La Gualdra 287 / Notas al margen
he visto a las voces más brillantes de mi generación
sucumbir ante el negocio de lo cursi
he visto a la melosidad cantar en los bares, vestida de trova
y al resentimiento leer poemas en las facultades
he visto ráfagas de amor convertirse en negros libros
de desesperanza
he visto a esos hijos de puta matar a Kenny
una y mil veces
he visto una botarga bailando, emocionada
luego de leer a Walt Whitman
he visto el nombre de Dios enloquecido
cabalgando las nalgas de las prostitutas
he visto a las mejores mentes de mi generación con corbata
he visto a las mejores corbatas de mi generación con hambre
he leído Howl de Ginsberg y me ha parecido inmoral
aburrido y demasiado hebreo para mi gusto
he visto a las mentes más brillantes de mi generación
ser sustituidas por focos ahorradores de 12 watts
he visto emoticones y postpoesía y experimentos inútiles
tratar de revivir la belleza con electroshocks
he visto crecer la yerba de todos modos
y al sol salir sin haber pagado la factura de la luz eléctrica
veo las pantallas, mis dedos molidos sobre el smart phone
he visto sucumbir a mi mente, brillante
frente a la inteligencia, vital, de un asesino
miro la calle, las aceras, miro el viento invisible
del desasosiego, atravesar los pulmones heridos
de la madrugada
¿qué he visto? ¿Qué miro con los binoculares de poeta?
Que me hacen parecer antiguo, estúpido, anormal
no lo sé. Me he visto conservar la calma frente a un genocidio
y encender un cigarro, beberme un trago de rencor
frente a mis más queridos y embriagados amigos
nos he visto atravesar el umbral del hedor y rancios
caminar en zigzag entre la ciudad que rumia mis poemas
¿qué he visto? ¿Qué veo? Si mi iluminada idiotez
no me deja ver más allá de mí mismo
y canto y he visto cantar mejor a Whitman
que a cualquier banda de rock actual
no confío en las multitudes, ni en los solitarios
soy un perro solo que se acerca a beber de los charcos
no confío en los hombres por animales
y me acerco a los animales por humanos
he visto la marca de Caín en las mejores farras
y la huella dactilar de Abel en los crímenes perfectos
¿qué he visto? ¿Qué miro con este telescopio atómico?
Los electrones bailan el vals de la incertidumbre
un dos tres un dos tres: veo que el mundo es un ritmo
y que el ritmo es un tajante discernimiento
¿ser o no ser? ¿Será ésa la cuestión?
Kenny no era Hamlet pero se lo hubieran preguntado
antes de matarlo una y mil veces
hijos de puta.
autorretrato del poeta
quizá usted se asustaría de ver
lo terriblemente alegre que es mi vida
de no sólo encontrarse conmigo por la calle
y abordarme preguntando que qué tal me va
y que qué gusto saludarme
a mí al poeta que en dos o tres ocasiones
ha encontrado en lecturas o presentaciones públicas
quizás usted no se acercaría de verme
revolviendo papeles en el escritorio
latas en la despensa
entrañas con la punta de mis dedos
quizás entonces usted se alejaría
fingiría no verme
se cruzaría de acera
y silbaría para alegrar en lo posible
tan mal momento
pero no es necesario debo decirle
no me daría cuenta de su andar apresurado
yo ando casi siempre con la cara gacha
buscando no pisar mi sombra
para no ensuciar un poco más mi sucia alma
podría decirle
que no será necesario que se cruce de acera
que silbe para convocar a la alegría
la alegría de mis bolsos vacíos es suficiente
para asesinar a todos los pájaros del mundo
basta mi alegría necia
para enfurecer a cualquier sonriente de profesión
no se equivoque
si se cruza conmigo quizá
notará mis zapatos sucios
las arrugas de mi camisa
el aliento festivo que molesta a los viandantes
pero será difícil que note
se lo digo en serio
que mi alegría lleva días sin tomar la ducha
meses sin aparecer por la peluquería
quizás usted se entristecería de ver
lo alegremente terrible que es mi vida.
Pensándolo bien no quería ser poeta. Hace algunos años quise ser Jack Bauer, y antes Hannibal Lecter. No sé en qué punto se desvió mi vocación. A pesar de que intenté ir al gimnasio y planear el inhumano asesinato del odioso director de redacción del periódico donde trabajé, terminé haciendo poemas en casa, llegando tarde al trabajo, cobrando la quincena, bebiéndome la quincena. Y al final del día, ya borracho, soñaba, mientras escribía otra vez esos odiosos versos: que algún día sería Jack Bauer, Hannibal Lecter o, ya de menos, Juan del Diablo.
* El libro será publicado en las próximas semanas por la editorial Abismos, en la Ciudad de México.
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