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sábado, 4 mayo, 2024
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No condicionar contenidos a la venta de publicidad ha mantenido en el mercado a La Tempestad

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Por: ALMA RÍOS •

La revista aborda los problemas contemporáneos a través de las artes: Cabral

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“También las artes cambian al mundo”, el slogan de la revista La Tempestad, alude a la convicción “de que las artes son un espacio desde el que se piensa la realidad y se colabora en su transformación”, dijo a La Jornada Zacatecas su director editorial, Nicolás Cabral.

Al igual que dimensiones como la política, la filosofía o la religión, citó algunas, las artes ofrecen otro medio de lectura a la realidad y por tanto logran modificar la percepción del espectador, el lector, el oyente, acerca de las cosas.

Esta convicción, precisó, no refiere sin embargo, al “arte comprometido” en el sentido tradicional del término, “es decir, un arte de contenidos políticos, pero sí que las artes tienen una política”.

La Tempestad, dijo, es una revista que surgió con un pie en Monterrey y otro en Guanajuato, pues sus fundadores, José Antonio Chaurand, director general y el propio Nicolás Cabral, respectivamente, radicaban en estas ciudades. No obstante no pudo mantenerse de esta manera y hubieron de ubicar sus oficinas en Ciudad de México, sin perder en la ciudad norteña.

La inquietud detrás de la revista que inició a finales de los años 90 casi como un fanzine de 16 páginas en blanco y negro, y que actualmente se edita en entre 140 a 160 páginas, era abrir un nuevo espacio de reflexión sobre las artes.

La Tempestad, expuso Nicolás Cabral a Carlos Navarrete, jefe de Información de La Jornada Zacatecas en entrevista, viene de la tradición del pensamiento crítico, mismo desde el que se abordan los problemas contemporáneos a través de las artes.

“Es decir, no imponer a las artes, teorías o ideas que vienen de otros ámbitos, sino más bien utilizar esas ideas para analizar de qué manera los artistas ven la realidad con sus propios medios”.

A sus editores les interesa también lo multidisciplinar, “hay temas que preocupan a los artistas independientemente de la disciplina en la que se desarrollan, en ese sentido hay diálogos entre cine y música, literatura y arquitectura. Esas han sido las líneas de la etapa más madura de la revista”, dijo.

La revista, que naciera en principio enfocada a la literatura, la filosofía y la fotografía, evolucionó hasta convertirse en una revista de artes que abarca también la música, las artes escénicas y el diseño y la estética.

Nació con “un poco de inocencia al principio  y otro poco con ganas de encontrar un modelo propio”, al tiempo que Vuelta desaparecía, tras la muerte de Octavio Paz.  Y a la par del inicio de Letras libres.

No obstante, señaló Cabral, aún con estos referentes, incluido Nexos, él se dedicaba mayormente a leer suplementos culturales como la primera época de La Jornada Semanal, y el que dirigía Rafael Pérez Gay en La Crónica de Hoy.

“Y en general los referentes eran esos y lecturas más bien de libros y reflexiones de determinados problemas de las artes que fuimos convirtiendo en una estructura editorial que terminó siendo distinta a lo que existe, no sólo en México sino en otros países de habla hispana”.

La Tempestad se sostiene únicamente de la venta de publicidad, aunque en algún momento de su existencia ha obtenido becas como la Edmundo Valadés y otra de carácter estatal desde Nuevo León, “pero la realidad es que son fondos que representan porcentajes mínimos de los gastos que implica la revista”.

La manera de obtener la independencia económica agregó, “fue paradójicamente hacer una revista cultural a la manera en que se hacen el resto de la revistas, sin subvenciones y tratando de defendernos como un medio más”.

El problema de muchas revistas culturales que surgieron al tiempo de La Tempestad, añadió, “fue no tener claro” que los contenidos y la administración empresarial son dos áreas distintas. “Cuando los editores se meten en cuestiones de negocios no siempre salen bien las cosas”.

La otra máxima de La Tempestad respecto al tema, es que los contenidos editoriales no pueden condicionarse a la venta de publicidad.

“Es un vicio muy extendido en las publicaciones nacionales, ya no hablemos de las políticas, donde todo está muy podrido, pero también en las revistas culturales o algunos contenidos culturales, ha habido una tendencia a disfrazar publicidad como contenido, por ejemplo”.

La Tempestad le apostó, concluyó, a una total autonomía de los contenidos editoriales y la venta de publicidad. “Lo otro ya son estrategias para obtener los recursos para financiar la publicación”.

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