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Julio 1861, mayo 2015

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

En México, tormentas sociales y políticas ha habido bastantes y el tema de fondo permanece, ¿cómo financiar al país, a los mexicanos, todos, a pesar de existir clases sociales, pobreza mayoritaria y una desigualdad que ni cesa ni se abate, sino se agudiza y profundiza a pesar de un Estado que se proclama democrático, sin alcanzar a cubrir las necesidades básicas de todos, con una hacienda a la que se supone todo mundo cotiza según su percepción y adquisición, para regular la desigualdad y nada, no hay política que alcance a asegurar, proporcionar y disponer lo básico para todos, sin otra orientación política que atender su humanidad? La forma falla y (man)tiene sesgos que reproducen una desigualdad manifiesta como pobreza cada vez más intolerable para quienes la sufren y en beneficio de quienes parecen gestionarla y administrarla para conseguir su reproducción o proyección política. Todo ello, mediatizado con dádivas en vez de compromisos para cambiar y fortalecer una política capaz de erradicar esos flagelos.

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Bernardo Bátiz intituló su artículo: “Zafarrancho de combate“, ¿pariente del “Mexicanos al grito de guerra”? Y no respetan su significación ni cumplen su mandato revolucionario – institucional instituyente, los gobiernos neoliberales, priístas o panistas.  Reflexión que convoca a darnos cuenta de nuestra situación, ubicación y sentido, o del futuro político cada vez más ilusorio para los mexicanos y México, país en crisis y riesgo de continuar siendo eso, no un país sin dolor y con independencia auténtica, no de dientes para afuera. País inexistente en el imaginario de Videgaray, aunque tampoco existe el que propone y sobrepone y oculta al realmente existente, hoy en peligro de no serlo más, sino una neo-colonia energética para el país vecino, después de entregar, ya capturado el petróleo, NUESTRO territorio, para hacer con él lo que venga en gana a los grandes depredadores capitales, para invertir y hacerse aún más grandes hasta sin invertir y sólo especular con lo que queda de México: país – dolor, por el desamparo en que se encuentran decenas de millones de mexicanos, cuyo único patrimonio será la pobreza, el desamparo político y la manipulación institucional, medio de control para sobrevivir al abandono, a pesar de ser millones o cientos de miles o de miles, arracimados en ciudades o abandonados en el campo, mientras llegan los consorcios y los echan de ahí o pactan su éxodo, con la mediación de unas autoridades incapaces política y económicamente de enfrentar a los consorcios.

Mientras todo esto sucede en nuestro entorno regional, estatal y nacional, aquí se hace trizas la “Plaza de Armas”, no porque el proyecto iniciado haya sido públicamente prometido y sancionado sino porque con él se le arranca su realidad y carácter de  manifestódromo, abierto y pacífico. Espacio público para albergar la expresión libertaria sobre los problemas políticos, sociales, culturales e institucionales que aquejan a los zacatecanos e imaginariamente, al expresarse ahí, serían escuchados por las autoridades respectivas, quienes tomarían nota de los temas o sucesos externados, para convocar(se) a darles solución. Al impedir así la expresión de los problemas en ese emblemático lugar, “encajonarlos” no es la mejor vía para tratarlos, sino denunciarlos y dilucidarlos para resolverlos. Una manifestación o un mitin son expresiones de fuerza a capitalizar por el poder constituido porque incrementa su capacidad de negociación o intervención a favor de los zacatecanos. El Centro Histórico sin ser exclusivo para el turismo, debe ir más allá de la “dignificación” de fachadas, a discutir y precisar qué y cómo dinamizar su función, para que se adecúe y “habite” por los visitantes. ¿Por qué no extender con más intensidad hacia las colonias la arquitectura y paisaje existentes en el Centro Histórico? La belleza educa y la gente aprende a apreciar, a cuidarla y replicarla en su entorno.

Una batalla política trascendental se libra para definir el futuro político de México y hay que empujar las actuales elecciones más allá del escarceo: de lo que pase en estos meses, mitad del gobierno de Peña Nieto, dependerá la definición de muchas cosas importantes para el mañana, su posibilidad misma. Si conservamos la soberanía o no la conservamos; si la riqueza de nuestro país, se sigue distribuyendo en forma inequitativa o si pronto podemos tener, para todos lo necesario para crecer, vivir en plenitud, ser felices: que niños y jóvenes cuenten con escuelas, salud, alimentos, agua, seguridad, futuro. Si lo nuestro se dejará en manos extrañas o lo manejamos nosotros. Si todos pueden tener trabajo digno con ingresos suficientes y justos, educación para sus hijos, gratuita y de calidad; salud, alimentos, aire puro y agua suficiente. Sin eso, ¿cómo pensar en desarrollo o superar la pobreza con sentido de futuro? Los zapatistas llevan años en esta construcción de libertad: “Los capitalistas no van a renunciar o se van a arrepentir y dejar de explotar al pueblo; el sistema capitalista no se va a poder humanizar; para acabar con él hay que destruirlo y para eso hay que organizarse”. ■

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