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miércoles, 15 mayo, 2024
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José Árbol y Bonilla, faro que ilumina a través del Premio al Mérito Académico en la UAZ

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Por: UZIEL GUTIÉRREZ DE LA ISLA* •

El Mirador de Heródoto

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La universidad ha sido y sigue siendo la fuente más importante de inspiración intelectual y cultural de nuestra sociedad. Sin dejar de ser un reflejo de ésta, con sus desequilibrios y contrastes, es también una muestra de sus más finos valores y del mosaico de sus mejores posibilidades.

En la Universidad Autónoma de Zacatecas ha existido y existe personal académico que ha prestado eficaces servicios y que su labor ha significado una gran influencia en el progreso y prestigio de la institución.

En ese rubro destaca la obra científica de José Árbol y Bonilla que en su momento le otorgó notoriedad a nivel internacional al Instituto de Ciencias de Zacatecas, hoy en día UAZ, y consecuentemente a nuestra entidad federativa. El nombre de José Árbol y Bonilla es pronunciado con honor en otros países, recordarlo hoy es un acto de estricta justicia.

Ese valioso patrimonio histórico que no solamente dota de identidad y carácter a los universitarios, sino que se convierte en factor de unión entre los mismos y fuente de estímulo para acreditar su capacidad de superación continua, es el que se presenta.

José Árbol y Bonilla fue un reconocido científico que, según sus historiadores entre los que se encuentran Ciro Robles Berumen y Cuauhtémoc Esparza Sánchez, nació en Zacatecas el 5 de febrero del año de 1853. En el Instituto Literario de García, actualmente la UAZ, en calidad de alumno interno y becado, dominando ya el idioma alemán, obtuvo el título de ingeniero topógrafo en 1873. Continuó sus estudios de ingeniero civil en la Escuela de Minas de la Ciudad de México en donde recibió una presea de plata del entonces presidente de la República, Sebastián Lerdo de Tejada, como premio a sus méritos estudiantiles.

En 1876 regresó a Zacatecas y se incorporó como docente en la institución que lo formó, donde como docente por más de 35 años enseñó física, botánica, astronomía y cosmografía. En 1878 hizo el plano del ferrocarril Zacatecas-Guadalupe. En 1879, contando con 26 años de edad fue admitido como miembro de la Sociedad Científica Flammarion de París. Fue autor de un notable escrito denominado Cosmografía elemental, publicado en 1888 y considerado como libro de texto en el campo de la astronomía.

Fue creador de varios trabajos donde mostró sus conocimientos astronómicos aplicándolos a la solución de problemas de tipo geodésico. Fundador y director del Observatorio Meteorológico y Astronómico de Zacatecas, ubicado en el cerro de La Bufa, desde donde nunca se cansó de observar los cielos. Calculó distintas efemérides para el meridiano zacatecano, entre las que pueden mencionarse su estudio del eclipse anular de Sol del 5 de marzo de 1886.

Publicó sus trabajos científicos en la revista francesa con prestigio internacional L’ Astronomie.

Formado intelectualmente en la corriente positivista, consideró a la observación sensorial y a la experimentación como valiosos puntos de partida para el saber científico. En su casi desconocida faceta de botánico de campo reunió un notable herbario que da cuenta de la riqueza florística del estado de Zacatecas, al que le agregó otro herbario con flora francesa, estas dos colecciones se encuentran en resguardo del Instituto de Investigaciones Odontológica de la Unidad Académica de Odontología. Sus aportes en el rubro de la botánica no han sido destacados por sus biógrafos.

En otro orden de ideas, en calidad de científico viajó a través de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Bélgica, de donde regresó con maquinaria de hilados para el hospicio de niños en Guadalupe, Zacatecas, y aparatos de telegrafía y telefonía; además, con instrumentos que le sirvieron como recurso didáctico en sus clases prácticas de Física y Química en el Instituto de Ciencias de Zacatecas. Hoy en día, parte de tales utensilios científicos se exhiben en el Museo de Ciencias de la UAZ.

En la Ciudad de México, entre otros cargos, fue director de la Escuela de Artes y Oficios hasta su muerte el 13 de mayo de 1920.

En la actualidad, los astrónomos Héctor Javier Durand, María de la Paz Ramos y Guadalupe Cordero, del Instituto de Geofísica de la Universidad Autónoma de México, retoman los aportes astronómicos de José Árbol y Bonilla para sus investigaciones.

En la Unidad Académica de Ingeniería de la UAZ se considera que en la historia de la ciencia en Zacatecas, José Árbol y Bonilla forma parte de “la élite dentro de la élite”.

Para honrar su memoria, entre múltiples distinciones, hay una placa conmemorativa en el edificio de la Preparatoria N° 1 de la UAZ; una escuela secundaria federal de Guadalupe, Zacatecas y el Observatorio Meteorológico de La Bufa llevan su nombre.

El Consejo Universitario de la UAZ en el año 2007, en el marco de la celebración del 175 aniversario de la fundación de nuestra Universidad, determinó hacer la entrega anual del “Reconocimiento al Mérito Universitario”, mediante una presea denominada “José Árbol y Bonilla”. Cuatro docentes ejemplares han sido los galardonados con este reconocimiento: Cuauhtémoc Esparza Sánchez, José D. Huerta Peña, José de Jesús Sampedro Martínez y Rafael Esparza Sánchez, ellos pertenecen al grupo de los “hombres que dejan huellas de luz” del que nos sentimos orgullosos.

Así se observa el mundo desde el Mirador de Heródoto ■

 

*Cronista de la UAZ

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