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martes, 21 mayo, 2024
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El canto del Fénix

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Por: SIMITRIO QUEZADA •

Los “interrumpideros”

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Un hombre que se considera político compite en 2012 por una diputación federal. Por ello recorre con ahínco la veintena de municipios que comprende su distrito. El día de la elección pierde, aunque deja preparada la tierra de su pueblo natal para que en el próximo año, 2013, sea elegido presidente municipal.

Ahora el hombre tiene la oportunidad de emprender acciones significativas para mejorar su comunidad. Cuenta con todos los días de tres años para generar proyectos, desarrollarlos entre las familias, evaluarlos y mejorarlos. Pero es difícil capotear los embistes y tentaciones que ofrece la ambición política… y más si se es ambicioso. Por eso después del primer informe de gobierno, en 2014, el hombre ya tiene todo preparado para volver a competir por la diputación federal, la que se renueva en este 2015.

El hombre pide licencia para separarse del cargo de presidente municipal, interrumpiendo su responsabilidad, y dejar en el puesto a cualquier persona que esté dispuesta a obedecerlo. Sus cercanos lo han emocionado tanto que a estas alturas le aconsejan que debe lograr ser elegido diputado federal en 2015 para meses después pedir otra licencia, interrumpiendo la nueva gestión, y ahora lanzarse como candidato a gobernador en 2016.

Este plan de “interrumpideros” es meteórico y perfecto no para la comunidad, sí para él y sus aduladores y socios. Que en este 2015 el hombre pueda ganar la elección en la que compite es posible, aunque sería una ofensa muy grave al electorado si dentro de un año él vuelve a abandonar el cargo que se le confía para entrar a otra contienda. Erosionaría su naciente capital político; no faltaría quien le dijera: “No estamos jugando ni la gente está para que juegues con ella. No debes poner a la política a tu servicio”.

No intento emitir valoraciones en un contexto de indignación. No me rasgo las vestiduras: todos los ciudadanos tenemos derechos que podemos ejercer libremente. Podemos votar y ser votados cuantas veces queramos en contiendas por los cargos que se nos antojen. Incluso ahora los legisladores federales han revivido la odiada reelección, contra la que tanto se peleó en el siglo 20 y también en el 19. Empero también existen en política “valores subvalorados” como el decoro y la coherencia. Más aun, existe la gratitud y el respeto hacia los electores. Asumir un cargo público implica un compromiso que, se espera, debe ser cumplido. Por eso la ciudadanía emite un “voto”, palabra definida como la expresión pública o secreta de una preferencia ante una opción. Hay quienes hablan de “voto de confianza”, expresión que incluso se antoja redundante.

“Amor con amor se paga” reza un refrán sucinto que ha surgido de las tripas del pópulus y que llegó a ser canción. La gente es noble pero eso no le impide ejercer el sentido común, cuidarse. Tan reprobables en la sociedad pueden ser el “chapulineo” como los “interrumpideros”. No hay ley que los prohíba y sí son muchos los vicios de la política que los alientan. El árbol se conoce por sus frutos y la gente tiene el poder de frenar o dar alas a más hombres como el que describo, y que puede militar en cualquier partido político.

“Con calma, que vamos de prisa” y “Más vale paso que dure y no trote que canse” son otras de las expresiones populares que calzan contra estos “interrumpideros”. Mi parecer es desinteresado: Quien insiste ver al grueso de la población como tonta puede quedar como el tonto mayor, el de ambición desmedida pero inteligencia muy limitada, muy medida o mensa, que es lo mismo. Hay quien cree que está volando y en realidad sólo continúa perdiendo piso. ■

 

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