarse del lugar en el que ha vivido por más de 50 años, a pesar de las molestias de la cercanía con estos negocios, “yo no dejaría mi casa para nada…además ¿cuánto cree que viviría más?”.
La mujer buscará, dijo, cambiarse de habitación en su propio domicilio para evitar en lo posible el ruido y tal vez instalará otro tipo vidrios en las ventanas, pues como lo han denunciado otros vecinos, vibran con el intenso volumen de la música que irradia El Cactus y ahora irremediablemente, La Diez.
